Miércoles 23 de Julio del 2003, 21:15 hs., sala 3 Cinemark Caballito. Cuatro, tal vez cinco publicidades, tanto del tipo promocional como adelanto fílmico, dejaron paso a la lluvia de carácteres verdosos que inmediatamente después coparon la pantalla con:
CGI a rabiar. Y tan bien aplicado que resultaba prácticamente imposible notar el efecto especial en cuestión. Sobresaliente utilización estética en los casos puntuales de la caída-tiroteo entre el Agente y Trinity; la ingesta del postre por parte de la mujer rubia, en el restaurante del Merovingio; la batalla plagada de saltos en la escalera marmolada, también en Merovingilandia; la resurrección de Trinity a manos de Neo... y, sobre todo, en esos maravillosos personajes, pelilargos y tan blanquito-metalizados: The Twins.
MÚ-SI-CA. En mayúsculas y con las sílabas así de separadas. Groove electrizante, rítmico, espectacularmente aplicado a las escenas de peleas y persecuciones de la autopista. Lo confieso: mi cabecita, mis manos y mis piernas se movían por propia voluntad, seducidos por el ritmo fantástico de la banda de sonido.
GIROS, giros y más giros en la trama de la historia. De la fe mística, la profecía, se pasa a la razón pura, a la programación maquinal, como si se abarcara en un zoom todo el espectro filosófico-histórico, desde La Biblia hasta el Manual Microsoft del futuro vía Bill Gates.
Un punto extremadamente interesante, que hace a la naturaleza de Neo: como dice el Arquitecto, el ente también conocido como Sr. Anderson es un agente de control... pero a la vez se revela como anomalía, ya que está dominado por un sentimiento esencialmente humano, llamado Amor.
¿Programas de computación capaces de enamorarse? ¡Wow! Aún sin siquiera desarrollar una idea derivada de la posibilidad planteada por la pregunta precedente, queda flotando en el aire una mezcla de sano asombro y atroz inquietud. ¿Qué piensan sobre la viabilidad de que una máquina desarrolle sentimientos o pensamientos similares a los humanos? En otras palabras: ¿Cuáles serán las posibilidades de la inteligencia artificial en ese sentido?
En fin... máquinas que sienten, programas de computación que se enamoran de otros programas de computación y la atrocidad del miedo. Tan diferente de lo que sentí al compartir esa proyección contigo a mi lado. Entre tanta escena frenética y persecución explosiva; entre tanta filosofía y derivaciones consecuentes... qué hermosura el refugio de ternura que construímos juntos, y que día a día se acrecienta, se agiganta, se expande y crece. Como un solo corazón que rebosa de Amor. Y esto ya es la propia y conjunta vida real.
Sí, Don GOLLUM, estoy en la Luna. Aunque, más bien, podría decir que ella y yo estamos mucho más allá del Sistema Solar, en una región llamada Paraíso. En invierno, y en el medio de la humedad de Buenos Aires. Sí, es posible, y hace muy, muy bien.
Anoche me redimí.
Apagado. Emponzoñado. Envenenado. Sádico. Pero lo que sí, tremendamente meticuloso. Jack, The Ripper, o su émulo. Carnicería sangrienta. Órganos extraídos y devorados ritualmente. El agente del orden, adicto al opio. Opium. El Infierno que está en algún lugar de nosotros... Londres, Siglo XIX.
Algo, una vena sensible quizás, se reabrió en mí, tras ver este film. Podría decir que me deleitó. Me alivió, también. O tal vez, sólo me regocijé maquinando alguna macabra historia de venganza, rituales, perversión, misterio y alguna otra fantasía. No siento vergüenza al admitirlo. Me gustó asistir a esos bajos asesinatos de prostitutas. Contemplar la rigidez de los cadáveres. Y la deformidad de lo humano. La putrefacción. Las moscas revoloteando por ahí...
Regocijo, ésa es la palabra.
En última instancia, es parte de la naturaleza humana. Nuestro lado oscuro, aquél que la mayor parte de las veces ocultamos a todas las miradas. Nuestro costado más vil, aquél que se deleita cometiendo atrocidades y bajezas.
Golpea al débil. Tortura al inocente. Asesina por la espalda al indefenso. Escupe al limpio. Veja a la virgen.
Sólo hazlo, oscuro ser. Hallarás deleite en cometer esos atropellos.
Ya el Gran Arquitecto recompensará tus obras, en el Infierno. Ese lugar donde todo Hombre se encuentra a sí mismo, sin miedo.
Y acaso ese lugar y ese tiempo... ¿no es aquí y ahora?
Piénsenlo. Yo ya lo pensé, y les aseguro que... nadie, en el fondo, puede dejar de envidiar a Jack.
Y a ustedes... los desafío a que cuenten, en los comentarios, cuál es la fantasía, idea y/o maquinación más atroz, sangrienta y oscura, que alguna vez tuvieron. Y a usted, amigo GOLLUM, le ordeno postearla a continuación. Luego será mi turno...
Veo gente muerta. Caminan como personas normales. Creen que están vivos. No le cuentes a nadie mi secreto.". Palabras del niño Cole Sear, tapado hasta el cuello con una manta rosada. No pude evitar que una risa maligna se escapara de lo más profundo de mis entrañas, cuando contemplé la carita con que dijo "No se lo digas a nadie. A NADIE.", je. Realmente tenía miedo, el crío.
...Y pensar que, de chico, yo:
a) Torturaba animalitos.
b) Tenía tendencias piromaníacas.
c) Y, sí, a veces me hacía pipi en la cama.
...como para que cualquiera durmiera tranquilo...
Claro, la diferencia es que yo estoy bien vivo (por ahora, por ahora...).