Orión
Cuando es de noche y paseo por la calle, siempre trato de mirar al cielo. Las noches invernales son las más preciosas de todo el año, y una de mis constelaciones favoritas es Orión. De manera clarísima se levantan las dos estrellas de los hombros, Betelgeuse y Bellatrix, las tres estrellas del cinto y las dos estrellas de los pies, de las cuales la de la derecha se llama Rígel. En la antigua leyenda griega, el cazador Orión tenía fama de poder vencer a cualquier fiera. Debido a ello, entre él y el Escorpión se desató una dura batalla. La leyenda continúa relatando que Ulises, durante su viaje a los infiernos, se encontró con el gran cazador Orión, quien lo condujo donde se hallaban los gigantes de la antigüedad Otos y Ephialtes. Se consideraba que éstos habían sido, después de Orión, los gigantes más bellos que jamás habían existido. Orión era considerado también como un gran caminante y, gracias a su enorme fuerza, como un gran benefactor de la Humanidad.
Bueno, pues ésa es un poco la mitología de Orión. Esto viene a colación porque a pesar de que el día este nublado o no haya más que negros nubarrones que no dejen ver ni la luna o tan sólo un pálido reflejo de su brillo, la realidad, a pesar de todo, nos dice que la noche está estrellada y que detrás de cada gran nube, hay infinidad de estrellas que titilan a modo de simpáticos guiños.
Mi afición por mirar las estrellas me levanta sentimientos de soledad, de sentirme irreal en un mundo perdido. Cuando estás aquí, tan solo, te da tiempo a pensar en muchas cosas. A veces es un peligro ceder a la tentación de perderte por los infinitos vericuetos de tu mente, pero siempre suele ser conveniente dedicarte unos pocos minutillos al día. Es una pena que tal como va la vida, casi no te quede tiempo para ti mismo, para tener una pequeña parcelita de soledad que, si es en el momento apropiado, puede ser muy aconsejable.
Hay un fragmento precioso de Juan Salvador Gaviota, que refleja bastante bien el ánimo un tanto apesadumbrado pero con las esperanzas intactas, al cual me refiero.
'...Pasamos de un mundo a otro casi exactamente igual, olvidando enseguida de donde habíamos venido, sin preocuparnos hacia donde íbamos, viviendo el momento presente... Elegimos nuestro mundo venidero mediante lo que hemos aprendido en éste. No aprendas nada, y el próximo mundo puede ser igual...'
Escrito por Ricardo B. en Enero 31, 2004 02:57 PM
Pocas personas saben diferenciar lo real de lo irreal,pasando mil veces quizà la misma prueba, conviviendo con las mismas personas en mundos paralelos, y seguimos aferrando nuestra energía en busca de lo inexistente, lo mejor que puede tener el ser humano hoy en dìa es aprender de la misma naturaleza y emplear las bondades de la vida, aunque hoy en dìa eso se ha quedado sepultado ante tanta enfermedad y hambre de materialismo absurdo, tristemente veo que día con día perdemos en sentido de la vista espiritual.
P.D" He leìdo a Richard Bach su libro que me marcò mucho en cuestiones amorosas "El puente hacìa el infinito" te lo recomiendo por lo pronto me leerè este que mencionas un besazo Ricardo!