Según el diccionario de la Real Academia Española
"epifanía" es en su primera acepción
"manifestación, aparición". La segunda dice así
"Festividad que celebra la Iglesia anualmente el día 6 de enero", que es una forma de referirse al "Día de Reyes". En inglés es exactamente lo mismo, según leo en la
versión on-line del Merrian-Webster. Pero incluye una tercera que he incorporado a mi vocabulario aunque no exista en español porque es de esos conceptos para los que no he sido capaz de encontrar la palabra adecuada:
(1): a usually sudden manifestation or perception of the essential nature or meaning of something
(2): an intuitive grasp of reality through something (as an event) usually simple and striking
(3): an illuminating discovery, realization, or disclosure.
Tuve una primera
epifanía con 15 años. Fue como un shock. Entendí de pronto por primera vez muchas de las cosas que había pasado en mi vida hasta aquel momento. Es como si hubiera sido capaz de haberme visto a mí mismo desde fuera y comprender el punto de vista de los demás. Fue una experiencia demoledora porque sentí que mucho del daño que había recibido se podía haber evitado. Lloré destrozado y hundido. Y sentí que mi vida empezaba de verdad en aquel momento.
La segunda llegó a los 22 años. Fue una sensación serena de sentirme capaz de enfrentarme por primera vez en mi vida a mis demonios personales. Vino a mí tranquilamente después de un viaje en el que sentí que muchas cosas tenían que cambiar en mi vida. Recuerdo que estaba en casa escribiendo en mi diario y simplemente pensé
"se acabó". Y sentí esperanza por el futuro.
Hice cálculos y si habían pasado siete años entre la primera y la segunda epifanía tendría que llegar otra a los siete años de la segunda. No es que creyera en alguna fuerza sobrenatural que las provocara. Simplemente me gustaba creer que sucedería. Con 29 años realmente hubiera necesitado una que hubiera impulsado mi vida en alguna dirección positiva. Cumplí los 30 y no llegó.
Hace un año, por estas fechas, rompí con
F. Cuando acabó aquella relación me sentí como quien se baja mareado de una montaña rusa. Si en mis dos primeros años lejos de casa no había pasado nada, en el período de trece meses había roto con
D., había vivido una aventura con alguien, vuelto con
D., roto con
D., había tenido mi relación con
E. y vivido el flechazo con
F. Las relaciones de pareja habían dejado de pronto de ser una cosa extraña que rara vez tenían lugar en mi vida. Había tenido relaciones de los más variado. Y había empezado relaciones que no fueron a ninguna parte casi desde el principio. Sentí que era el momento de cuestionarse muchas cosas y plantearse otras tantas. Empezó entonces un proceso que ha durado cerca de un año. No sé si puede considerar algo tan extenso una verdadera epifanía. Ha tenido ciertamente sus momentos puntuales de súbita lucidez en el que percibí asuntos concretos de mi vida con una lucidez nueva y repentina. Pero son tantas las cosas nuevas que han pasado por mi cabeza que necesitaba escribir un blog aunque fuera anónimo para sentir que de alguna manera llegaban a alguien.