Sobre mis aventuras con la Iglesia Catolica Apostolica y Romana (la unica verdadera según la curia vaticana ¿eso no será pecar de soberbia?)
La cosa es que me adiestraron debidamente en las practicas esotericas de tan grandiosa secta, con el tiempo fui descubriendo los intringulis de la misma para llegar a la conclusión de que es una mafía, una banda de delincuentes de cuello blanco, ¡coño! nunca mejor dicho, de tomo y lomo y llegada la mayoria de edad hice apostasía, encima el obispo de la diocesis de Tui-Vigo queria saber por que hacia tal cosa y me dí el gustazo de explicarselo en un escrito de seis folios, no consegui la apostasía, me excomulgaron directamente, o sea, que según esta banda de cuentacuentos, voy a ir derechito y de cabeza a la Caldera de Pedro Botero sin que me pueda salvar nada ni nadie, salvo mi propio arrepentimiento y vuelta al seno de la iglesia, entre muchas de las cosas que me hicieron abjurar de la "verdadera fé", estos tios están convencidos de que la de ellos es la verdadera y la de los demás falsa, como me voy a partir el culo de risa si me muero y resulta que el tal Dios se llama Buda o cualquier otra cosa, decia, que entre las muchas cosas que me hicieron abjurar de la "verdadera fé" fue el episodio de mi "primera comunión" que se presuponia era el dia más feliz de la vida de todo niño, bueno pues vereis que felicidad:
Para la ocasión me habian comprado un trajecito muy curioso, así como de general, con charreteras y todo y una cruz de Santiago en el pecho, iba yo más guapo que un San Luis con el trajecito, un librito bellamente encuadernado, una cruz y un rosario, curiosamente aun tengo estos tres curiosos objetos magicos, pero no funcionan, si sigues las instrucciones que da la secta para cada uno no funcionan, me explico, si a ti te van a fusilar y te pones a rezar el rosario para que no te den las balas, te jodes, no funciona, y eso está probado, muchos fusilados curiosamente lo tenian en la mano en la hora que los murieron.
El caso es que yo, por aquel entonces, moraba en el campo campero y no se me ocurrio otra cosa que bajar corriendo de casa de un familiar a la mia, con tan mala fortuna que tropece y cai en la hierba, quedando mi rodilla marcada del verdin propio de la misma. Yo habia sido advertido por familiares, amigos, y el cura de la parroquia de que recibir a jesus en tu seno en pecado mortal era eso, mortal, a partir de ahí los más crueles castigos divinos podian sucederse hasta dar conmigo en el averno. Aun así solte por lo bajini un ¡mecago en dios! de padre y señor mio, en ese momento cai presa del terror, me quede quieto alli, en mitad de la nada mirando al cielo esperando un rayo fulminador (¡que coño iba a caer un rayo ni nada, un luminoso y calido dia de corpus!), total que allí estaba yo arrepintiendome de mi pecado cuando apareció mi abuela que vio el verdin y me dio un coscorrón mientras me llevaba de una oreja para casa y limpiaba el verdin de mi pantalón y yo seguia sumido (y profundamente acojonado), pensando en el más que posible rayo fulminador que tenia que caerme en cualquier momento, situación en la que como vereis estuve largo tiempo, a cada paso que daba, cualquier ruido que oia un poco brusco me dejaba paralizado, ya que, evidentemente, aquello era, para mis adentros sin duda el rayo fulminador que me exterminaria para siempre.
En ese calvario constante (Jesucristo sabia fijo que lo iban a crucificar yo no sabia cuando iba a caerme el rayo fulminador), me condujeron al cadal.... digoooo, a la iglesia, a junto del culpable de mis males, el severisimo D. Miguel, el curra parroco, que era el que no paraba de hablarnos de los fabulosisimos rayos fulminadores por pecar contra el sexto y cualquier otro pecado "mortal", y allí estaba yo tratando de arrepentirme y pensando que sin duda, sin lugar a dudas en el momento de que me diesen la oblea me iba a enviar Dios una hostia de aquí te espero.
Justo cuando me van a dar la forma, yo con los ojos cerrados y sudando de puro miedo siento un ¡catacrac! y me dije a mi mismo ¡¡¡pies para que os quiero!!! y sali corriendo de la iglesia hasta un monte cercano ante la mirada atonita de familiares y vecinos que salieron detras mia a buscarme preocupados mientras yo temblaba de miedo escondido entre unas zarzas, huyendo y escondido evidentemente de la ira de Dios, el caso es que un traje blanco no es el mejor de los camuflajes (aunque el traje fuese de general) y dieron conmigo y consternados se preguntaban que me habia pasado, mientras los más fundamentalistas ya me tachaban de hereje y hablaban de que el diablo me rondaba, otros aseguraban (yo era un poco travieso tirando a bastante), sin lugar a dudas que yo era la misma reencarnación del diablo, el caso es que me llevaron nuevamente a la iglesia y yo temblando de nuevo.
Era, para mi, evidente, que Dios habia enviado un rayo fulminador para exterminarme, solo que quizas debido a la velocidad desarrollada por mi puro miedo no logro alcanzarme, llego a la iglesia y según me van acercando al banco que ocupaba anteriormente para darme la hostia, observo justo detras mio, el banco contiguo destrozado en la esquina que correspondia con mi alineación. Ya no cabia duda, Dios habia mandado el rayo fulminador y habia fallado por un metro escaso y posiblemente se habia cargado a la pobre de la señora Balbina que estaba sentada justo allí, trate de buscarla en la iglesia pero al girar la cabeza y ver todos los ojos puestos en mi desisti, fijo que le habia dado y la habrian sacado de allí muertita del todo.
El caso fue que finalmente me dieron la hostia de marras y recibi, en pecado mortal la primera comunión.
Poco despues me entere, entre risas lo contaban los cabrones de mis primos mayores, que la señora Balbina, dado su exceso de peso, habia roto el banco, se habia lastimado y eso fue el rayo fulminador que hizo que yo saliese disparado de la iglesia, yo no la habia visto al entrar nuevamente en la iglesia por que la habian llevado a una casa cercana para atenderla ya que se habia lastimado un poco una pierna.
Pero el terror que yo vivi ese dia fue, y nunca mejor dicho, de padre y señor mio.
Mi familia, no contenta con semejante estropicio en uno de los más importantes sacramentos de la secta esa, insistió en mi adiestramiento religioso y poco tiempo despues me llevaron a estudiar con los curas.
Cabe decir en mi descargo que treinta santos varones no lograron convencerme de la eficiacia de sus absurdos ritos magicos, pero de ellos iré hablando en otro momento.
Por cierto, estos curas son la Orden de los Mercedarios, dedicados curiosamente a la liberación y atención de prisioneros (entre otras cosas), su patrona es Nuestra Señora de La Merced, en el colegio que yo estaba tenian un altar, en el la susodicha virgen y en los pies de la virgen unos antiguos grilletes de hierro con su cadena y todo ¿a que es encantador?
Un saludo