Junio 21, 2004

La Torre

Era un sujeto bastante extraño, a buen seguro asiduo consumidor de drogas. Lo vi “por la calle de la amargura”, entonando poemas asonantes cargados de metáforas sexuales. De su anterior vida de drogadicción sólo quedaba una “litrona” vacía en su diestra y un porro apagado en su siniestra.
Allí, hundido en el anhelo que nunca sería realidad, se balanceaba como un tentetieso buscando paredes donde apoyar sus penas. Allí, donde la oscuridad no oculta los olores, se movía como una alimaña en su nido. Su aspecto descuidado no desentonaba en absoluto con esas calles que eran su hogar.
Allí, sin ser él, era él.
Y pudo ser grande, importante, un “hooligan” de las finanzas, un Costeau de la tecnología. Pero en ese momento sólo era una sombra, una de esas figuras impersonales que llaman “amigo” a todo el mundo, porqué para ellos esa palabra carece de sentido.
Y mirarle a los ojos era adentrarse en su pesar, vislumbrando pasajes de un pasado borroso, desvaído, lleno de mugre. Algo deformado, como visto a través de la litrona que llevaba, que ya no es lo que un día pudo ser.
Y lo peor de todo, lo que más miedo me dio, fue que su nombre podría haber sido el mío, y su vida… la mía.


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Invertida es la peor que te puede salir.

Escrito por Garuda a las 10:09 AM | Comentarios (8)

Junio 12, 2004

Super Maño, ese gran fanzine

Sobran las palabras, Teruel Existe. Y si no se lo creen, Super Maño les enseñará el Camino.
Sublime Fanzine. Promulgo.

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¡Ejem!

Escrito por Garuda a las 12:19 PM | Comentarios (5)

Junio 07, 2004

Aquí iba un título demasiado explícito como para con el post de hoy

Lo siento, hoy tocaba esto:

El calor es sofocante, el sol deja caer los inmisericordes rayos de verano y el agua del pantano se calienta. El alivio está bajo los pinos, por donde corre el poco aire fresco que le queda a la mañana. Los últimos vestigios de urbanismo se hallan a unos escasos doce quilómetros de curvas, subidas, bajadas y polvo, mucho polvo. Pero a pesar de esa breve distancia, ahí abajo, en el pantano, donde la gente suele acampar en vacaciones, no pasa el tiempo igual que en el resto del mundo. No hay luz, ni muchos lujos en una tienda de campaña, solo agua potable y vacaciones, con eso sobra.
Hay baños, asadores obrados toscamente, mesas y bancos de madera de formas irregulares, naturales. La gente no necesita más, hay tiempo, tiempo libre. Y música.
En una de esas mesas, sentados uno frente al otro, dos hombres de mediana edad escuchan la melodía que surge de un transistor situado entre los dos. En toda la extensión, en todo el pantano, no parece haber nadie más que ellos, a pesar de la cantidad de tiendas de campaña y caravanas que se encuentran aglomeradas allí.
La melodía serpentea llevada por el viento, sube, baja, una voz rasgada, dañada desde lo más profundo de su ser acompaña a la guitarra, la caja y las palmas. Los oyentes, con rostros de piedra dejada a secar durante años, aferran con su mano izquierda un vaso de finito fresco y dan golpes en la mesa con la derecha, consecuentes con lo que oyen.
No ze cooomo, ay no ze. Zu’ paso descarso enl’ arena suenan calzao pa mi.
Gitana de grazia morena, descarso por ti yo voi.
Por ti, aaaaaaaaaaay por ti.

Uno de los oyentes entrecierra los ojos de un modo exagerado y nos recuerda a Clint Eastwood en su época de vaquero.
Ay, kenoma, ay kenoma, kenoma devuerto lalpargata i vi descarzo.
I no sé ay, ay que no sé’l poqque tú también vai asín.
Si yo aaaay, aaaaaaaay po ti, po ti descarzo voi.
I e por ti.

El segundo oyente se arrea un lingotazo de su vaso de finito que no llega a tocar mesa si volver a estar lleno. De la nada han aparecido jamón, chorizo, pan y un cuchillo que mantendrá lejos a los que intenten invitarse solos a comer.
¡Aiiiii! Ai, la jamba, la gamba, el camarón y el boquerón.
Ai el picoteo, po ti, to po ti, al vino le di.
Aiy, aihy en Logroño, aihy en Logroño te quieo tocá to’l...
Te quieo tocà to’lalpagata.
¡¡Aaaaaaaaaaay!!

Ese viajero ocasional que ronda estos lares, El Loco, miró la escena con un interés que trascendía las fronteras de lo paranormal. Sin lugar a dudas había música, había ritmo y arte. Pero al mismo tiempo algo le decía que no debía tomarse muy en serio lo que le había marcado la carta del día.
¿Esa carta existía? Hasta hoy no tenía ni idea que fuera así.
Haz como él, lector, encógete de hombros y disfruta de los momentos que te llegan, por absurdos que puedan parecer.

La extraña carta de hoy.

Escrito por Garuda a las 10:38 AM | Comentarios (4)