Bien. Para los que no hayais leído el post anterior se trata de hacer un pequeño relato con unas palabras elegidas al azar. Éstas son las que usaré esta semana:
Primera palabra del relato: Múltiples.
Última palabra del relato: Empresa.
Palabras intermedias: Derecho, fluído, solar.
Mi primera historia en "continuar leyendo..."
Múltiples fueron las razones que me impulsaron a coger aquel avión. Una de ellas era que estaba adornado por fuera con imágenes de Mickey Mouse (ratón al que admiro por sus logros personales). Otra de ellas era que debía estar en Tegucigalpa antes del anochecer.
En el aeropuerto delante mío había una mujer obesa que andaba como si fuera un barco, escorándose a cada paso que daba. Al pasar por el detector de metales la vi dudar, y no tarde en darme cuenta de cual era la razón. Al pasar por el detector se quedó atascada. No entraba. Comenzó a lanzar improperios en algún idioma desconocido para mi mientras agarraba de la perchera al guardia de turno. Le levantó (su masa muscular le permitía realizar este tipo de acciones sin problema). El policía le ordeno que se calmara, pero eso pareció enojar aún más a la señora. Vinieron varios guardias más a ayudar al pobre desgraciado, tirando ed la señora. Hizo falta la ayuda de 4 guardias y un limpiador para sacar a la señora, pero el empujón que le dieron fue tal, que cayó encima del primer guardia, a la vez que oi un fuerte "crack". Cuando la mujer se levantó pude observar como el craneo del guardia se había roto y todo los sesos y fluídos estaban desparramados por el suelo.
Los gritos de la mujer fueron seguidos de los de muchas otras chicas y pronto aquello parecía un manicomio. Obviamente perdí el avión y tuve que buscar otro medio de transporte. Salí del aeropuerto con mi mochila a la espalda en busca de algo que me pudiera llevar rápidamente, pero sólo encontre una furgoneta de unos 20 años pintada de azul con el parachoques delantero caído. Me acerqué y vi que no había nadie montado y que las llaves estaban colgando. Sin pensarlo demasiado me subí y tome la carretera a Tegucigalpa. La camioneta, pedal al fondo, llegaba a alcanzar los 30 kilometros por hora, velocidad asombrosa a la que casi atropello a un peatón. El camino era sencillo, debía llegar a Tortosa y luego de allí seguir todo derecho hasta tegucigalpa, pasando por Carnavalcuerno y Villahermosa del Pinar.
Fueron 2 horas las que duró la camioneta en carretera hasta que finalmente dejó de funcionar mientras carraspeaba durametne por el tubo de escape y un humo azulado salía del capot. Cómo no tengo ni idea de mecánica me puse a correr por la carretera. En algunos momentos iba más rápido que la camioneta.
A las 2 horas escuché como se acercaba un coche. De lejos parecía un coche rojo, y se acercaba a gran velocidad. Me puse en mitad de la carretera para obligarle a parar, ya que en esta zona nadie coge a autoestopistas. Como me daba miedo jugarme la vida de semejante manera cerré los ojos pensando que el coche pararía. Se oía más cerca cada vez, pero yo me negaba a abrir los ojos. Cada vez estaba más cerca, y no parecía que fuera a frenar. Más cerca, más cerca. No iba a parar, lo sabía. Mi vida acababa allí, en una carretera abandonada atropellado por alguien a quien no llegaría a ver. Entonces escuché un fuerte frenazo y un choque fuerte.
Abrí los ojos y vi un descapotable rojo que había chocado contra una farola. me acerqué y pude ver que la conductora, una chica de unos 20 años no llevaba puesto el cinturón de seguridad y su cabeza había chocado violentamente contra el volante desparramándo así su cerebro. Parece que está de moda esto de levar el cerebro por fuera.
Monté y saqué el cuerpo de la chica por la ventanilla. Abrí el techo solar para airear un poco el coche para lo que me quedaba de viaje. Era muy importante llegar para el anochecer y lo tenía que lograr.
A 180 kilometros por hora de media logré llegar a eso de las 8 de la tarde. Aparqué el coche y fuí andando el último tramo de mi trayecto, ya que no querí advertir de mi presencia.
Las 8:30. Llegué justo a tiempo. El edificio estaba cochambroso y un tipo alto y trajeado entraba por la puerta roñosa. Tenía otros planes, pero los había cambiado durante mi largo trayecto. Entré detrás de él sin que advirtiera mi presencia. Subí las escaleras y atravesé silenciosamente el pasillo. Al final había una puerta de madera de la cara. Junto a la puerta había un pequeño extintor. Llamé a la puerta y salió el tipo del traje caro. Me vió y me miró de arriba a abajo. Se extraño al verme. "Que haces aquí?" me preguntó. Yo sonreí, cogí el extintor y le golpeé con él en la cabeza desparramando así sus sesos. Ya que le gusta estar a la moda se podría decir que ahora estaba a la última.
Salí del edificio, no sin antes dar fuego a unas zonas que seguro que provocarían un incendio.
Y eso fue mireacción después de que me despidieran. La verdad es que disfrute matando a mi ex-jefe de mi ex-empresa.
Bueno, para todo aquel que haya leído hasta aquí felicidades, por que ha sido una rayada para flipar. La próxima historia prometo ser más escueto.
Escrito por Sufrido a las Marzo 24, 2004 06:22 PM | TrackBack