Yo, lo que se dice llorar de risa, no lo hago mucho, pero la mayor parte de las veces que me ha pasado ha sido con mi señora madre.
La mujer habla por los codos. Sus anécdotas no son especialmente graciosas, la verdad, pero si a ella le han hecho gracia, estoy perdida. Empieza a hablar a intervalos entrecortados por su risa, se le humedecen unos ojos que achina hasta casi cerrarlos, y cada vez te explica menos. Junta las piernas como si de un momento a otro la flojera la fuese a traicionar y yo allí, totalmente perpleja, con la sonrisa mantenida y los ojos bien abiertos, hasta que por ciencia infusa (o porqué es la madre que me parió), consigo entender la situación que tanto esfuerzo le cuesta describir y a partir de ese momento, agarro el kleenex y ala! a soltar lagrimas, mocos y lo que haga falta.
Es un lujo.
Que la quiero yo mucho, hombre!, a pesar de repetirme tropecientas veces durante la mañana de hoy, que pase por su casa a recoger el melón. Que me lo ha dejado en la nevera. Que sobretodo, que está muy maduro, que pesa mucho y no se lo puede llevar en tren. Que está en el segundo estante (como si un melón se fuese a perder en una nevera), y que si quiero llevarme también la bolsa de ensalada, que me la lleve, pero que no me olvide... el puñetero melón.
Aaai, que melona es, pero que guapa, copón(s)! ™
Posteado por rita el 23 Septiembre de 2004 a las 18:32Madre no hay más que una, dice el refrán, y es categóricamente cierto. Mira que en este mundo tenemos la manía de clasificar y etiquetar a la gente y no conozco a nadie que pueda hacer lo mismo con su mamá. Con las de los demás si, claro, pero es que no son TU mamá, son gente.
Ains, echo de menos a la mía. :__)