Escrito por: Newton
Ir al baño requiere una actitud ante el proceso de saber que iremos al inodoro con la firme intención de expulsar “algo”. Por un lado es positivo en el sentido de que estaremos en un lugar higienizado (en el caso de tu baño) y por el otro establecemos una patología inhibidora que nos hace pensar que este acto natural siempre esta cargado de suciedad e inmundicia (lo cual nos remite a una “sustancia desplazada” mas no extraña)
Es así como las funciones relacionadas con el proceso de la “eliminación” son de alguna manera emocionalmente hostiles y cargadas de “malas palabras”. De esta manera se utilizan recursos lingüísticos como el eufemismo para eludir los procesos y productos, en un claro sentido de ocultar nuestras necesidades, mas no nuestras intenciones (estas requieren un grado de sofisticación como forma de dominar el espacio donde hacemos nuestras necesidades y el grado de especialización en el uso de los artefactos adecuados para tal fin)
En este punto, nuestra actitud para con el inodoro (el eliminador universal) recrea un mundo lleno de confusión, que va de la modestia, pasando por el pudor, hasta llegar al aislamiento (social). En el trabajo vamos al baño por que deseamos una pausa, en la calle se nos presenta como un peligro inminente y en el hogar es un medio de escape…
Es por eso, que para evitar momentáneamente ese sentido de culpabilidad y vergüenza ante la función de la eliminación, siempre llevamos "algo" al baño para leer…