CON UNAS FIRMAS
Dicen los vecinos que son pareja. Claro que viéndolos nadie lo diría; Pedro es un hombre de edad madura, metro setenta, canoso y un poco desastroso en el vestir y en hablar, el típico andaluz cerrado, un poco de campo al que le apasionan los animales, cuida siete perros, un gran acuario de peces tropicales y un numero indefinido de pajarillos de diferentes especies, incluido un guacamayo que dice palabrotas a diestro y siniestro.
Su compañero de piso, Paco, es un joven cercano a la treintena, alto, de pelo negro, muy pijo en la forma de vestir, y tan tímido que raya en el ostracismo, también fue el cuñado de Pedro, que así fue como se conocieron, aunque su matrimonio duro menos de un mes.
Todos los vecinos comentan lo de su relación, auque pocos saben realmente, pues ellos no exteriorizan su condición ni en gestos ni en conversaciones.
Y la realidad es que el amor que sienten uno por el otro es tan grande y tan intenso que, ni ellos mismos lo entienden, ni saben como expresarlo para que los demás lo entiendan, por esto prefieren vivirlo en la intimidad, sin alharacas ni exterioridad. Solo algunos saben que su intimidad es pasión pura, y su amor es amor, amor, amor, y solo amor, sin que nada pueda entrar para romperlo.
Todos comentan, todos quisieran saber, pero solo ellos y un par de amigos comprenden y entienden, en estos tiempos en los que todavía algunos quieren controlar los sentimientos de los demás, con unas firmas.