SUBTERR�NEO

Enfil�s con paso decidido hacia esas escaleras que se hunden en las entra�as de la tierra. Te introduc�s en las fauces que te devoran. El mundo exterior, plagado de una luz algo m�s natural, deja paso a la noche ap�crifa, artificial, iluminada por lamparillas perennes. A veces, es como una simple escalera; otras, un enjambre de corredores que simulan los intestinos de un monstruo inconmensurable. Pero siempre, en alg�n momento, lleg�s al and�n. Y ah�, envolviendo tu ser con su chirrido el�ctrico, aparece el tren. Mir�s c�mo las puertas se abren y una marea humana (como en tantos otros lugares, �no?) se abre paso a empujones. Por un instante se confunden aquellos que salen y quienes entran, chocando las aguas aparentes en direcciones opuestas. Entonces, los r�os se amoldan y forman corredores. Cuando la �ltima gota de agua se introduce en el gusano de metal, un pitido anuncia que las puertas aprisionar�n a quienes est�n dentro. Y se cierran.
El gusano arranca, y va a perderse en el t�nel. El aire retumba con el sonido de las ruedas de metal desplaz�ndose sobre los rieles de metal, y poco a poco, la intensidad del estruendo disminuye.
�Qu� hay m�s all� de cada estaci�n? Una ara�a. Una enorme y monstruosa ara�a de t�neles que conectan puntos distantes de la metr�poli, que absorven a seres incautos, que no saben que est�n siendo digeridos por el monstruo. Y, cuando ya ning�n jugo es aprovechable, la ara�a los escupe por alguno de sus m�ltiples poros.

Las grandes ciudades, en general, albergan a estos artr�podos, y parecen considerarlos beneficiosos para su desenvolvimiento.
Hoy, a trav�s de un argentino en Toronto, conoc� los diversos espec�menes de ara�as que existen en las principales ciudades del mundo.
La ara�a de Buenos Aires no figura en el listado. Sin embargo, es esta: