Para que en el futuro inmediato Latinoamérica pueda ubicarse dentro del contexto de los países protagonistas del siglo XXI, es obvio que debe ingresar en serio a la nueva competencia.
Para cada latinoamericano, la integración al mundo contemporáneo significa costos muy altos y claras desventajas en cuanto a nivel de competitividad, además de enfrentar un gran choque cultural. Es por ello que tanto las empresas privadas como las instituciones públicas, y en general todos los individuos de estas naciones, debemos evolucionar para adaptarnos al ámbito internacional y a los nuevos retos. No tenemos alternativa, pues es preferible convertirnos en el último invitado a la mesa de los ricos, a quedar nuevamente marginados de la dinámica del gran banquete mundial.
Por ello, hoy todos los latinoamericanos tenemos que emprender un esfuerzo sin precedente, impulsados por la ambición legítima de ser de las grandes naciones que escriban la historia del siglo XXI; que estemos dispuestos a mayores sacrificios y a vencer todos los obstáculos a que nos enfrenta la nueva competencia.
Nuestro éxito ha de sustentarse en el compromiso de todos nosotros para involucrarnos y participar activamente en cambios de actitud y aptitud hacia la Excelencia. Si bien es cierto que la primavera aún no ha llegado a nuestros países, también es cierto que no hemos hecho lo necesario para acercarla; hoy ha llegado la hora de la verdad, éste es el tiempo propicio para trabajar, tiempo para barbechar la tierra y sembrar las semillas que después tendremos que abonar y cultivar.
M.A.Cornejo
