Abril 28, 2004

Hoshi no hikari (La Luz de la Estrella)

Como diría aquel: “hmmmm, no sé”. No sé, ya me han dicho varias veces que les gusta lo que escribo aquí (supongo que cuando no son sandeces, sino historietas, lo que queda impreso en el blog). La verdad, como mínimo creo que son algo neutro, normales, con sus altibajos. A veces uno se esfuerza, otras le viene la inspiración y no faltan las ocasiones en que se escribe por rellenar. Pero aún así, lo quiera o no, todo sirve como una especie de terapia de grupo, de grupo silencioso que escucha (lee) y asimila mis paranoias en forma de cuentos.
Y de una cosa si estoy seguro, este no es el mejor blog (ni de coña), pero solo espero que no sea uno de los peores (de vista puede que si).
Gracias por leer, depositen su óbolo en el platillo.

Y así, la historieta de hoy empieza como suelen empezar los cuentos.
Fue en un lugar lejano, extraño y enigmático para muchos, diferente y místico para otros.
No hace mucho que sucedió, aunque parece sacado de una antigua vida pasada, pues el tiempo ha llegado a fosilizar sus imágenes en mi mente.
Esperábamos a un amigo en la estación de metro, cerca de las taquillas. A pesar de no ser hora punta la gente llenaba su gran extensión e iba de una terminal a otra sin prestar atención a sus casuales compañeros de viaje. No era ni tarde ni pronto, solo el momento justo, ese momento en que a la mañana se le van agotando las horas, pero que, a pesar del sol conserva la frescura del alba.
Sin nada que hacer mirábamos hacia un lado y otro, tratando en vano de memorizar los numerosos carteles de las salidas a otras terminales, por si nos perdíamos, poder encontrar el punto de origen. Y estaba yo deshilvanando un ovillo de lana demasiado pequeño para tan grande tarea cuando vi un destello por el rabillo del ojo. Miré en su dirección buscando la fuente de tanta luz, y la vi.
Allí estaba ella, con su diminuto cuerpo, en la lejanía, avanzando lentamente, vacilando de un lado a otro por la dificultad que le imponía su declarada cojera. Cargaba con una mochila que se antojaba demasiado grande para su pequeña espalda de adolescente, y en su rostro, a pesar de la lejanía, se podía entrever una mueca de celosa determinación y las marcas del esfuerzo sobrehumano que, a buen seguro, llevaba a cabo cada día. Me quedé embobado, mirando sin poder apartar la vista de aquel resplandor que me hacía sentir muy chico y miserable. Sentí deseos de ir corriendo en su dirección y alzarla en brazos, llevarla donde quisiera por toda la eternidad. Pero, ay, la razón, ese viejo cauce al que siempre vuelven las aguas del pensamiento me advirtió de mi blasfemia. Pues, a pesar de que en ese momento y en ese mismo lugar habían mujeres y doncellas mejor vestidas, más voluptuosas e incluso más, físicamente, bellas, ninguna emitía aquel resplandor, aquella auténtica esencia de belleza que provenía no sólo de su esfuerzo y tenacidad, sino también de su sufrimiento. Y puede que, como un ladrón anónimo que se roba una estrella del firmamento para encerrarla en su guarida y así ocultando su luz al mundo entero, fuera apagar esa luz, esa llama que arde ansiosa de igualdad, y alejarla de la vista de sus hermanos y hermanas, privándoles de ver la belleza de tamaño esfuerzo recompensada en su firme avance, valiéndose únicamente de su triunfo sobre su propia dificultad.
Y esa belleza, esa voluntad, es para mi tan antigua como eterna.
Tal vez por eso digan los poetas, que la eternidad está en el momento en que se vive.

Y con suma cautela, mi compañero de viaje, un tipo extraño que se hacía llamar Loco, sacó una carta de su baraja de Tarot. Una carta que resplandeció al instante y se elevó hacia el cielo, ese lugar desde donde lo que vemos más pequeño a nuestros ojos, es más grande de lo que creemos.

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Escrito por Garuda a las 09:50 AM | Comentarios (3)

Abril 27, 2004

Puestos a escribir tonterias...

Bueno, como el post anteror era realmente patético, casi que me veo obligado a echar tierra sobre él, pero como no se me ocurre nada meramente inteligente (inteligencia a un 20% de capacidad) y tampoco está el horno para bollos, pongo un par de fotos amables y bonitas.

Entre las estrechas calles del casco antiguo de Bunyol, una de las torres se sube a tomar el sol. Hacía fresco.

Y ahí estaba él, como un falso guía mirandonos sin decir nada. Claro, pensé, es normal...

Y esperé y esperé a que viniera hacia mi la Divina Providencia, y entonces...

...Y enonces, nada.

A mamar, xe! A mamar Tot!

Escrito por Garuda a las 10:53 AM | Comentarios (2)

Abril 23, 2004

El poder del Lado Oscuro, ¿de la Fuerza?

En la saga de La Guerra de las Galaxias se habla del lado de la Luz y el de la Oscuridad como dos caras de una misma moneda que es la Fuerza. Bueno, a estas alturas ya sabremos todos que la eterna lucha del bien contra el mal y todas esas cosas que tanto gustan a políticos y demagogos no es cosa de hoy. Para qué enrollarse más, ¿no? El caso es que como otros, frikis (seguro), sabréis, G. Lucas se basó, en gran parte, en la filosofía oriental para crear la idea de la Fuerza y, por supuesto, la orden de los caballeros Jedi. El Ying y el Yang, el Ki (o Ch’i), los samurai (“yedai”), etc…
Pues a donde quiero llegar, a parte de a llenar este espacio en blanco con sandeces, es al lado Oscuro. ¡No! Quiero decir… esto, yo no. Allí no, sino a esa cuestión. Vayamos por partes.
Aferrándonos de nuevo a la filosofía oriental, y no tan oriental, se dividen los pensamientos en dos partes, la luminosa (positiva) y la oscura (negativa).

