Por: Newton
La montaña de donde vengo sostiene una batalla legal con la alcaldía del pueblo porque quieren convertirla en una ciudad. Ese… si, ese señor gordo que viene bajando por la ladera, de barba y bastón, es el Sr. Vasco.
Ese caballero se hace acompañar de lindas promotoras con vestidos rojos y blancos, tipo colegialas, para que yo crea en sus sueños. Me hago el loco y entro en la primera casa que veo, la cual es mi destino inicial.
Subo las escaleras metálicas, y cuando camino por el pasillo, empiezo a ver que este alcalde tiene razón:
- una jirafa que se convierte en gigante y me quita mi almuerzo
- un gato que se roba mi patineta, para después convertirse en un apuesto joven igual que yo pero con una motocicleta
- una secretaria que se transforma en un cardenalito
Cuando logro reaccionar, me doy cuenta que estoy ante una pared llena de buzones de correo al final del pasillo, hablando con Don José Quántico. Este insigne personaje me da una escoba y me invita a barrer una habitación-calle donde se desarrolla el linchamiento, bien merecido, de un arbitro de fútbol. Repentinamente, lo gritos quejumbrosos de varias doñas, me hacen correr hasta la ventana para darme cuenta que han arrollado a un joven con una guitarra…
Salto sin pensarlo y observo como se acerca ella: una medico, hermosa y sencilla. Sinceramente, había dejado de preocuparme por la salud de mi amigo Camilo, puesto que solo se había desmayado por que su guitarra ya no le hablaba. Yo seguía embelesado, desviando el transito para poder verla mejor, lo cual me provoco serios insultos por parte de los conductores vociferantes, mi perro (que no podía cruzar la calle para conocerla) y un bebe de 4 años, que resulto ser el fiscal de turno para dirigir el transito en esa esquina…
Las personas agolpadas sobre la escena han empezado a empujarme y se ríen de mi, siento que mi cuerpo etéreo empieza a despegar y, a medida que lo hace, me siento muy triste… era ella, estoy seguro que era ella…