Octubre 14, 2005

Dos cosas

Despues de intentar convertir esto en un blog con sistema "nicam dual sistem", solo puedo decir dos breves cosas.

Ghñ!! y Urrrph!!

No, esto no era, era esto otro...

Time Capsule
Propiedades de las sondas que pueden ser desplegadas por las naves de la Federación.
Cuando la condición de una nave es claramente alarmante y los daños que ha sufrido se hallan más allá de la reparación, el capitán puede decidir dejar una “cápsula temporal”. Llamamos “cápsula temporal” a una sonda o baliza que se deja flotando en el espacio con todos los datos y bitácoras del personal de abordo almacenadas en su interior. En el caso de que el navío fuera finalmente destruido, algo de él sobreviviría y sus investigaciones y descubrimientos no se perderían en el tiempo.
Es divertido esto de los blogs (bitácoras), sin duda podemos decir que actúan en cierto modo como cápsulas temporales, lo que nos lleva a aquel cuento que decían algunos en años de instituto: “un profesor de filosofía nos dijo que escribiéramos lo que pensábamos de las ‘cosas’ del mundo, de la vida, que lo guardáramos en un sobre y que pasados unos años lo abriéramos y leyéramos”. Toda una aventura.
Asumiendo que la vida nos cambia (aunque la base permanece), si alguien lo hizo o si lo hacemos ahora y leemos después, seguro que nos sorprenderemos o reiremos (quizás con añoranza) de lo que allí pusimos.

Parón
¿Qué haces cuando tus principales para los próximos nueve meses se van al carajo? Pues no sé.
Por eso supongo que ha llegado el momento de averiguarlo. Bueno, esto no es algo muy comunicativo que digamos pero si que es 100% “bloguero”. Me refiero al hecho de llenar unas líneas poniendo tan solo un par de chorradas que no vienen a cuento (o si).
Desde luego no se pueden negar las características terapéuticas de publicar en un blog, pero de vez en cuando, cuando llega el bloqueo, es mejor dejarlo pasar, parar máquinas y hacer algo que no haces porque “no tienes tiempo”. Pero claro, si hay algo que un blog fomenta es el exhibicionismo, y si la lógica llama a no poner nada diciendo que vas a hacer un parón y simplemente hacerlo, no puedes evitar poner unos grandes paneles de anuncio con llamativas luces de neón diciendo que no vas a escribir por un tiempo, y de repente al día siguiente ya se te ocurre algo que poner y no puedes esperar para publicarlo (y si no anuncias nada no se te ocurre nada que escribir).
Luego está el después. No puedo decir que vaya a pensar en algo, porque ya pienso demasiado. Ni puedo decir que me gustaría desaparecer por un tiempo, porque reconozco que eso es harto imposible. Pero por lo menos voy a hacer algo, aunque sea quitarme la barriga residente (Resident Panxa, el nuevo juego).

Escrito por Garuda a las 11:09 AM | Comentarios (4)

Octubre 07, 2005

単調な生活

仕事から出た時、もう夜だった。一日中身体をあたためる日の光も無く閉じこもって過した。窓から日を見ることは日当たりを意味しない。一日にたった二回だけ牢屋から出るのは朝ご飯と昼ご飯の時だけ、おやつは贅沢で面会者に含まれていません。街灯の光をさけ時々けばけばしいクリスマスのショウインドウから身を守りながら広い通りを歩いていた。地下鉄の入口を降りながらもう一度地獄に降りる気がした。単調の地獄、平凡な地獄。毎日のように、いつもの夕方のように、毎晩のように。考える必要もなく、身体が道を知っていた、見るよりもいい世界を想像できた。しかし、そうではなかった。
ビルの扉を開ける前に頭の中ではそれをもうあけていた。階段を上がる前にそれをあがるのにもうつかれていた。行動の前に反応をしていた。しかし、毎日のように聖地についた。
入るやいなや靴を脱いで楽な服に着替えた。夕食に何をつくろうかとかんがえた、しかし、ソファにすわりこんだ。
彼が帰った時、彼女はソファに座ってテレビをぼっとみていた。テレビはまだついていた。
誰も何も言わなかった、夜だった、外は寒かった。夏でさえいつも同じだった。

