Me envió un amigo un e-mail conteniendo el siguiente texto, trata sobre los problemas que estan pasando fotógrafos profesionales y aficionados en Francia por los problemas y confusiones que existen sobre los derechos de imagen.
Aquí se encuentra el texto extraido del boletín de la Sociedad Fotográfica de Gipuzkoa. Sí te gusta la fotografía te recomiendo leer el artículo, ya que seguramente pasará lo mísmo en muchos de nuestros países a no tan largo plazo.
Fotografiar, cada vez más difícil en Francia (2003/03)
De un tiempo a esta parte, los fotógrafos franceses se lo piensan dos veces antes de apretar el disparador de su cámara. El Derecho de imagen" está adquiriendo tal fuerza en el país galo que cualquier persona puede demandar al fotógrafo que haya osado reproducir su cara, la imagen de su casa de campo, de su yatecito o de su fiel perrito. El vacío legal que existe sobre el particular hace que los jueces formulen sentencias contradictorias que, en ocasiones da la razón al demandante y, en otras, al fotógrafo. La situación ha llegado a tal extremo que los fotógrafos aficionados y profesionales del Estado francés se preguntan si les queda ya algo que puedan fotografiar sin problemas. Señalan que, de haber vivido la situación actual, grandes fotógrafos franceses como los Cartier-Bresson, Doisneau, Dieuzade o Ronis, no hubiesen existido. El fondo de la cuestión está en que se ha establecido un pulso entre el "derecho de imagen" que alegan las personas - o los bienes de éstas - que aparecen en las fotos y el "derecho a la imagen" que invocan los fotógrafos que quieren obtenerlas.
Un abogado francés, Enmanuel Pierrat, acaba de editar un libro titulado "Reproduction interdite" (Reproducción Prohibida) en el que ha analizado en profundidad el origen del problema y ha apuntado posibles soluciones. La más "práctica" parece ser la de que el fotógrafo pida por escrito la conformidad de la persona a fotografiar para utilizar su imagen con una finalidad que también constará en el escrito. Lo mismo hará el fotógrafo cuando pretenda fotografiar el chalecito de Monsieur Dupont o el bello jardín de Madame Dumond, o la perrita faldera de Mademoiselle Armagnac.
La raíz del problema está en que toda imagen que rompa la barrera del "album familiar" se considera "publicitada" y que trasciende más allá del ámbito privado.
El problema no descansa por tanto en el posible lucro o beneficio personal que el fotógrafo pueda percibir con la explotación de sus imágenes, sino en que éstas han trascendido el círculo privado. El sólo hecho de que un fotógrafo aficionado -por poner un ejemplo- envíe a cualquier exposición o concurso la imagen identificable de cualquier persona o bien privado identificable puede originar una demanda contra el autor de la imagen, a pesar de que éste no obtenga con ello ningún beneficio económico. Y la cosa se agrava, claro está, si la explotación de esas imágenes le aportan ganancias monetarias, en cuyo caso el demandante exigirá el pago de indemnizaciones acordes con los presuntos beneficios obtenidos por el fotógrafo con la explotación de su imagen.
Como se ha indicado, el vacío legal sobre lo que se entiende como Merecho de imagen" hace que los jueces estén echando mano de artículos de carácter muy general del Código Civil, relativos a la "responsabilidad delictiva" o al "derecho de propiedad", lo que en opinión de los fotógrafos obliga a una interpretación forzada de unas leyes que no fueron elaboradas para abordar el mencionado "derecho a la imagen".
Por ello, organizaciones y sociedades de fotógrafos y revistas especializadas han lanzado una campaña de recogida de firmas para obligar a los diputados a que estudien y decidan sobre el delicado tema del derecho a la imagen. Mientras esto no suceda, los fotógrafos que no quieran "buscarse problemas" se limitarán a "explotar" imágenes en las que nada ni nadie pueda ser identificado salvo que las tomen para su propio album familiar.
En este tema, finalizaremos con el popular refrán de "cuando las barbas de tu vecino veas pelar...", y recordaremos que somos muchos los que de vez en cuando hacemos "incursiones fotográficas" más allá del Bidasoa.
Xabier ARZELUS