Por fin pude entender que la vida está llena de personas maravillosas y caminos que se cruzan... por eso es mejor quedar bien con aquellas que son maravillosas y que pueden volver a cruzarse en nuestro camino y olvidar a aquellas que lo hicieron difícil de recorrer. Donostia ha servido para hacer ambas cosas... y la ciudad, al igual que la gente, es encantadora.
No sé qué ocurre con ese pequeño país... pero me siento muy atraído por sus infinitos encantos. Sabemos de Euskadi lo poco que nos muestran algunos medios de comunicación, que difunden unas premisas falsas que sólamente puedes contrastar adentrándote en los pueblos e interactuando con la gente.
No soy nacionalista, ni independentista, ni separatista... lo único que puedo decir después de mi primer contacto con esa maravillosa gente es: GORA HERRIA!