Naúfraga de tu mirada
que no tiene sexo ni condición.
Tallando mareas de nenúfares
en la piel de las sirenas.
Cuerpo de mente invisible,
de brillantes aguas oscuras.
Me inhundas de color
con tu vaivén, de día, de noche.
Ayer cantabas a la Luna,
temías perderla,
sólo doce horas y luego,
olas escondiendo gorjeos de placer.
La Ciudad Invisible
de lamentos y tesoros,
de juegos y gozos,
de amor y sangre fría.
Resurge del mar
luz eléctrica, tela de azul ennegrecido,
y un manto de arena nacarado para ella.
Y para mi,
quiero acariciarte en soledad,
recrearte en mi slencio.
Ángela C.B