Es un gruñón y muy pesado, y no sería de extrañar que un día se lleve un bocado bien merecido. Bruno, así le llamo yo por sus colores atigrados y por lo burrísimo que es jugando, comiendo y hasta en la forma de andar; tiene unos patones que dan susto, cuando crezca y se haga mayor...
Gsu lo deja aquí cuando no hay nadie en casa y tiene que salir. Es un verdadero petardo, hay que reconocerlo, pero es lindísimo y bastante simpático.
He descubierto que le gustan las patatas crudas para morderlas en vez de sus juguetes y que le agrada dormir mirando el fuego.