Imaginar que la desesperanza habita en los pozos más profundos de la razón es como suponer que una cueva existe para dar hogar a la oscuridad. La razón flaquea frente al continuo goteo de la pena, ella insiste, araña y se alimenta de la vida.
Imaginad sus manos, sus surcos, la edad cincela sin control sobre el caos de la juventud, la edad enloquece y allá dónde una caricia dibujaba caminos ahora se desliza por arrugas, la edad busca matar a su prometeo. Esas manos sujetan un rostro, no vemos sus ojos, no su boca, su nariz sólo se intuye, y de los recovecos que crean sus dedos brotan lágrimas y un desesperante llanto.
Nunca habéis oído una pena como la suya, una teñida de amargura, nos contagia, duele, se alberga en esa parte de nuestro ser que está sentado en ese banco, nuestras manos en el rostro y a la vez una pregunta... ¿qué causa ese dolor?.
Es un placer volverte a leer...
Gracias por compartir tus letras.
Me quede con las ganas de seguir leyendo...
Escrito por Selene a las Mayo 21, 2005 09:12 PM