El alicantino Pedro Solbes está llamado a ser uno de los hombres fuerte del nuevo gobierno socialista de Zapatero. Vicepresidente primero y ministro de Economía y Hacienda, hereda del gobierno Aznar la etapa económica más próspera económicamente que ha vivido España en muchos decenios. Solbes ya fue ministro de Economía en el último mandado de Felipe González, entre 1993 y 1995.
Cierto es que cuando Pedro Solbes llegó al Ministerio de Economía en 1993 recogía un pesado legado de su antecesor, Carlos Solchaga: un desempleo en niveles históricos, un déficit público fuera de toda previsión y fracasos estrepitosos, tanto en el ámbito de la economía social con la suspensión de pagos de la cooperativa de viviendas PSV de UGT y en el llamamiento sindical a la huelga general de un año plagado de sobresaltos y malas noticias. Solbes tuvo que hacer frente a la intervención del Banco de España sobre Banesto, wue precisaba medio billón de las antiguas pesetas para su saneamiento y que provocó el estremecimiento del sistema financiero y grandes nubarrones de duda entre los inversores internacionales sobre la salud de la economía española.
La convergencia europea hacia la Unión Económica y Monetaria sufrió un duro revés con las continuadas y especulativas tormentas monetarias que desencadenaron una vuelta atrás en el mecanismo de cambio del Sistema Monetario Europeo. En sus dos años y medio al frente del Ministerio de Economía, Solbes tuvo que impulsar tres devaluaciones de la peseta, debido a la desconfianza que provocaba nuestra vieja moneda en los mercados internacionales.
La crisis en 1993 se cebó no sólo con el paro –3,3 millones de desempleados- sino con el sector industrial y, en especial, el sector del automóvil con fuerte caída de ventas y pérdida de empleos que, por ejemplo, en SEAT afectó a 9.000 trabajadores. El cuadro macroeconómico que organizaciones internacionales, como la OCDE, diseñaban para el siguiente año (1994) en España no era nada esperanzador, ni aún con Solbes: un paro en el 24% de la población activa, una caída de la inversión del 2,5% y un insignificante crecimiento de la economía.
Las previsiones desgraciadamente se cumplieron. Al final de 1994, España tenía 3,7 millones de parados (el 24% de la población activa) y en un millón de hogares ninguno de sus miembros trabajaban. En cuatro años se había destruido 1 millón de empleos.
Aquel año, con Solbes al frente del Ministerio de Economía, los españoles vivimos la cuarta huelga general de los gobiernos socialistas por una reforma laboral que, entre otras cosas, creó los famosos contratos temporales o precarios que tanto han criticado “a posteriori".
Gran parte de las empresas públicas estaban sumidas en situación de quiebra técnica como Iberia (en 2003 ganó más de 143 millones de euros). Otros conflictos se vivieron en Nissan, Ebro-Kubota, SKF, Rank Xerox, Santa Bárbara, Gillette...
Los mercados no creían al Gobierno con la fortaleza política necesaria para actuar contra el déficit público y la inflación, un 7% y un 4,3% en 1994, lejos del promedio comunitario y aún a mayor distancia de los criterios de Maastricht.
Si así terminó 1994, el siguiente año, 1995, no se caracterizó por las buenas noticias. Fue el año en que se desató la alarma por parte de Solbes cuando públicamente dijo que el sistema de pensiones español estaba en peligro. La ira social que ello provocó no benefició al bolsillo de los españoles, donde el consumo de los ciudadanos no despertaba. Las rebajas fiscales se convirtieron en tema tabú para el Gobierno. El tipo máximo del IRPF se situaba en el 56% (ahora está en el 45%), y con un déficit público en tasas tan elevadas era impensable acometer reformas tributarias.
España finalizó 1995 incumpliendo los cuatro requisitos -estabilidad monetaria, tipos de interés, deuda y déficit públicos- para entrar en la Unión Económica y Monetaria en 1999. La inflación no experimentó ningún avance positivo, los tipos de interés al 9,2% eran los más altos de toda la UE y el déficit público (6%) seguía lastrando a sociedad.
Además, a finales de año había en España 3,5 millones de parados (el 22,7% de la población activa) según recogía la EPA. 1995 pasó también a la historia como el ejercicio en el que el gobierno socialista con Solbes en Economía fue incapaz de aprobar unos Presupuestos por la desconfianza generada ante los demás grupos políticos y la sociedad española.
A partir de marzo de 1996, con el cambio político la situación económica cambió radicalmente. España logró entrar de cabeza en la Europa del euro, se consiguió la creación de 4 millones de puestos de trabajo a un ritmo de crecimiento superior al 3% en la economía española y España se consolidó como la octava potencia económica mundial.
El reto que ahora tiene Solbes es darle continuidad al camino recorrido con las mejoras necesarias o volver a las políticas que entre 1993 y 1995 dejaron a España a la deriva.