¿Quién sabe? A lo mejor, la Epumer se sonreía en alguna parte, mientras deambulaba, invisible pero presente, entre el humo artificial, la bola de espejos, los proyectores, los reflectores y la multitud de estrellitas de ahí adentro.
A lo mejor, se sonreía mientras Richard le ponía voz, sentimiento y sutileza a ese pequeño homenaje que los chicos le rindieron el 27 de Septiembre, cuando todavía el dolor de saberla en el otro lado no se acallaba en esos corazones que, de algún modo, habían compartido muchos escenarios con la Dama.
Esta mañana nublada viajaba en el tren, y casi sin querer, queriendo, me puse a recordar esa noche, y ese tema que tocaron, sí. La letra era simple, y decía así:
Y hoy hace un año que caíste, cerraste tus ojos y abriste las manos, María Gabriela, poetisa. Valga esta pequeña mención como homenaje.
El sonido que harían tus pies al chapotear en las aguas pantanosas. Las burbujas que afloran a la superficie de esa región, de ese sitio que parece respirar. Un vaho nauseabundo, como de carne putrefacta. Lo viscoso y fútil, rodeándote...
Y ahí, parado adelante tuyo, sonriéndose casi con lascivia... o con pena: Lovecraft. También un cuervo, su animal de compañía. Un cuervo negro posado sobre su hombro. Y entonces, el que canta, incluso antes de cantar nos da a entender que no canta. Recita. Cuenta su historia con esa característica voz grave y sedosa. Y las palabras te llegan, en andanadas de riffs pantanosos.
Jungla verde y calurosa,
-llena de caimanes y de raros pajaros-
Negros ríos, insectos gigantes...
Mi amor, te extraño,
mientras el terror... ¡me invade!
Ballenas y el mar
-tan frío mar-
Tu risa por la radio
-en el cassete-
La imagen pública
-sonando extraña-
Mis noches sin vos... ¡antártica!
Brindemos
-por nosotros-
Musgo...
sobre...
Oro.
De acuerdo a mis magros conocimientos musicales y auditivos, el delay es un efecto merced al cual las notas de una guitarra eléctrica sufren una suerte de retraso, que las hace llegar a los parlantes, justamente, con atraso.
Pues bien, merced a Horacio, quien hizo un comentario de la índole solicitada en el post precedente, llegó a mis neuronas la particularidad de que en el rejunte huevo-lúger del miércoles pasado también hizo acto de presencia la señorita Analía, quien llegó con retraso.
Pero claro, nadie es tan inteligente como yo, que me di cuenta de que tampoco mencioné a Singing Banzo, que se ganó la Copa Delay al más retrasado de la velada.
Seguimos esperando al menos siete comentarios medianamente inteligentes en el post inmediato anterior a este. Gracias por su atención.
No, esperen, atiendan: el delayoso Horacio, gentileza de su host, Zona Libre, posteó una excelente crónica de la reunión con casi una semanita de atraso (batió mi récord, que fui el ultimo en escribir al respecto). Pueden leerla haciendo click acá.
Ya no duermo, sólo sueño
sueño que ya no puedo dormir.
El remedio es un placebo
puedo olvidar que alguna vez te creí.
Descanso apenas
cuando asustado despierto
tu mano es tan real
y lejos de tu piel
yo no existo.
Ahora siento y vivo y hago
-puedo olvidar que alguna vez te mentí-
porque ya no existo, nena,
sueño que ya no puedo dormir.
sueño que ya no puedo dormir.
apenas
cuando asustado despierto
tu mano es tan real
tan real
apenas
cuando asustado despierto
tu mano es tan real
lejos de tu piel
yo no existo.
no existo
no existo
no existo.
Me acuerdo de una noche, el 19 de Diciembre de 1998. Me acuerdo de que Richard Coleman la hizo subir al escenario. Me acuerdo de que estaba vestida, como cada uno de los muchachos, de negro riguroso. Pero con ese toque de femineidad que sólo algunas rockeras tienen. Me acuerdo de que acompañó uno a uno los acordes frenéticos de los coros en esa gema llamada Enloquecida con su voz diferente.
