En un reciente artículo, Iñigo Babot, de la Universidad Ramón Llul, incidía sobre un aspecto que muchas veces es obviado en esto de la implantación del e-learning: las dificultades humanas del proceso de cambio. Parece mentira que instituciones educativas, cuyo principal activo son sus educadores, olviden este aspecto cuando se trata de "dar el salto" al e-learning, y dediquen todos sus esfuerzos (económicos, de tiempo, de asesoramiento) a la parte tecnológica de la implantación de un modelo de formación de e-learning, pensando que lo demás "vendrá por añadidura": la implicación del profesorado, los contenidos de calidad, etc. Las experiencias, como la que detalla Babot, están demostrando que esto es un gran error.
En el artículo de Iñigo Babot (http://www.elearningamericalatina.com/radiografias/rad_0.php) se detalla una experiencia de una universidad (personalizada en su rector) en la que el único énfasis para incorporar programas de e-learning a los tradicionales era en el aspecto tecnológico, y que todo el profes Sin embargo, citando a Gabriela Sacco (de V.O. & Assoc), las principales preocupaciones de los profesores afectados son las siguientes:
1- ¿Cuál será mi rol como docente en un programa de eLearning?
2- ¿Cómo se me reconocerán las horas de dedicación al dictado del curso?
3- ¿Cuáles serán mis derechos sobre los materiales que elabore?
4- ¿Me reconocerán paga adicional por la elaboración de materiales?
5- ¿Cuánto tiempo me llevará la preparación de materiales?
6- ¿Qué me exigirán al preparar los materiales para el eLearning?
7- ¿Bajará mi status y reconocimiento como docente, en comparación con los docentes de la modalidad presencial, por dedicarme al eLearning?
8- ¿Cómo administraré mi tiempo como docente?
9- ¿Quién y cómo me capacitará para el uso de Nuevas Tecnologías?
10- ¿Se mantendrá la calidad académica de los programas implementados en la modalidad de eLearning?