"Yo que tú, me quedaba con Alberto, no vaya a resultar al final que es tu ultimo tren"- le dice una amiga a otra.
Ese
ultimo medio de transporte tan mencionado en el mundo femenino, como si ellos no
perdieran trenes.¿Las mujeres eran eternas pasajeras de estación y los hombres
permanecían siempre montados?. Con veinte años se imaginaba muchas veces esa
escena de forma literal. Un monton de mujeres agolpadas en las estaciones de
tren. Unas sentadas en un banco,otras de pie paseando, y otras,incluso, al
borden del anden a punto de caerse.Solia imaginárselas con una estética de los
años cuarenta, aunque no sabia bien por que,ya que aquello era algo atemporal.
A continuación se imaginaba la llegada del tren. Apuestos
hombres asomaban por sus ventanillas, con relucientes diente y pelo brillante.
Todos sonreían. Todos estaban felices. Ellos ya iban de por si en el tren.
De pronto deceleraba poco a poco y veía como alguno, hacia
un gesto en concreto a una chica. Bien un guiño, una sonrisa, un beso que
volaba por los aires hasta aterrizar en una ruborizada mejilla,o sencillamente
las señalaban.Los había que sonreían a varias a la vez.
¡Entonces el tren comenzaba a acelerar de nuevo!¡Oh no!...se
iba.La mayoría corria y corria hacia la maquina.Unas se tropezaban con
otras.Algunas caian al suelo doloridas.Entonces un anciano supervisor las ayuda
a subir.
-¡Rapido señorita!,¡coja fuerte mi mano!.
Muchas eran las que se habían subido y otras tantas las que
se habían quedado en tierra.Las nuevas viajeras desprendían orgullas miradas a
las chicas de la estación. Lo hacían a través de las ventanillas, cogidas del
brazo de su nuevo acompañante. Bien es cierto,que apenas había podido conocerlo
bien,no le parecía atractivo o no era lo que esperaba, pero un hombre le había
sonreído,¡la había elegido a ella!,y eso era importante.Ellas eran ahora mejores
que las que se habían quedado en tierra.¿Lo eran,no?.
En alguna se dibujaba la sombra de la duda, en otras la mas
absoluta felicidad porque casualmente habían dado con lo que querían, otras
permanecían sentadas al lado de su hombre,sin que este les hiciese el menor de
los casos,pero temian bajarse en la próxima estación y que un nuevo tren
pasase,sin que ninguno de aquellos caballeros la eligiera. Ese temor, hacia no
que pensase ni por un instante levantarse de allí.
Asi se imaginaba Maria,esa mitica frase.
Ella, por supuesto, había mirado a varios de aquellos
hombres, y bastantes habían respondido a esa mirada, pero se encontraba alejada
de aquella marabunta. Se encontraba en la cafetería, mirando el anden a través
del cristal. Le reconforto ver que estaba acompañada de varias chicas, con una
caliente taza de café entre sus manos. Sonreian, y eso le daba mas paz aun.