Creo que llega un momento de la vida en que lo único que tenés para seguir adelante es lo que has vivido. Y que no inventás nada. Todo lo que escribís lo has vivido, lo has conocido, si no te pasó a vos, ha pasado a tu lado o a gente que conocés, que odiabas o que querías, poco importa, pero has estado cerca de esas experiencias y vas acumulando todo eso. Y llega un momento en que lo vas descargando. Si tenés un poco de exigencia, tratás de darle una forma que sea interesante para otra gente, si no es el vómito, y le pagás al psicoanalista para que lo oiga. Pero creo que llega un momento de tu vida en que el único capital que uno tiene es el pasado.
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Es una cuestión epistemológica, creo que seguramente se puede llegar a una verdad, no a "la" verdad sino a una verdad de alcances limitados, de validez más limitada aún. Por eso no niego la posibilidad de que alguien llegue a una verdad. Veo las cosas como una serie de intrigas, de acertijos, de enigmas que proponen sucesivas esfinges con las que nos encontramos a lo largo de la vida. Y las respuestas que vamos dando a veces aciertan, a veces no.
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Generalmente el detective termina descubriendo menos sobre la realidad que sobre sí mismo. Hace una investigación sobre hechos exteriores a él, sobre el mundo objetivo y, si alguna verdad encuentra, suele ser una verdad sobre sí mismo.
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Y después la gente, la capacidad de superar el malhumor, las dificultades e incluso la propensión a rezongar, a quejarse todo el día. De pronto, gente que tiene tres empleos por día para sobrevivir está disponible para salir a la noche y quedarse charlando con uno hasta muy tarde en un café, sin que sea necesario prever ese encuentro quince días antes. Hay en ese sentido una especie de mezcla, en el mejor sentido, de disponibilidad, de curiosidad y de facilidad de la gente para entrar en contacto que es fascinante. Es algo más fuerte que todo lo que puede ser negativo, que proviene de la situación social, económica, etcétera.
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Escrito por J.E.L.