"Al fin y al cabo, no te miden por cuánto te comprometes en algo, sino por lo que finalmente logras. " Donald Trump
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Nos levantamos en el albergue de Castro, otro albergue privado, con cierta comodidad aunque menos acogedor que el de Berducedo. He decidido que hoy sería el último día, que íbamos a acortar nuestro objetivo en una etapa, tampoco teníamos planeado llegar hasta la ciudad de Lugo, no supone un gran recorte. Poder aguantar, se puede, ni siquiera he notado menoscabo físico más allá de los pies, pero no tiene mucho sentido forzar e ir sufriendo. Sobretodo por mi acompañante, que ya cojea demasiado y que no va a rendirse a menos que yo lo haga. Cargo el peso de la decisión a mis espaldas.
Y, para ser sinceros, las perspectivas de poder coger un autobús para pasar la noche en casa me animan lo suficiente como para sobreponerme a la tristeza de abandonar el objetivo. Me estremezco al pensar en una larga ducha caliente y en mi adorada cama. Nos espera un día nublado que empieza con una última ruta por carretera de montaña. No se ve mucho más allá de 100 metros, lo que sí vemos es el cartel que nos indica que finalmente cruzamos de Asturias a Lugo. Voy sólo, y me alegro, por un momento el desánimo cubre mi cara.
Las despedidas siempre son amargas, sobretodo para las personas que tendemos a encariñarnos con la buena gente. Por suerte, nuestro repentino abandono hace que más de la mitad del grupo no esté presente. Montado en el autobús que nos lleva a Lugo, donde enlazaremos hacia Madrid, voy planeando mi próximo viaje, esta vez en solitario. Me he quedado en Fonsagrada, y de ahí pienso partir dentro de unos meses, para acabar lo que he empezado y para llegar a Santiago.
Más que un "adios", se me antoja un "hasta pronto".