Qué gozo el de algunas esperas. Las de esos momentos deseados con impaciencia. Es el punto en el que el miedo ante la posibilidad de que no llegue nunca y la inminencia de la llegada son tangentes. De un modo matemático; sí pero casi no. Dicen que es posible transformar una sensación dolorosa en placentera simplemente por autoconvencimiento. Yo una vez lo probé y creo lo logré. No lo he vuelto a intentar; vi el rostro al demonio.
FOTOGRAFIA: "ASPETTANDO" DE DONATOR R
No. No era odio. Ni siquiera resentimiento. A pesar de tener una maleta, enorme de razones, lo que quedaba era tristeza. Nacida de la incomprensión. De la búsqueda de razones para la injusticia. Era la pérdida de la ilusión en una lucha que antes tenía mil motivos y ahora descubría ganada, y perdida por la derrota en los porqués. Y es que no (hay) nada más cruel que el olvido.
Fotografía original: Slobodan Pvlovic