Así le apodaban y ese sobrenombre casi le cuesta estar 27 años en la carcel.
En una pelea de pandillas un muchacho fue muerto a tiros. Su madre pedía justicia, pero no había quien se interesara en la muerte de un pandillero. Los policias aconsejaron a la señora investigar por su lado y la única pista que le dieron es que al asesino le apodaban "El Churros". En México hay un dicho: No busco quien me la debe, sino quien me la pague. Eso fue lo que hizo la madre de la victima, que en cuanto encontró a un muchacho con apodo similar pidió su captura. "El Churro" fue acusado del crimen que comentió "El Churros". Así supe que no solo hay víctimas de primera segunda y tercera clase, sino también acusados de todas las clases. Si no les había importado el muerto, menos les importaba el supuesto culpable.
Al revisar el expediente se podían leer declaraciones de testigos que daban el nombre del autentico asesino, incluso su dirección. Ningún investigador se había tomado la molestia de verificar los datos y descubrir que el autentico asesino había partido hacia la frontera norte el día después del homicidio, según relataba la tía con quien vivía. La sentencia contra "El Churro" era de 27 años de prisión. Un reportaje por la tele y una llamada al ministro que se hacia cargo de la apleación pudieron ayudar, tal vez el ministro por cuenta propia vio lo inconsistente del caso. Una semana después liberarón al Churro, su madre no dejaba de llorar y de abrazarlo, algunos lo aclamaron como un éxito de la justicia. Yo había terminado el reportaje y terminaba la historia para mi. Cuando apagué la cámara trate de recordar que había otra mujer, otra madre, que nunca recibió justicia por el asesinato de su hijo, pues nunca se capturó al responsable.