un segurata en apuros

Publicado en ABC 20-08-2005, original de Mingote

Tengo suerte. La casa donde nací sigue en pie,( quien lo diría), aun recuerdo como cada año antes de comenzar la época de lluvias mi padre subía al tejado para intentar reparar las goteras, consiguiendo solo cambiarlas de sitio. Pero después de tantos años abandonada continua en pie, incluso el grupo de casas de alrededor todavía sigue casi igual. Hoy en día, pocos pueden decir estas cosas, ó llegar a su antiguo barrio y reconocer los sitios , porque las ciudades y pueblos están cambiando con tanta velocidad y tan radicalmente que no hace falta que pasen muchos años, yo diría que con unos meses sin pasar por un sitio ya resulta irreconocible, y los sitios donde nacimos y nos criamos dejan de existir, es como si alguien fuese borrando nuestra historia y ya no fuésemos nosotros mismos, ya no le podremos enseñar a nuestros hijos donde nacimos, donde jugábamos de pequeños, donde lloramos por aquella pelota, donde nos enamoramos, esos sitios desaparecen y solo quedan en nuestra memoria y con suerte como fondo de una antigua fotografía, nunca mas veremos ese banco donde declaramos nuestro amor mientras leíamos aquella pintada,(no pises la hierva fúmatela), de hecho ni siquiera recuerdo exactamente como era el parque pues en su sitio se levanta un edificio de diez plantas.
Con las formas de hablar pasa lo mismo pues quien sabe hoy que los cosarios,(recaderos), de los pueblos venían al centro en la camioneta,(autobús), para hacer los mandaos,(recados), de los vecinos; como le dices a tu hijo que es un mandil,(especie de delantal), que es el cisco picon,(carbón de encina), para la copa,(brasero), como era la badila,(pala para mover la lumbre), que gusto tenia la meloja o los cokis.

Tantas palabras y nombres olvidados, tantos sitios desaparecidos.

Jo, parece que el otoño comienza a ponerme melancólico.