Después de la tontería anterior me he propuesto hacer algo a la vez serio y divertido, como el Kinder.
La historieta de hoy espero que tenga continuación, espero y deseo, pero como estas cosas uno no sabe como van a acabar, "lo que hi ha juga".
El Viaje del Loco
Permitidme que os presente al protagonista de esta historia, podría ser cualquiera de nosotros, normal y sencillo, un tanto introvertido con los desconocidos y amigo de sus amigos. No tiene nombre, no se lo vamos a dar, en su lugar le daremos un mote, un apodo, le llamaremos en honor a carta del tarot que no tiene número, “El Loco”. Y no porque sus acciones sean erráticas o insanas, no, lo haremos como un símil del tarot, como un juego, puesto que como “El Loco”, ese personaje va a iniciar un viaje iniciático.
Nuestro improvisado aventurero vive un una ciudad no muy grande y aunque no precisaremos su edad diremos que todavía es joven. Lleva unos cuantos años trabajando en el mismo lugar y haciendo lo mismo, todo en su vida ha sido metódico y aunque ha sentido ganas de romper con su aburrido pasado en más de una ocasión, todavía sigue al pie del cañón.
Últimamente le parece que esa ancha calzada que era su vida se ha ido estrechando más y más. No puede quejarse pues esa calzada ha sido siempre recta y carente de curvas, eso piensa él o puede que sea ella, puesto que nuestro personaje podría ser tanto hombre como mujer. En algo si que le tenemos que dar la razón, su trayectoria, hasta ahora, no ha estado mal. Pero con ese estrechamiento se le hace más difícil respirar y sus hábitos adquiridos van desvaneciéndose un día tras otro. El castillo en el que guardaba sus sueños se ha descubierto una mañana frente a una marea alta y muros de arena borrados por el paso de las olas. Todo parece indicar que esa calzada desembocará al final en una línea larga y estrecha, desperado, nuestro personaje rebusca en su interior con la esperanza de encontrar algo que le haga seguir adelante por su propio pie, algo que le de fuerzas para ensanchar esa calzada, y no de arrastrarle por ella como hace la “sucia rutina”.
Nada. Eso encuentra.
Pero un buen día sucede algo, algo dentro de su cabeza empieza a funcionar. Nada, ¿no había encontrado nada o había encontrado algo que llenar? Incapaz de hacerse una pregunta más se dirige a una librería y compra una baraja de Tarot. Si, bueno, nuestro personaje no cree en nada de eso, pero en algún lugar había leído en qué consistía este antiguo juego de la clase alta de la sociedad europea. Según cree, el Tarot consiste en un viaje que recorre la carta del “Loco” por todas las demás cartas, denominadas conjuntamente “arcanos mayores”. Para completar el juego se añadieron una serie de cartas llamadas “arcanos menores”. Nuestro protagonista descarta estas últimas y tras enrollarlas en un pañuelo de tela viejo las guarda como amuleto en el fondo de una gran mochila de excursionista.
Está decidido, se marcha de viaje, quiere rellenar esa “nada” que ha encontrado. Pone la carta del Loco en su cartera, a modo de DNI, y abandona su pequeña ciudad, su pequeño mundo y a él/ella mismo, su ego, o eso espera.
Cada cierto tiempo el protagonista de nuestra historia sacará una carta y dejará que esta guíe sus pasos. Está decidido, tal vez no esté tan cuerdo como pensaba. Se cuelga el macuto a la espalda y, tras despedirse, se marcha dispuesto a abrir mucho ojos y oídos y cerrar la boca, pues el se sabe charlatán y entrometido y quiere empezar desde cero.
A partir de ahora empieza su viaje, la primera carta es, por supuesto la del Loco, pero otras la seguirán en días venideros.
Deseadle suerte.
Tarot de Waite, Tarot de Mago (friki) y Tarot de las Hadas; ¿Cual te gusta más?
“Tancar la paraeta o no tancar la paraeta” e ahí la cuestión.
He estado ausente, pero no escribiendo, ahora toca temporada de sequía. Por lo menos leer si que estoy leyendo, aunque no tanto como pretendería, es de suponer que la lectura es un modo de cargar la escritura. Tampoco, hablando de escribir, he escrito poesía en estos últimos dos meses, ¿o puede que tres? Bueno, no soy ningún poeta, pero a veces escribir (tampoco soy escritor) esas cosas relaja y ayuda a liberarse de la tensión acumulada.
De la tensión me he liberado jugando al PC, cosas que pasan. Y mientras jugaba se me ocurrían cosas que escribir por aquí, pero eran tan poco interesantes… como esta misma.
He jugado a un juego que iba de la historia pasada de Star Wars (TM, lo pongo por si las moscas), que si que es el Caballeros de la Antigua República. Y mira que le tenía yo tirria al sistema D20, por eso de cómo era la 2ª edición de D&D, y ahora como que me gusta más. Si es que a todo ese frikismo de los Jedi no hay quien (gustándole las primeras películas, las viejas) se le resista. Creo que es por eso de que el rollo de la Fuerza lo hayan sacado de la filosofía oriental y los Jedi (yedai) sean una versión fantasiosa de los samurais. No hace falta decir, a quien me conozca, que siempre me gustó lo oriental y por si fuera poco, también me va lo de Star Wars, pero sin extremismos fikis, que luego todo se va al garete por no saber poner las cosas en su sitio. Después de todo una película es una película y un juego de rol es un juego, nada más… O tal vez puede que no sea así, algunas de las religiones que hoy en día dominan parte del mundo, empezaron con cuentos y fábulas que pretendían entretener a la vez que enseñar algo. Vaya, no pretendo decir que dentro de unos años se creará una secta de caballeros Jedi (ya la hay), ni que las religiones de hoy en día son el frikismo del pasado… ¿o tal vez si?
¿Veis? Este muermo no hay quien lo lea. Creo que si que “tancaré la paraeta” si no se me ocurre nada más.
Y, para terminar: Una Cosa (¡página de Sum O’Fobia y todo!), a lo mejor se me ocurre algo para este 14 de febrero, pero por si acaso, espera sentadito ;p