Hoy me quedo en casa porque tengo gripe (al final la pillé, por hablar). Ayer me arropaba bajo el nórdico pensando en el frío que hace fuera, un sentimiento típicamente acogedor y hogareño. Hoy, obligada a permanecer entre las mismas paredes, veo pasar el tiempo, veo como se echa a perder. Me duele una barbaridad la cabeza y estoy harta de tontear con el Photoshop. No tendré internet hasta las 18h. No me queda café en casa, me he preparado nescafé. Tengo tabaco, pero no ganas de fumar. He pasado el rato comiendo galletas e inventando fantasías que nunca cuento porque me caen mal. Me caigo mal yo pensando en ellas.
A menudo soy capaz de recordar momentos especiales intensos de mi vida sobre los que me gustaría escribir. No son cosas extraordinarias, hablan de gente y amigos y amantes, por eso son tan difíciles de transmitir. Cuando consigo explicármelo a mi misma con las palabras que fueron o las palabras que creo que fueron, confío en que no se desvanezcan de nuevo, que aguarden a llegar a casa para pintarlas, pero se escapan. Y hoy que tengo teclado y colores y sobretodo tiempo: nada... o todo... veo a Nacho, los ángulos de su cara y los ángulos de sus dibujos, rostros en servilletas del “Sac i Ganxo”. Nacho es una imagen que siempre está. No he visto jamás ninguno de sus cuadros, pero sé que pinta. Pienso muchas veces que merezco tener una de sus obras conmigo, para poder recordar que le amé intensamente, para poder recordar lo que somos capaces de amar. Me encantaba oírle hablar, horas y horas creyéndole y le sigo creyendo. Su manera de esconder la mirada inconforme y triste. No puedo evitar inspirar profundamente, tan profundamente que los labios se abren y la barbilla se alza suavemente, absorbiendo más y más el recuerdo. Siento mi rostro en el cuello de aquel de largos, suaves, finos y oscuros cabellos, y de finísima, suave y clara piel... un olor dicen, cuesta muchísimo más de olvidar.
(escuchando Repeater de Fugazi)
En otra vida creo que fui bailarina, o trapecista o gimnasta. Eso o voy construyendo una vida paralela, totalmente ficticia a medida que avanzo. Ahora empiezo a recordar, o a fundir ambas realidades. Mi cuerpo conoce sensaciones, elasticidades y torsiones que es imposible que conozca de esta vez, es de otra seguro. Y el caso es que empieza a despertarse entre la poca fibra, los huesos y la grasa, una extraña necesidad de vivirlo, de sentirlo, algo que roza la libertad absoluta, un experimento de soltura física que seguro libera también la mente. No puedo apartar esta idea, porque vuelve una y otra vez, casi da miedo...
Hace un montonazo de tiempo que no tengo ni idea de lo que quiero y eso me confunde de muy mala manera, porque no soy yo persona de esas que pulula y se divierte con ello.
No he podido leer ni un libro porque me empano buscando ideas. Lo del baile casi lo dejo para el buen tiempo, que vestirse y desvestirse es asumir mucho riesgo, conste que los que tengo alrededor han pasado todas las gripes habidas y por haber y yo gracias a mis zumitos (y alguna que otra caloría de más) sigo con buena salud. Lo malo de las ideas para mejorar mi vida, es que seguro que no son inéditas, creo que las plagio y eso no es bueno, una no puede leer una revista o ver la tele o fijarse en vidas ajenas, porque no soy un jodido puzzle y si lo fuere ni Escher encajaría tan variopintas formas. Que, no, que no hay manera de despojarme de la contaminación social y encontrar mi esencia, o como mínimo una pequeñita parte de ese algo de mi YO auténtico, ese que debiera responderme a la pregunta del millón: que coño hacer con mi vida… Luego ya pensaré en como apañármelas, porque como suele decirse lo interesante es el camino sea cual sea el resultado. Y definitivamente he perdido hasta la jodida y aburrida línea de puntos que seguía.
Mientras, estoy acampada y miro pasar a otros, y entre ellos me he fijado en uno que silba en el ascensor cuando baja la basura, dice que tiene un rayo destructor para mandar cosas a tomar por culo, al menos sabe que cosas mandar a tomar por culo, que ya es mucho. Éste ha resurgido cual Fénix, o cual Escorpio y oigan que da gusto verle. En fin, yo como no se silbar porque no tengo sentido ni oído musical, doy saltitos a ratos mientras fumo con el becario peladita de frío en la galería, porque ahora que lo pienso con tanta rasca, igual ese algo autentico en mí, está solamente invernando… pues será.
Tengo un péndulo meneándose desacompasado en la cabeza, uno de esos horteras de tres cadenas y piñas colgando, uno de reloj de cuco (muy propio por otra parte, para estos días raros que se avecinan). Desconozco cual es su movimiento correcto, su compás, porque el susodicho se lo pasa por el forro. Se mueve por la inercia de las ventadas y torbellinos que recorren este pequeño habitáculo craneal, que cargo a veces con una soltura experta, puramente animal, y otras con la pesadez más propia del hombre y sus ralladas. Muy de vez en cuando, cuando el azar, (sin conspiración alguna), provoca el momento mágico en que las manecillas locas por el ajetreo llegan a la hora en punto, siento como se resuelve alguna de las inquietantes -y seguro ingenuas- dudas que me corroen: imagino entonces, mis ojos saltando al estilo cartoon, cu-cu-cucu!, como el personaje tonto que no pilla una, hasta que le dan la oportuna colleja. Me he visto en un par de ocasiones de esta guisa, la última leyendo al hombrecillo verde.
No será la primera vez que debo pasar el mando a esa parte valiente de mí, la que decide que el tiempo es valioso, que no me ilusiona suficiente lo que llevo en la mochila porque no tiene lucecitas, ni hace ping, estimula poco, pesa mucho y no avanzo con soltura. El problema, es que la yo prudente, no reconoce fácilmente los síntomas, a toro pasado todo se veía venir, pero el torito no acaba de pasar, y es que hay una de gente por medio del copón, todos ellos intentando torearlo y ahora resulta que todos ellos, son yo misma y alguna se lleva una cornada de fijo.
He cambiado el “temporalmente cerrado” por este “algo” que es nada. Pero en mí, adquiere forma de “en breve” tengo la esperanza de ser capaz de seguir con esto.
*(gracias a los dos, por el empujón)