EL ENHEBRAL
Un día soleado con una temperatura que ya se echaba de menos, buena compañía,(algo muy importante), y un paisaje de los que merecen la pena, pero como las bicicletas alquiladas solo son para el verano decidimos apuntarnos al senderismo. Tomamos el camino de los enhébrales dirección a la playa de la bota que aunque va casi por la cuneta de la carretera antigua de Punta Umbría, tiene muchos senderos y pasarelas con acceso a la playa semi virgen, que se internan en el pinar, por los que se descubren rincones especiales, sobre todo en estas fechas en que lo enebros florecidos salpican de blanco las umbrías, y los pequeños animalillos son como sombras de hadas o elfos, que pasan con rapidez para que los torpes humanos no los molesten durantes su sus ritos arcanos.
Naturalmente no tardamos mucho en tomar uno de estos senderos-pasarelas para llegar a la orilla de un mar con un color sorprendente, donde todo empujaba a la relajación y el olvido.
Claro que como la ley del barco fondeado,(variante de la de murphy), dice, en una playa de unos ocho kilómetros, desierta, si uno para en cualquier sitio al azar y estas el tiempo suficiente la familia con cuatro niños gritones y el perro pesao que no para de ladrar, no tendrá otro sito donde ponerse que a metro y medio de donde tu estes, los siguientes que lleguen se pondrán a un metro de estos y cuando pase un par de horas la playa seguirá desierta excepto en unos veinte metros cuadrados alrededor de los primeros que llegaron, claro que el dia era tan perfecto que simplemente los ignoramos y pasadas las cuatro tomamos el camino de regreso para llegar al único chiringuito abierto en el pueblo, donde naturalmente por unas coquinas con bastante tierra y unos escasos boquerones, casi tenemos que empeñar las mochilas.
Sin embargo el día mereció la pena, seré masoca?