Vale, ya sé, es cutre, previsible, pero es gratis (gran argumento).
Y a mi me está bien.
Los de ahí atrás, que esperen a pagar para quejarse.
Y no hagan mucho ruido, que hay gente haciendo como que lee.
“Tengo una mazmorra para ti”. ¿Qué estoy haciendo yo aquí? ¿Por qué me han traído? Ya sé que no tiene ningún sentido preguntarse esto pero a estas alturas, es algo que no puedo evitar.
He decidido empezar esta especie de diario para anotar todo lo que soy, o lo que creo que soy, de modo que no se pierda. Lo dejaré en este centro con la esperanza de que alguien lo encuentre. Por favor, si estás leyendo esto, si lo has encontrado, envíamelo, aquí pongo mi dirección.
No sé ni porqué lo hago ni cómo puedo sentirme con ánimos para escribir tonterías como estas, pero siento que si no lo hago ahora se perderá.
Me llamo Julián, tengo dieciséis años…
Laia continuó leyendo hipnotizada, completamente absorbida por una la narración que para nada parecía la de un chaval de dieciséis años, su edad. Sólo era un folio pero la joven lo leyó y releyó hasta perder la noción del tiempo. Entre idas y venidas, mentales, se imaginaba irrumpiendo en los pasajes que narraba el joven o simplemente se inventaba una situación en la que ella se veía catapultada a su mundo de un modo exageradamente heroico. La puesta del sol le advirtió con su poca luz que era hora de ir a cenar, pero ya desde antes de que llegaran las ocho y media hasta el preciso momento en que se fue de allí su mente no dejó ni un instante de pensar en ese folio y en quien lo había escrito.
“Me llamo Julián, tengo dieciséis años”, esta frase se quedó grabada a fuego en la mente de Laia. El chaval era un “fantasioso”, no sabía si reír o llorar cuando leía los pasajes en los que el joven confesaba sus fantasías más absurdas (¿¡ideales de caballería!?), y sin embargo había algo maduro en todo el conjunto. Conforme pasaban los días iba aumentando su ansiedad. Estaba deseosa de salir y enviarle a Julián su folio. La última parte del diario le quemaba el alma. Había un salto de cinco días en el que no había escrito nada.
21 de Julio,
No consigo recordar los momentos tan felices que he descrito en días anteriores. Los leo y me da la sensación de que son recuerdos ajenos, tan lejanos los veo de mi actual yo que no los identifico como propios. A pesar de que me encuentro mejor, que todos me dan golpes en la espalda y me dicen que me alegre, que tengo mejor color de cara… Pero me siento como si hubiera perdido toda razón para seguir viviendo.
26 de Julio,
No sé porqué, pero no he tenido valor para destruir esto. Hay algo en mí que impide que deshaga todas estas patochadas garabateadas en un folio. Me da hasta vergüenza leer lo que he escrito, y aún así soy incapaz de dar el sencillo paso de lanzarlo a la papelera. Lo dejaré aquí, ahora que he superado mi “problema”, y espero que nadie lo encuentre.
Que superficial me siento al mentirme a mí mismo. Es como si hubiera perdido algo que ansiara recuperar y que, sin embargo, no recuerdo lo que es.
¿Qué es?
Y ahí terminaba todo, una semana antes estaba quejándose de lo difícil que se le hacía recordar su propia identidad y de repente, pasados unos días, volvía “curado”. Si no fuera porque le había caído bien el chico pensaría que era un quejica. No, no podía pensar eso. Todas las noches, antes de acostarse volvía a echar un vistazo al diario. Durante el día no pasaba un momento sin que meditara qué le escribiría cuando le mandara el folio por correo. Lo que no hizo fue pensar en su propia “recuperación”, en unos días ni recordaba lo que era un ordenador, y la ansiedad que podía sentir la identificaba inmediatamente con el diario de Julián. Y así, casi sin que se diera cuenta, llegó la hora de irse.
- Doctor –dijo la enfermera que había estado al cargo de Laia en todo momento-. Laia se marcha ya y sus padres quieren darle las gracias.
- Ah, Laia –la puerta se abrió y pasó una muchacha de unos dieciséis años flanqueada por sus padres.