Espera, espera, que la parte friki del post de hoy no ha llegado todavía.

En la parte negativa, la oscura, se situarían unos pensamientos y emociones que nos pueden llevar rápidamente al desequilibrio del alma, espíritu y mente. Estos serían, por ejemplo, la envidia, el odio, el orgullo exacerbado, la precipitación… Todas esas cosas que de un modo u otro nos acaban llegando en mayor o menor medida a lo largo de la vida. Bueno, a lo mejor todas no, pero si que hay situaciones que nos fuerzan o nos llevan a una u otra parte negativa de nuestra mente.

Llegado a este punto me pregunto, ¿pero qué estoy diciendo?

••••••••• (pensando) ••••••••••

Evidentemente estas tonterías llenan un post de lo más, pero intentaré continuar diciendo algo coherente (no lo garantizo).
La vida que llevamos hoy en día y tal y como está estructurada la sociedad con sus neuras y sus paranoias ancestrales, arrastran nuestro pensamiento y nuestro ánimo hacia la docilidad o la “oscuridad”.
Frases como: Si ese lo hace, ¿porqué yo no?; Yo estaba antes; Si no me pillan, no pasa nada (pensad una vosotros que yo no sé más)… “Frases como esta nos hunden un poco más en el lado Oscuro” (<--- Esta es para enmarcar xD).
No os toméis esto en serio, sólo es un blog xD.
Ahora bien, culpar a la sociedad y todo eso está muy bien, pero aunque no lo queramos, formamos parte de ella y no podemos evitar sus tejemanejes. La autocompasión y la falta de auto-análisis también son malos compañeros para darse cuenta que algo no va bien dentro de nosotros.
Las enfermedades del alma, acaban siendo enfermedades del cuerpo, así que ojito.
(¿Y quién soy yo para dar consejos?)

Por otro lado, volviendo a los Jedi, no creáis que ser del lado Oscuro, un Sith, es tan sencillo como ir empujando viejecitas y desmontando androides astromecánicos en pleno vuelo. Al igual que el Jedi, el Sith autentico ha logrado someter esos impulsos primarios que le han llevado al lado Oscuro y los esgrime como un arma contra su adversario. El Jedi conoce sus debilidades y una vez enfrentadas y superadas no deja que se apoderen de él, sin llegar a reprimirlas, simplemente deja que pasen por su lado y que no perturben su paz interior.
Así que ya sabéis. Que no os arrastre el lado Oscuro.

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Y recordad que en la vida no se pueden cargar partidas.

Más importante que vencer a mil guerreros en mil batallas diferentes, es vencerse a uno mismo
Dhammapada

...Y entrenar con el sable laser

Hoy, más cutre que ayer, pero menos que mañana. Perdón.

Escrito por Garuda a las 12:32 PM | Comentarios (4)

Abril 16, 2004

Der Tod

Corría todo lo rápido que sus cansadas piernas le permitían. No sabía cuanto tiempo llevaba huyendo, había perdido la cuenta. Tampoco se paró mucho en preguntarse la identidad de su perseguidor (¿o era más de uno?). Corría con todas sus fuerzas y cada vez se sentía más cercadle colapso. El pecho le ardía y un escalofrío se aferraba a sus piernas drenando la poca energía que les quedaba. Incapaz de mantener el ritmo hincó una rodilla en el suelo y sintió que la fuerza abandonaba por completo su cuerpo. Se encontró respirando con dificultad, la garganta seca y un sabor parecido al de la sangre recorriéndole boca y nariz, notaba como la sangre circulaba por su cuerpo martilleándole en las orejas desde dentro y tomo una decisión. Tenía que seguir. Un residuo, una mancha de negrura, invadió su mente antes de que cayera de bruces, incapaz de levantarse, era el pensamiento negativo que le susurraba la verdad o le engañaba con una vil mentira que era aceptada por todo su ser.
Se quedó tendido boca arriba, con los brazos en cruz. El pecho le subía y bajaba al son de su fuerte respiración. Estaba cansado, harto de huir, de huir. ¿Huir de qué? ¿De quién? No estaba seguro pero ya no tenía más fuerzas para continuar. Se sorprendió pensado que ya todo le daba igual. Sólo quería terminar con su cansancio, con esa alocada huida en solitario, ¿hacia donde? No lo sabía, tal vez este fuera su verdadero sentido, sucumbir en mitad de un bosque cuyos árboles no dejaban pasar la luz del sol en todo su esplendor.
Se sentía dormir y su respiración disminuía. ¿Era eso su fin? No le importaba, aun cuando sólo fuera el sueño lo que poseía su cuerpo en estos momentos, estaba seguro de que su perseguidor le daría caza en ese estado de tremenda indefensión. No le importaba, y se sorprendió por ello.
Pero no tenía ganas de pensar en nada más.
Se sintió caer en el vacío, y fue grande su alegría al saberse por fin envuelto por la nada.
Y sólo un segundo antes de perder el conocimiento supo quien era el que lo perseguía.
Llevaba toda la vida huyendo de él mismo.


Y en alguna parte alguien sacó estas cartas de las barajas...
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Escrito por Garuda a las 01:09 PM | Comentarios (6)