Esa es mi geografía
La infancia es un territorio luminoso que, quien más o quien menos, añora. Pero también es un espacio donde se dan situaciones pesarosas, muchas de las cuales la mayoría hemos preferido olvidar. Por lo que a mí respecta, una de las cosas más tediosas, se daban en el colegio. ¡Esa gravosa obligación de hacer todo los días lo que menos te gustaba! Claro que había asignaturas que me gustaban más que otras. Una de las que menos me gustaban era historia y geografía ¡Tenías que aprender de memoria tantas palabras complicadas, indescifrables, inútiles...! Lo malo de la infancia es que la abrumadora lógica de tu inocente y joven corazón choca siempre con la lógica exterior que dictan los adultos. Y la mayor parte de nosotros nos rendimos a esa exigencia sin llegar a saber que estamos perdiendo lo mejor de nosotros. Por eso me caen siempre muy bien las personas con corazón de niño.
Nunca pude aprender al completo, por ejemplo, la lista de las capitales del planeta, por ejemplo, Nouakchott, Tananarive o Dar es Salaam. Imagínate: si ya costaba saberse los nombres de las regiones y provincias españolas, ¡qué sucedería con los centenares de topónimos del ancho mundo!
La vida es una sorpresa: yo estaba peleado con la geografía y la historia y acabé por ser un vicioso de los viajes. Y el milagro se produjo. Empecé a pisar sobre los nombres. Quiero decir que puse los pies sobre la realidad de muchos de aquellos topónimos que martirizaron mi infancia. Y al caminar sobre ellos, al sentir sus olores, al contemplar su geografía real con mis propios ojos, me quedé extasiado con muchos de ellos. Y ninguno de sus nombres se ha borrado de mi memoria por más que no haya puesto el menor empeño en aprendérmelos. He visto Sandanski, Teotihuacan o Abul Simbel y he visitado dos veces Niza, he deambulado por Dublín... Fijas en tu memoria los nombres de esos lugares, como el de el/la chic@ que te gustó durante una temporada cuando te sentabas en el colegio en el pupitre a su lado. ¡Cómo vas a olvidarlos nunca si alguna vez estuvieron en tu corazón! La geografía se transforma en un acto de amor cuando empiezas a viajar. Creo que, si volviera a estudiar, se convertiría en mi asignatura favorita y siempre obtendría sobresaliente. Pero, claro, dedicaría seis meses al estudio y otros seis a patear la Tierra.
Estoy enamorado de muchos de los lugares que he visitado. Son nombres que me transmiten aromas, sabores y sonidos. Esa es mi geografía.
Escrito por Ricardo B. en Abril 13, 2004 07:36 PM