Se dice que algunas cosas nacen de la necesidad o por azares del destino; sin embargo, prefiero pensar, al igual que Alejandro Jodorowsky, que elegimos nuestro destino y que nada de lo que nos ocurre es producto de la casualidad; en todo caso, esta promesa de proyecto (que no proyecto de promesa), surge por la fuerza de la causalidad (sic); es decir, por una serie de circunstancias o señales que tratamos de leer [...] -según Kundera- como leen las gitanas las figuras formadas por el poso del café en el fondo de la taza; señales que convergen y estallan en este momento y lugar determinado, como una supernova, para bañarnos con su brillo, para vivir el sueño con los ojos abiertos y a plena luz del día; señales, pues, que tienen su razón de ser y estar.
Por todo, las causalidades (sic) vienen con augurios, con presagios, y se van dejando huella, confirmando sin decir palabra (en tanto signos), ya que no la necesitan; volando todavía desde no sé cuándo, desde no sé dónde, hasta esta mágica locura de muchachos volviéndola fantástica y real; metáfora de luz, de más allá: un acto poético en sí mismo. Y a la pregunta del ¿por qué se hace?, sólo queda responder socráticamente con otra pregunta: ¿Por qué no?
Posted by carlos e. herrera g. : Enero 14, 2000 03:50 AM