Weblog sobre mis sentimientos

Fin de semana horrible

Ya estamos a lunes. Seguramente casi todo el mundo hablará hoy sobre las elecciones, aunque yo las resumiré en una frase: el bigotes no nos tomará más el pelo.

Y ahora seguiré con el tema del que quiero hablar hoy y es que he pasado un fin de semana horrible. He tenido un bajón impresionante de moral. Ya sé que sueno como un llorón, pero qué le voy a hacer!

El fin de semana empezó con buen pie. Todo parecía ir bien. El viernees salí de juerga y me lo pase francamente bien. El sabado sin razón alguna mi felicidad se fue desvaneciendo poco a poco, y a la noche ya no estaba de buen humor. Me mosqueaba cuando la gente me hablaba y lo único que quería era olvidarme de todo y estar sólo un rato, cosa que es dificil de conseguir cuando en los bares hay 50 personas por metro cuadrado.

El caso es que recurrí a un viejo metodo para arreglar el asunto: bebí, y bebí mucho. Lo suficiente como para volver a casa haciendo eses y olvidarme de mí mismo.

El domingo me levanté pronto para votar, pero con una resaca de campeonato y después me fui a dar un paseo por un parque de aquí cerca para ver si se me pasaba un poco la mala hostia. Hacía un día esplendido y el aire del campo me reconfortó enormemente. El caso es que tuve mucho tiempo para pensar, y ahí está el problema: pensé.

I., a quien muchos supongo que recordareis está saliendo con una chica. Ahora le veo mucho más feliz, lo cual me ayuda mucho, aunque por otra parte también me duele muhco. Me cuenta todo sobre ella, ya que yo así se lo pido, y le aconsejo tanto como puedo (como amigo). Ahora todavía están en la fase preliminar, pero creo que va a empezar a salir con ella en serio, ya que así se lo he aconsejado (muy a mi pesar). El caso es que no puedo evitar sentirme disgustado y deprimido. Últimamente estaba feliz. Miraba a mi interior y veía que mi vida estaba destrozada, pero estaba feliz, y eso me ayudaba a seguir un día más, pero ahora que la felicidad se ha desvanecido me vuelvo a sentir vacío por dentro.

El caso es que ayer estube en vela durante tanto tiempo que apenas recuerdo el paso del tiempo y lloré como no lo hacía desde hace mucho. Hoy me he levantado destrozado y sin ganas de seguir adelante, pero me he vestido, he desayunado y he venido a trabajar.

No recordaba lo frágil que es la felicidad.