Para comer salimos a la calle a un restaurante de al lado del hostal, y justo nos encontramos con una manifestación que empezaba ahí. Nada, que empiezan a pasar niños con globos, mayores, payasos, una banda musical subida a un carromato y mucha gente chillando como sin orden ni concierto. Nosotros comemos, y ya nos vamos a dar un paseo por la ciudad. Entramos en una juguetería donde hay un bombonazo atendiendo (coincidmos los 4 en ello, cosa rara, pero cierta); salimos y volvemos a entrar y volvemos a salir.

Luego paramos por un café y hacemos el chou de la cruz roja en una tienda y ya las amigas de Miguel tenían que pillarse el tren; así que nosotros nos preparamos para salir. Entramos en un par de bares y poco más, porque la cosa iba de mal en peor.

Yo soy una persona que no acostumbra a ponerse nerviosa, pero en esta ocasión estaba que me subía por las paredes de la estación; Hasta migAstro (que también es persona relajada) me dijo que me calmara, lo cual da idea de cómo andaba. Bueno, pues por fin sale el bus. Se va acercando la hora del embarque y por fin a las 14.25 llego al aeropuerto de Venezia. Salgo corriendo por la terminal, pregunto en información y .... afortunadamente!!!!! el vuelo a Madrid salía con diez minutos de retraso, por lo cual allí estaba todavía la chica de la facturación. Facturo mi maletilla, y me voy a la puerta de embarque, gracias a este retraso, llego a tiempo!.

Y bueno, así transcurrió un bonito finde semana en Italia, corriendo de un lado para otro y acumulando retrasos, pero francamente mereciendo la pena.