Los padres de esta se deshicieron en elogios para con el Doctor Sugrañez y en pocos segundos llegó el momento de la despedida.
- Bueno Laia, espero no verte de nuevo por aquí –añadió el Doctor guiñando un ojo. Todos rieron la gracia con risas nerviosas.
Durante el viaje de vuelta estuvo todo el tiempo callada, mirando el paisaje con una media sonrisa impresa en su inocente rostro.
Dos días después Julián recibió una carta de una muchacha llamada Laia, dentro había un par de folios. El primero lo había escrito él mismo hacía casi un mes, el segundo había sido recortado por la mitad y a modo de nota habían escrito un numero de teléfono móvil y unas escuetas líneas.
Hola soy Laia, tengo dieciséis años.
¿Quedamos?
Aviso: Las autoridades morales advierten a las lectoras que el escritor de este folio virtual escondido en el blog-pared no tiene 16 años y todo acto de respuesta realizada por menores de edad sera considerada perniciosa.
Pero bueno, seguro que el escritor no tiene reparos. Yo animo a que dejen la firma en el blog.
Estooooooo, bonita la historia. Parte 3?
¿para qué parte 3? Digo... vale ya me imaginaba cómo acabaria, pero me ha asombrado y todo.
Una tercera parte no contaria más historia.
Pues porque igual seguirias asombrandote, no te jode...
Escrito por Esgar a las Junio 1, 2004 05:44 PMSiguiendo mi tradicional modo de hacer historias, no habrá tercera parte.
Perdón, pero ya sabeis que la continuidad se me da fatal :P
Bueeeeeno, haré como siempre, diré que lo continúo pero sin hacer nada... xD
O eso o que vengan las musas a inspirarme... y expirarme 8P
Una cosa. ¿Sorprendido?
¿En qué te ha sorprendido? Si se puede preguntar.
Y tomo nota, tomo nota...
Kinder Sorpresa, ¿no? xD
Parece un cuento con moraleja y una bonita moraleja.
Aunque al final la chavalita sea tan lanzada y no piense en la moraleja, ¿pero que moraleja?
A mi me ha gustado la historia, leida con un poco de retraso, pero me ha gustado. Es dificil contar algo de forma que enganchea al lector y este blog lo consigue.
Lo de los 16 años... en fin, quien no ha tenido 16 años.... ¿todos los nacidos antes del 1988?
Los que no han tenido son los nacidos despues, a no ser que sea 1988 AC
Escrito por Esgar a las Junio 5, 2004 06:30 AMGaikara, la moraleja está en... en... (mirando al suelo buscando algo)... estooo...
Invic, ¿¿puedo usar la frase "es dificil contar algo de forma que enganche al lector y este blog lo consigue" como reclamo publicitario?? Gracias por el peloteo.
Esgar,algunos nacidos antes de 1988 DC hemos tenido 16 años pero no nos hemos enterado hasta que teníamos 17 (y así sucesivamente).
Escrito por Garuda a las Junio 5, 2004 12:26 PMY que es lo que he dicho? que los nacidos antes si que han tenido, los de despues no. ¿Acaso no nos podemos tomar algo literalmente?
Parafraseando a Invic: "en fin, quien NO ha tenido 16 años.... ¿todos los nacidos antes del 1988?"
Claramente los nacidos antes de 1988 SI han tenido 16 años. En fin, estoy en mi derecho a leer literalmente lo que pone ahi.
Escrito por Esgar a las Junio 5, 2004 04:02 PMHombre, leyendo el diario del niño y teniendo encuenta el estado en el que salió del centro ese... yo diría que la moraleja es: "Manten siempre una pizca de fantasia en tu corazón a no ser que quieras caer en la aburrida monotonía diaría". Por eso a mucha gente le encanta la literatura fantastica. Es como hacer un viaje gratis. Siempre hay tiempo para leer cosas fantásticas que te llenen de emoción durante un rato.
Escrito por Gaikara a las Junio 6, 2004 12:36 PMComo siempre, la moraleja la podeis encontrar dentro de vosotros. Como tantas respuestas. ¿Ves?
Pero grastis, gratis no es el viaje.
news
Escrito por news- a las Septiembre 1, 2004 02:23 AM