仕事から出た時、もう夜だった。目を閉じて何も考えなかった。本にそう書いてあった、考えず、心はおだやか、何も望まない… なんて難しいんだ!光はクリスマスツリーの暗い緑の上にくれない色にさしていた。街灯をさけないようにして、しめる前の小さな雑貨屋に街灯が彼女をみちびていた。店に入った。野菜と何かパンを買った、家にはチーズトハムがある。地下鉄におりて段を数えた、入る時と出る時と同じ数だった。
家に帰って靴を脱いで楽な服に着替えた。ソファを見た、上は買い物のつつみがあった、ほとんど忘れていた!
彼が帰った時に台所は別のようだった。太陽はそのとてもとてもせまい所に強く輝いているようだった。彼は入って大理石の台の上に買おうと思いついたワインの瓶をおいた。サロンに向かってやわらかい環境音楽をかけた。
そしてその夕食は彼らにたくさんのことを思い出させた、蜜のように甘いこと、コーヒのように苦いこと。その思い出の中には何かあった、何か皆が知っている、誰も思い出したくないこと。その何かは毎日は前と同じ、違ったことをしようとしなかったら…同じです。

Monotonía (23-12-2003)
Cuando salió del trabajo ya era de noche. Se pasaba todo el día encerrada sin que la luz del sol calentara su piel, ver desde una ventana que es de día no significa “local iluminado”. Tan sólo dos veces al día salía de su prisión, al almuerzo y la comida, la merienda era un lujo no incluido en tan quebrado régimen de visitas. Caminaba por la ancha avenida dando esquinazo a las luces de las farolas, amparándose de vez en cuando en los llamativos escaparates navideños. Al bajar por la boca del metro, le pareció descender a los infiernos una vez más. Los infiernos de lo monótono, de lo banal. Como cada día, como cada tarde, como cada noche. No hacía falta pensar, el cuerpo sabía el camino, la mente podía imaginar en un mundo mejor que el visto. Pero no era así.
Antes de abrir la puerta de la finca, en su cabeza ya la había abierto. Antes de subir las escaleras, ya estaba cansada de haberlas subido. Antes de la acción le llegaba la reacción. Pero, como cada día, una vez más, llegó a su santuario.
Nada más entrar se quitó los zapatos y se puso ropa cómoda. Pensó en la cena, en qué iba a cocinar pero se dejó caer en el sofá.
Cuando llegó él, ella estaba sentada en el sofá con la vista perdida en el televisor. Un televisor todavía por encender.
Nadie dijo nada, era de noche, fuera hacía frío. Aún en verano, siempre era lo mismo.

Cuando salió del trabajo ya era de noche. Cerró los ojos y puso la mente en blanco. En el libro ponía eso, la mente en blanco, el corazón en calma, sin deseos… ¡qué difícil era! Las luces eran de un rojo intenso sobre el verde oscuro de los abetos artificiales. Intentó no dar esquinazo a las farolas y éstas le condujeron a un pequeño colmado que estaba a punto de cerrar. Entró. Compró verdura y algo de pan, en casa tenía queso y jamón. Bajó al metro y contó los escalones, el mismo número al entrar que al salir.
Cuando llegó a casa se quitó los zapatos y se puso ropa cómoda. Miró el sofá, encima estaba el paquete de la compra, ¡casi lo olvida!
Cuando llegó él la cocina parecía otra. El sol parecía brillar intensamente en ese lugar tan estrecho. Entró y dejó sobre el banco de mármol una botella de vino que se le había ocurrido comprar. Se dirigió al salón y puso una tenue música ambiental.
Y la cena les recordó muchas cosas, dulces como el azúcar y amargas como el café, picantes como el ajo y ácidas como el limón. Y entre todos esos recuerdos hubo algo, algo que todos sabemos y nadie quiere recordar. Y ese algo es que cada día es igual que el anterior… si no te preocupas de hacerlo diferente.

Escrito por Garuda a las 11:11 AM | Comentarios (4)