El rol del tutor puede aprenderse, aunque supone predisposiciones
personales. Estas son:
· Interesarse por los seres humanos y atender su problemática.
· Reconocer y respetar a cada ser humano como único y distintivo.
· Recibir y comprender empáticamente las problemáticas individuales, grupales o institucionales.
· Aceptar el conflicto individual, grupal e institucional como aspecto integrantes del aprendizaje.
· Conocer los propios límites y solicitar ayuda para afrontar situaciones difíciles, tanto en lo personal como en lo estrictamente profesional.
· Proseguir en forma continua la propia formación profesional.
· Capacidad de diálogo y relaciones humanas.
· Ascendencia en el grupo.
· Espíritu crítico objetivo y reflexivo.
· Equilibrio emocional.
· Coherencia entre actitudes y principios
· Espíritu democrático que promueva valores de solidaridad.
· Cooperación y participación.
· Sensibilidad social.