EL VISITANTE (Parte 1)

Los modos del atardecer difieren de un punto del mundo a otro. En algunos la puesta del sol es brusca y no se anuncia, como cuando se apaga la luz en una habitación sin ventanas; en otros se torna lenta, casi exasperante, y su residuo es una claridad rojiza, sanguinolenta, que perdura hasta que las sombras se apoderan del paisaje. Sólo entonces, tras el necesario preámbulo de incertidumbre y lucha, avanza la noche e inicia su reinado triunfal.
Pero los poderes de la noche nada pueden hacer contra la mayor oscuridad del saber, contra las magias y ciencias que no han sido reveladas a ser viviente alguno, y que en algún momento escogen por sí mismas a un iniciado e inician, sí, el verdadero Reinado de la Oscuridad. Precisamente, la noche ya se apagó; todos los minúsculos puntos de luz que el cielo exhibía hace unos pocos minutos fueron desplazados por la negrura más intensa. y sé que esa señal significa algo: mi misión está llegando a su exitoso final.
Alguien lee.

El hogar está en llamas. La luz amarillenta proyecta figuras dantescas por detrás del amplio sillón que enfrenta, a una distancia prudencial, el simulacro de Infierno. Como si estuvieran dotadas de vida propia, las sombras beduinas bailan al ritmo de las corrientes de aire, en la pared del fondo. La única puerta de la habitación sin ventanas está cerrada. La consecuencia es una mezcla de admiración y miedo; sensaciones humanas, que se confunden en quien lee con fascinación el mamotreto de más de novecientas páginas. Está sentado en el sillón, y el libraco le muestra con descaro los números dibujados con hilos de oro en el margen inferior izquierdo y derecho, en las respectivas hojas de seda. Sus manos sostienen con delicada firmeza el extraño libro, y sus ojos se desplazan con fluidez por la silabeante superficie del texto. El número que se desnuda a la mirada es aterradoramente significativo, cabalístico, demoníaco: 666.
Es en esa página maldita donde se narra el hecho que marca la apoteosis de la trama, el punto culminante: el protagonista cruza su existencia con el visitante. Ambos personajes confluyen en un punto de la narración, a partir del cual ya nada será como antes. El visitante, un personaje enigmático, puesto en segundo plano al principio, gana protagonismo conforme avanza el relato, y en ese encuentro con el protagonista se devela todo su poder.
Lamentablemente, desconozco el título de la obra; incluso dudo de que tenga un autor. En verdad, muy pocos tienen la suerte de recordar esos datos, tras leer el monumental tomo y la historia que en sus entrañas se revela. Mi caso puede ser tomado como paradigmático, porque a duras penas logré sobrevivir a los efectos que la lectura tuvo sobre mí; aún hoy, no me siento completamente seguro de haber pasado la prueba.
En un resto de mi memoria, sobreviven los recuerdos de una vida anterior, que se niegan a dejar esta entidad en que me he convertido...

¿ECO TONTO?

Una revelación: ahora resulta que todos los que hicieron el meme de la entrada anterior son unos tontos.

MEME: SOBREVOLANDO

Me gustaron los snapshots que pude observar en esta página, así que me bajé el SnagIt y capturé la siguiente vista aérea de Placebo...

También hice capturas de otros varios weblogs. Es una manera interesante de apreciar cómo luce el diseño de la página desde una perspectiva un poco más amplia.
A ver si postean la imagen, los que recibieron su regalito. Iniciemos un meme.

SIEMPRE ES HOY

Viajo en tren, subterráneo, colectivo. Generalmente, evito mirar las caras de la gente. Pero anoche, y esta mañana, por el contrario, me dediqué a clavar los ojos en alguna fisonomía al azar. En muchas fisonomías al azar.
Y lo que vi (rostros cansados, gestos resignados, pensamientos que piden a gritos ser expresados, preocupaciones reprimidas y un largo etcétera) no me es ajeno. Pero, como te dije, me es difícil pensar en un futuro lejano, cuando lo real, lo tangible, es el hoy. Y cuando no sé si mañana, o dentro de unas horas, seguiré estando sobre la faz de la tierra.
Pero, ¿qué importa? Lo que deba pasar, pasará. Y, ¿sabés? Siempre, el futuro es hoy. Por eso, a pesar de que a veces sientas que la inseguridad te invade; a pesar de que a veces veas el futuro como inexistente; a pesar de la idea de frustración...
Carpe diem. =)

SEPT - SIETE

¿Te acuerdas?
Yo me acuerdo de que habíamos merendado, y después emprendimos el regreso. Volvíamos con pasos tranquilos, medidos, como si intentáramos alargar lo más posible el momento. Y entonces, en esa esquina, el semáforo se puso en rojo. Paradójicamente, fue como una luz verde. Te miré, tomé tu cara entre mis manos y...

