Bueno. Punto final al asunto. No tiene más sentido que sigamos hablando de nuestras nuevas tendencias dictatoriales. Dictadores de país bananero, por cierto, pero dictadores al fin. Eso seremos. No podremos ser los Stalin de internet, pero al menos nos haremos los prepotentes en nuestros cinco centímetros de red. Y, pese a todo, será sólo una pose, pues podríamos decir que incluso nos "divierte" la libertad de expresión.
Ya está, no hay más nada que agregar.
Ahora bien, no me preocupa tanto ser la secuela de Gran Hermano 4, sino el "my God" de Matrix. ¿Qué es eso? Me hubiera esperado esa expresión de cualquiera, menos de Ud., mi buen amigo. Primero, porque lo escribió en inglés, y Ud. solía tener aversión a los idiomas extranjeros (no por ignorante, sino por principios). Pero, en segundo lugar y más importante que cualquier cosa, me extraña su invocación a "Dios". ¿De qué Dios está hablando? ¿De Jehová? ¿Del Dios Júpiter, de Tutatis? ¿De Ilúvatar? ¿Del Demiurgo que todo lo construye?
La palabra Dios es extraña en un escrito suyo, mi amigo. En especial porque para Ud. Dios era sinónimo de Iglesia, esa institución terrenal ocupada en asuntos terrenales, esa secta monstruosa con ramificaciones insondables, con ojos y brazos por doquier, más terrible y mortífera que el Gran Hermano (ya sea en su variante orweliana o su variante telefeica). Hablamos de esa Iglesia que tiene conductas dictatoriales más perversas que las que ostentamos en Placebo. Si no, vea un simple ejemplo de lo que la Iglesia es y lo que le hace a uno de nuestros colegas.
Aguardo su respuesta...