Saber reírse
Reírse es una de esas pocas cosas que, siendo buena, no está prohibida, ni es pecado, ni tan siquiera engorda. Los niños se ríen unas noventa veces al día, los adolescentes unas veinte y en cambio la mayoría de los adultos apenas cinco, y ¡eso que es gratis!.
Sé que el mundo así en general no está para muchas carcajadas, pero hasta esos manuales escritos por psicólogos de barba, gafas y aires profundos, recomiendan que, para seguir adelante en la sociedad inestable en la que nos tenemos que desenvolver, la risa es el mejor antídoto.
Además el pesimismo es contagioso y eso ya debería de ser suficiente motivo para no aguantarlo. Saber reírse de uno mismo desdramatiza los problemas y te hace disfrutar de las cosas más sencillas. Ya sé que no es fácil, cuando en un mismo día los sentimientos parecen una montaña rusa, se hace difícil no sacar ese lado quejica y envolverse en la autocompasión, sin embargo nada como una sonrisa para empezar a ver el lado bueno de las cosas.
Escrito por Ricardo B. en Abril 14, 2004 08:42 PM