Y fue Marelle:

Y fue Rayuela:

A LA HOGUERA

Desde el inicio mismo de la lectura, sentí un leve asco. Asco que se potenció a medida que avanzaba la lectura. Y hoy, a menos de 100 páginas del final, estoy absolutamente convencido: hay que matar a Ignatius J. Reilly.
Habbi, cuando termine de leer el libro, ¿qué hago? ¿Lo quemo para matar, simbólicamente aunque sea, al tipo ése, o...? =P

CATEGORIZÁNDOME

Magalí propuso una clasificación de quienes conforman el Mundo "B" en cinco pasos. Ciertamente, podría haberme "clasificado" en sus comentarios, pero como usa HaloScan, en un mes ese pequeño divague desaparecería, y no es la idea. Por eso, para conservarlo en la memoria, acá dejo mi clasificación.

Sé hacer templates, o plantillas para usar la expresión castellana. Sin embargo, el aprendizaje de la rutina de diseño, creación y modificación implicó usar, en un primer momento, la plantilla que brinda prearmada el servidor. En una segunda instancia, más que dejarlos hacer, preguntarles a webloggers que tenían más experiencia que yo cómo se hacía para colocar links, imágenes, etc., hasta que poco a poco fui acumulando los saberes necesarios para, hoy en día, crear mis propias plantillas. O sea, es un proceso de aprendizaje continuo que todavía no ha finalizado. No soy tan necio como para decir que ya lo sé todo. Al contrario, este aprendiz todavía tiene mucho por descubrir. =) Cuando empecé, usaba el nickname "THE MATRIX". después, lo abrevié al más simple "MATRIX". Por último, cuando definitivamente este espacio se convirtió en mi lugar en la red, adopté las siglas de mi nombre y apellido: "J.E.L.", Jonathan Emanuel Lewenhaupt. Podría decir que el juego inicial le dio paso a una cierta realidad invasiva de la fantasía que suele generarse en internet, en torno a la adopción de nombres, nicks e identidades "reales" o "ficticias". Hoy, a menos que tengas el conocimiento lateral de mi nombre real, digamos que entro en la categoría C. al ser meras siglas, no hay una identidad definida. J.E.L.podría tranquilamente interpretarse como "Juana Estela Lima", o algo peor. =P Todos los webloggers que conozco, sin excepción, llegaron a mi vida por sus respectivos weblogs. He departido amablemente (y no tanto) con varios de ellos, en la vida real, a través de meetups o reuniones organizadas porque sí. A muchos otros sólo los conozco por lo que escriben... pero hay que admitirlo, me parece que nadie habilita los comentarios en su sitio para que muestren un cero. Inconscientemente, se busca la interacción con otras entidades. Entro en las tres calses, definitivamente. En ocasiones, leo un post y no comento; un poco porque pienso que ya está todo dicho y no hay nada más que agregar o retrucar, otro poco porque me parece que el post es insulso y no merece un comentario mío (péguenme si quieren). En otras ocasiones, dejo un comentario que se me antoja pertinente y doy por terminada mi participación en el feedback que todo post busca generar. Y en otras, leo, me parece que el tema del post amerita un comentario, un intercambio de opiniones, una discusión, un debate... y así es que dejo lo que tengo que decir, y al día sigueinte, o incluso el mismo día, vuelvo a visitar el weblog para leer las respuestas o reacciones que haya podido generar mi opinión. Y, si me parece que algún comentario lo merece, vuelvo a aporrear el teclado para dejar estampadas mis palabras. =) Inclusive, hay weblogs que visito asiduamente, pero en los que jamás dejé comentarios. Ahí es donde entro en una cuarta clase, la de lector silencioso, que lee pero jamás comenta.

POR LA JUSTICIA III

Una buena noticia. El 6 de Julio fue liberado Epigmenio León Martínez, escritor y weblogger mexicano al que acusaron de robar espejitos retrovisores de un auto abandonado. Un mes antes, Gerardo Sifuentes Marín también había recuperado su libertad.
Por fin. =)

JONATHAN HOY

Pregunta: ¿Identifican este lugar?

JONATHAN EN ESTOS DÍAS

ME PARECE QUE BOCA NO VA A JAPÓN

X X X X
JA, JA, JA, JA
=D =D =D =D

El que ríe último ríe mejor.

P.S.: No es lo mismo...

...que...

De todas maneras, no hay que preocuparse tanto.

EL NOMBRE EN LA LÁPIDA

Iniciamos la escritura de un weblog por diversas razones. Mantenemos ese espacio a lo largo de un lapso de tiempo variable, por causas diversas. Y también lo cerramos, o lo abandonamos, por diversos motivos.
No importa por qué cierra un blog. Lo que queda es una sensación amarga, una tristeza, un vacío, un link en tu blogroll que lleva a ninguna parte.
De un tiempo a esta parte, he asistido al cierre, al abandono o a la muerte de varios weblogs que me gustaban. Podría citar Mi Sombra en Formol, del Sr. 100 Cadáveres; Palabras Olvidadas, de Anna Blume (el sitio por el que descubrí este maravilloso mundo); Séptimo Sentido; No soy Superwoman; Carlito's Circus; Evasivas; Improvisando; La Rabiosa... nombres, nada más que eso, porque sólo quedan los archivos, o una fea página en blanco, o un aviso de error.
Y ayer se sumó un nuevo eslabón al rosario: Mente en Blanco. ¡Ufa! =(

La pregunta es: ¿Qué sensación te provocaría el cierre de este weblog? Ahí te quiero ver. ;)
Vamos, decilo sin miedo, no caigas en la categoría de lector silencioso.