La primera flor del azahar
Aunque ahora no llueva está el sol afuera y hace algo de fresco. Sin embargo, hoy el día ha tenido algo de extraordinario: he visto el primer azahar abierto. Tal acontecimiento no es baladí, aunque parezca un suceso que sólo interese a botánicos y fabricantes de mermelada de naranja amarga. Si este sol dura unos cuantos días, la floración empezará a ser generalizada, y todo cambiará en esta ciudad. El fin del invierno creo que es celebrado por muchos pueblos, pero aquí es algo parecido a una liberación. Desde que terminan las navidades, por estas tierras ibéricas estamos deseando compulsivamente que se acabe el frío y la humedad; y aunque se sufra sequía, cuando llueve cuatro días seguidos, al quinto no es raro escuchar expresiones del tipo "joé, ya podían llenarse los pantanos y dejar de llover". Es cierto que la primavera no llega hasta más adelante, aunque ni de lejos hay que esperar al 21 de marzo, fecha en que la gente ya suele llevar mangas cortas debajo de la chaqueta. Lo de hoy es el anuncio de que se acaba el invierno, que salimos del letargo. El azahar forma parte de un calendario vital, por el que nos regimos todos, y que quizás los meridionales seamos más propensos a exteriorizarlo. A mí, con sólo verlo y olerlo, ya me han entrado ganas de todo, como si fuera un chute de vida, que dispara y acelera el cuerpo y la mente. Será que el invierno no está sólo ahí fuera, sino que también lo llevamos dentro, y esa necesidad de que cese el frío y humedad en nuestro interior es la que nos empuja a agarrarnos a la flor despistada de un árbol, una forma como otra de pasar página en el almanaque de nuestra vida.
Escrito por Ricardo B. en Febrero 12, 2004 07:03 PM