Escrito por: Newton
Inicio este artículo con la definición de remate, asumiendo que muchos desconocen o saben muy poco del término:
Remate: fin o cabo, extremidad o conclusión de una cosa/ lo que en las construcciones arquitectónicas, muebles, etc., se sobrepone para coronarlos o adornar su parte superior.
"¡En que desviaciones no caerían aquellos que, lejos de ver en la arquitectura un medio eficaz de contribuir a la dicha pública y privada, no vieran mas que el de ganarse una reputación y adquirir algún tipo de gloria, al divertir nuestra vista con vanas imágenes!"
Jean Nicolas - Louis Durand (1760-1834)
Cita tomada del ensayo: “Compendio de lecciones de arquitectura”
Hay palabras que pueden llegar e incluso definir en sus mas íntimos detalles, una cosa o situación. Pero en el caso que nos ocupa, la palabra Remate es algo así como una golosina repugnante y vacía, usada muy a menudo en la practica de la jerga arquitectónica. El termino lo dice, el Remate es una consecuencia al momento de darle fin a una construcción. Quizás con la finalidad de coronar una obra (como si de una Miss se tratara) y con el agravante de adornar algo que de por si, solo lo que requiere es una finalización sin tantos recursos teatrales. Entramos aquí en una fase ya superada por la “modernidad”, como fue la discusión acerca de si el adorno es un delito o si el delito es la apariencia que toma algún hecho arquitectónico basado en su despiece tecnológico. El Remate, en algunos arquitectos, suele ser una especie de constructo maligno, donde en vez de ser una disimulación (mostrar algo que no se es fingiendo ignorancia y/o tolerancia), se convierte en una simulación (representación de algo que esta fingiendo ser otra cosa).
En ambos casos el Remate es una recreación de una situación que requiere ser controlada, inconclusa tanto en la obra como en la psique
del “arquitecto/artista” que desea ornamentar un(os) plano(s), sobre el cual se representa un objeto dentro de un sistema de relaciones espaciales.
Como bien esta dicho, el Remate es ornamento y, como no hay ornamento, entonces no existe una palabra como Remate dentro del vocabulario del arquitecto. La erradicación de esa palabra y, la búsqueda constante de la sustitución, nos lleva a un nivel donde después del termino, se pasa a la complejidad del termino. Es en esta avanzada, donde la sustitución se plantea como una metodología de estudio para generar una teoría de lo convencional: de lo simple que puede llegar a ser el lenguaje
manejado sin perder su calidad expresiva.
En ese caso, el Remate es un facilismo expresivo, sin ninguna dimensión vivencial, es decir, el término no expresa acción alguna o, tal vez, una propiedad especial, solo se remite a un convencionalismo propio de los productos pop, esos que convierten los eventos o los personajes cotidianos, en una simbología de connotaciones ordinariamente especiales. Siendo el Remate una articulación del adorno, es lógico saber por que hay tantas ciudades inconclusas en sus funciones pero “ricas” en imágenes superficiales.
Lo llamativo de toda esta reflexión, es la manera como los arquitectos (incluso muchos de renombre), le asignan un significado de finalización, en el sentido de cerrar una obra arquitectónica, cuando se sabe que ninguna obra (o por lo menos las que pretenden ser una referencia), son un tema cerrado, inerte y sin energía, sino mas bien, son obras que se desprenden de vanos artificios para representarse a si mismas como un complemento del entorno y no al revés.
Esa complementariedad que no es aprensible (es abierta) se convierte en una relación fundamentada en la retransmisión constante de grandes cantidades de energía. Es así como la obra arquitectónica o la ciudad van de los estados menos probables a los mas probables, sucediéndose constantemente, una sustitución e intercambio de términos desarrollados con claridad y bajo una sincera expresión, para que en un tiempo (no definido) se comprendan las cosas que se regeneran dentro de la ciudad y su periferia.
Digo adentro, por que afuera (lo que no es ciudad) las cosas carecen de remate quizás por esa condición de espacio(s) abierto(s). Es ahí cuando nos damos cuenta de que hay una depreciación de lo que no se ve, en función de un programa ridigizante y totalitario, que se cree resolverá un espacio y que actuara en forma benéfica sobre aquellos (humanos) a quienes despreciamos con nuestros limites (reglas) y sus limitantes (herramientas). Los que deben hacer algo por la ciudad lo hacen deficientemente, afectando a los que no hacen nada, o no pueden o no les interesa.
Erradicar términos es como quedarse con poco o ningún lenguaje, pero no creo que exista algo peor que utilizar un termino vacío y además con una estructura (ficticia) de asociaciones. Si el lenguaje visual/abstracto debe quedarse con pocos términos, es preferible eso a terminar “rematando” el idioma, a veces por facilismo, otras por los billetes. De todas formas como dijo un arquitecto: “El signo no cambia en absoluto: es el interprete quien lo envilece o lo consagra”
Humbert de superville (1770-1844)
Cita tomada del ensayo: “Ensayo sobre los signos incondicionales del arte”
Nota: la imagen de este artículo es una obra de Theo van doesburg y Cornelis van eesteren, y se llama “Construcción de color: proyecto para una casa particular” (1923) Observe que no hay espacios cerrados sino simplemente “sugeridos” como abiertos, aquí la asociación de planos, vértices y aristas, no esgrimen ningún adorno u ornamento. Por lo tanto, ya sabes lo que no es un remate.