Abril 21, 2004
fragmentos....uno....
Nada, no hay nada. Ni casas, ni coches, ni calles alrededor. Nada, solo piedras y una arena infinita que golpea tu cuerpo. Ha amanecido tormenta en nuestro desierto. El sonido del viento se agazapa en mis oídos, llenándome la cabeza de lugares, de momentos, de recuerdos tan lejanos en el tiempo que se entrecruzan confundiéndose unos con otros, los rostros, las sombras, junto con este escozor de ojos que apenas me permite abrirlos.
Si, sigues ahí, no necesito mirarte para saberlo. Tengo en mi interior una pequeña luciérnaga cautiva que se ilumina cuando estas conmigo y que revolotea juguetona cuando intuye tu sonrisa.
Hace tiempo que tengo miedo. Miedo de que mi luciérnaga aproveche cuando estoy dormido para abrir la puertecita de su jaula. Miedo de despertar y de no volver a verla volar.
Quizás todo sea fruto de esa sensación de la que huyo últimamente, que provenga de ese aletargamiento en que me veo sumido y que es tan difícil de explicar. De que me vaya hundiendo mas y mas bajo esta mascara de piel que cada vez es mas gruesa y se me antoja mas extraña, es posible que la solución a todo este en mis propias manos y que ni aun así sea capaz de verla.