M y yo nunca fuimos de los duros del instituto, quizá por eso hoy puedo escribir esta anécdota expresándome con corrección y sin cometer muchas más faltas de las que ocasionan mis torpes dedos al golpear las teclas. Si hubiera sido un macarra sin otro interés que no fuera apalizar a pringaos hoy no creo que escribiera en un blog. Tendría veintiún años y mi máxima aspiración sería comprarme un Audi TT e ir a buscar a mi “churri” en él. Anoche, cuando M y yo nos encontramos a R -antiguo macarrilla de nuestra clase de la E.S.O.- en un bar y estuvimos hablando con él de tú a tú como nunca hasta entonces lo habíamos hecho, me di cuenta de lo consumidos que están estos antiguos macarras al llegar a la veintena.
El tío cuya mera presencia nos hubiera intimidado hace seis años mide ahora un par de palmos menos que nosotros. Sigue siendo corpulento, pero se mueve de forma tranquila y cuesta imaginárselo alzando los puños. Su mirada no tiene ya destellos de maldad, y parece incapaz de pensar en putear a nadie. Es un rey desterrado a una tierra en la que los plebeyos a los que antes dominaba le dominan a él de forma indirecta. Vive en un mundo en el que no destaca; no es el más fuerte de los que le rodean, ni el que tiene más cojones, y está claro que no es el más listo.
Las anécdotas que R cuenta del instituto son todas “me acuerdo que una vez cogimos a J.P. y le encerramos en un armario”, o “solíamos pasarnos mucho con G, le dejábamos el brazo morado de los puñetazos”, o “me expulsaron dos semanas por culpa de aquella puta profe, que nos pilló privando en el vestuario y nos cogió manía”, o “a J le teníamos martirizado, una vez le tiramos rodando por la cuesta que hay detrás del instituto”. M y yo nos reímos, porque nunca fuimos objeto su extrema crueldad, afortunadamente nos encontrábamos en un punto medio en la escala social del instituto que si bien nos hacía no destacar, nos libraba tanto de expulsiones como de llevar los brazos llenos de golpes.
Nos dijo R que ésa fue la mejor época de su vida, que volvería sin pensárselo al instituto, y nos lo creemos. Llegó a su máximo apogeo a los dieciséis años, extorsionando a sus compañeros de clase de quince años (porque estos macarras siempre repetían al menos un curso antes de entrar al instituto), y ahora con veintidós años no es ni una sombra de lo que fue. Ya nunca será el más fuerte, porque fuera del ecosistema del instituto, sólo es otro borrego más del rebaño. Y creo que R se ha dado cuenta.
“Es un mundo de mierda, sí, pero estoy vivo y no tengo miedo”
(Y ahora comienza a sonar Paint it black, de los Rolling. Kubrick, te adoramos)
Yo fui de los que durante diez años aguanté las putadas de los macarras. Me puteaban los macarras de mi curso, y los de un curso más alante e incluso los de dos más.
Qué de acuerdo estoy contigo, Holden. Al menos, tú tuviste suerte. Yo detesto todo lo que tenga que ver con la palabra colegio.
Pero ahora perteneces a la élite cultural! Y que vida te pegas: que si a Londres, que si no voy a clase...
Escrito por W. Holden a las Abril 20, 2005 12:11 PMDesdeluego ciertos macarrillas de instituto ahora, pasados unos 15 años, me dan bastante risa.
Me he encontrado a alguno por la calle, si de esos que me daban collejas y me decian "maricon" y cada vez que los veo mas orgulloso estoy de ser un "maricon" con un trabajo mas que decente, con unas metas profesionales muy por encima de lo que ni siquiera puede alcanzar su imaginación y con un sueldo que probablemente doble el suyo.
Mi vida sexual desde los 14 años siempre era un misterio para todos, lo digo por lo de "maricon" vaya, y debian de creerse que hablar con una chica era sinonimo de debilidad... cuan equivocados estaban. Perdi mi virginidad cuando ellos todavia juntaban pasta para comprarse el nuevo numero de "las cartas privadas de PEN" y ademas con una de las tias mas interesantes del instituto... ¿quien es el "maricon"?.
Me rio de las palizas ahora, aunque en aquel momento tratar de evitarlas me creó un pequeño trauma. Llegó el día en que la paliza se dio la vuelta, era yo el que la daba, y después de esa ni una mas. que triste.
Enhorabuena por hacerme escribir a alguien que no conozco de nada.
Fdo. Psych0.