Este blog en un principio lo empecé para contar cosas sobre los Vigilante de Seguridad, que es mi trabajo, pero como nos pasa a la mayoría de los que escribimos blog, no me pude resistir y comencé a hablar de mi mismo, de mis sentimientos y opiniones, tomándomelo casi como una terapia para desahogarme, que realmente recomiendo.
De todas formas no desisto y de vez en cuando escribo sobre los problemas de los Vigilantes.
Uf, valla parrafada, y al fin lo que quiero es contar como los vigilantes que llevamos unos años en el oficio realmente necesitaríamos una asistencia sicológica periódica porque poco a poco vamos quedando un poco tocados.
Los síntomas son claros, perdemos concentración, estamos en estado de alerta y tensión todo el rato, nos desorientamos, la memoria o se pierde, o se desarrolla de una forma obsesiva, tenemos problemas para relacionarnos, o nos relacionamos de una forma excesivamente amistosa. En fin siempre se pueden encontrar en diferentes personalidades los extremos de todas las conductas, y muy pocos términos medios, y así ya me diréis si no necesitamos un sicólogo, (aunque dicen que reconocer un problema es empezar a solucionarlo y eso lo reconocemos casi todos).
Pero estoy observando que los nuevos Vigilantes, recién salidos de las academias que en teoría, servirían para hacernos mas profesionales y para eliminar algunos elementos que se estaban infiltrando en nuestro oficio y dándonos una fama inmerecida. Estos nuevos Vigilantes ya vienen tocados, al menos los últimos cinco que he conocido, recién contratados en mi empresa, directos desde la academia.
Pienso con maldad y talvez no me equivoque que quizás nuestro jefe de personal los escogió así a propósito porque, son mas manejables, porque si no, no se explica.
Primero me toco hacer servicio con, Felipe; este es como un niño hiperactivo, no para de hablar, no se puede estar quieto, no presta atención, no sigue las instrucciones, se despista con una mosca, y come compulsivamente durante todo el servicio. Trabajad doce horas junto a alguien así, y ya me diréis, es toda una experiencia.
Juan; pone voz de hombre, y saca pecho como los pavos en celo, tiene el síndrome de, yo lo se todo, soy el mejor, y se mete en una pelea por una miradita atravesada.
José Alfredo; como su propio nombre indica es como un culebron y todo lo que le pasa se lo toma como si viviera en una eterna telenovela.
A José Antonio le falta un hervor algunos dicen que es tonto, yo creo que es un vivo, y haciéndose el tonto trabaja la mitad.
Antonio es algo extraño, esos pelos de pincho, esa mirada perdida, esa boca entreabierta en una mueca indefinida, esos comentarios que no vienen al caso. Este si que necesita un siquiatra, a mi me da miedo estar con el, es como si estuviese esperando el momento oportuno para clavarte un cuchillo.
En fin estas son los últimos compañeros, y yo pensando que estaba pillao.