Se llamaba María Gabriela Epumer. Y hoy, lamentablemente, su mano que digitaba sobre las seis cuerdas; su voz que entonaba canciones; hoy, en un día nublado y gris, se apagó. Se apagó su corazón. Y, de alguna manera, en algún oscuro rincón, también murió un pedacito del mío. Que se fue, ahora lo sé, cuando esa noche inmortal ella cantó aquello de "(...) lo que ves / es toda la intención de respirar."
Gentileza del amigo Richard Coleman, les obsequio con esta frase de antología: Es así, sólo nuestra vida... Comprendí, que no hay salida.
No, no hay salida.
Lunes, día cero. Inicio del ciclo de 7 días, que morirá el Domingo. Ahora es el momento para explicar (o al menos intentarlo) una canción fabricada a base de calabazas que estallan. Quien quiera leer, que lea. Quien no lo quiera, que se muera, nomás.
There's no connection to myself / I'm your lover, I´m your zero... Más allá de lo hermosamente poético de esas palabras, en alguna parte aparece la imagen pecisa de Narciso, que adora hasta lo indecible su propio reflejo; su personalidad, su identidad, son tomados como puntos de partida para explicar todo aquello que lo circunda. La apoteosis del egocentrismo, que lo lleva incluso a compararse con Dios, caundo entona And God is empty just like me. Para él, en efecto, Dios no es Nada, pues él mismo se considera el Demiurgo, el Creador, la Causa y el Efecto de todas las cosas, el que mueve y designa los hechos del mundo.
Nosotros, claro, pensamos que este tipo está gagá, pero incluso por ese flanco se defiende (y hasta se justifica): Intoxicated with the madness, I'm in love with my sadness. Y saberlo solo, triste, quizás loco, nos mueve a experimentar sentimmientos contradictorios, como temor y compasión. Temor, ante su potencial locura (pensemos, sin ir más lejos, en un nuevo Adolf Hitler). Compasión, ante su tristeza infinita y su soledad, que lo llevan a ser, en el fondo, nada más y nada menos que una criatura desdichada. Un Zero.
Relacionando... ¿saben qué? Ahora que lo pienso, me temo que fue la compasión lo que me llevó a adoptar a Gollum. No sé, a veces me dan ganas de deshacerme de él, por lo tremendamente HDP que puede ser en ocasiones. Pero, como le pasaba a Frodo en el Libro (El Señor de los Anillos, del amigo John Ronald Reuel Tolkien, para el que lo sabe y para el que no), algo así como la lástima ante el sufrimiento de esa pobre bestia hace que le perdone la vida y no corte relaciones con él.
Supongo (bah, en realidad sé, porque esta mañana me gané una buena zurra gracias a un par de dichos suyos por ahí) que ya empezó a hacer de las suyas en los blogs... en fin.
La respuesta: un Zero es esto
My reflection dirty mirror, / there's no connection to myself. / I'm your lover, I'm your zero, / I'm the face in your dreams of glass. (...) // Emptiness is loneliness, and loneliness is cleanliness, / and cleanliness is godliness, and God is empty just like me, / Intoxicated with the madness, I'm in love with my sadness. / Bullshit fakers, enchanted kingdoms, / the fashion victims chew their charcoal teeth. / I never let on, that I was on a sinking ship, / I never let on, that I was down (...)
Me estaba acordando. últimamente, de esta gran canción del señor Billy Corgan y sus calabazas que estallan (significado literal de smashing pumpkins). Es un tanto antigua, circa 1995, pero hay que admitir que uno se regodea con todo aquello que pueda sonar a tradicional. Particularmente, me gustan los versos que están en negrita. La traducción sería, en ese orden:
There's no connection to myself: No hay conexión conmigo mismo.
I'm your lover, I´m yourzero: Soy tu amante, soy tu cero.
And God is empty just like me: Y Dios está vacío, igual que yo.
Intoxicated with the madness, I'm in love with my sadness: Intoxicado con la locura, estoy enamorado de mi tristeza.
Los invito gentilmente a elucubrar explicaciones posibles de cómo alguien fue capaz de generar algo así. Yo le encuentro un sentido personal, que mañana (mañana) expondré. Hoy, antes de morir, no quiero perder la Belleza de estas palabras, tratando de explicarlas... sólo necesito sentirlas.
POST SCRIPTUM: ¿Qué es un ZERO?