Éste es un lugar tranquilo en todas las estaciones salvo en Primavera cuando empiezan a llegar y en Verano cuando ya es insoportable. Y es que gente de todos lados vienen a esta costa (que sinceramente no sé qué tiene que a todos gusta, porque las playas son malísimas..) y rompen la tranquilidad de este pueblo malagueño, pero que a pesar de su fealdad, debo reconocer que sí que tiene algo especial.
Y es para mi lo único: el mar y todos los momentos que hemos pasado juntos.
Cae la noche y se oye el vocerío de la multitud en el Paseo Marítimo, las copas de cristal brindando por tal o cual en los bares de copas; una pareja pasea abrazada por la orilla; uno que no aguanta y baja a la playa a mear mientras la chica espera contra el murito o echada en la tumbona; la pandilla de la litrona, las pipas, las palmas y el bailoteo bajo las sombrillas que no dan sombras...
Sin más, yo soy un personaje, una más en esa representación casi a diario.
Pero los mejores momentos sin duda son en los Otoños e Inviernos cuando la mar también cambia de color como las hojas de los árboles en esta época del año. Los atardeceres son la llamada a la tranquilidad en dias de ajetreo, oleaje. A la caida del Sol, amansa el agua el trote de las estrellas.
Recuerdo que cuando éramos niños, aquellos dias en que sospechábamos el mar estaría rugiendo, nos encantaba pedir a mis padres que nos llevaran allí para enfrentarnos a él. El 90% de las veces llevábamos ropa para cambiarnos y es que el juego consistía en lo siguiente:
el mar mientras se arrastraba hacia atrás recogiendo todas sus gotitas de agua y concentrándose con fuerza, como si tomara aire y luego, después dispusiera con toda su energía y expulsara de golpe sobre la orilla que acababa de quedar seca y brillante, toda su agua.Puffff y después un shhh.... que viene a ser el agua que se filtra por la arenita. Pues bien, en todo esto mi hermano y yo nos metíamos en la boca del lobo antes de que llegase y nos devorara. Con una línea imaginaria dibujada en la orilla, nos acercábamos hasta que veíamos el mar iba a empujar con todas sus fuerzas y entonces, saliamos disparados hacia la arena para no acabar empapados.
No se, pero para mi el Mar tiene Magia, algo especial como estas y otras muchas historias.
Hablamos, criticamos juntas al Mundo, lo que no comprendemnos, envío mensajes y ella/él me los devuelve intactos. A veces se nos une la luna y las estrellas, el viento.
Hay noches en que la Luna decide salir por el horizonte, reflejando todo su cuerpo en el espejo del mar, bajo el repiqueo de las olas en la rocalla, en la arena. No le importa que yo esté allí, observándola, bella en sí misma.
Reverte habla mucho y bien del Guadalquivir y aunque nos conocemos de lejos, aún no he tenido tiempo de bajar al muelle y presentarme.
Añoraré mucho pasear con mi desnudez por el Mediterráneo.
Aprenderé a hacerlo en otras aguas de ríos, de mares, de océanos.