Salta
- ¿Me quieres, verdad? –le preguntó.
- Sí, más que a nada en el mundo.
- ¿Confías en mí?
- Por supuesto.
- Entonces salta. Si te digo que puedes volar, puedes.
- Está muy alto, cariño.
- Salta de una vez.
Y saltó. De pronto se sentió ligero. Extendió los brazos, ahuecó las manos y empezó a planear. No era volar exactamente, pero sí le sirvió para aterrizar suavemente en el patio. Ella, subida en la azotea, le miraba asombrada.
- ¡Es fantástico! –le dijo-. Ahora salta tú.
Movió la cabeza, negando. Su cara ya no reflejaba asombro, estaba asustada. Luego se fue corriendo.
Escrito por Ricardo B. en Marzo 10, 2004 07:37 PM
Sr. Ricardo B. sería un placer que acudiera a una fiestecilla un tanto peculiar:
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Gracias por anticipado ü~~
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