Diciembre 23, 2003

¿Arroz contra monotonía?

Ya estoy aquí de nuevo para torturaros con mis cutres historietas.
La de hoy es más cutre que la de ayer pero menos que la de mañana, no os quepa la menor duda 8P.
La explicación del título del "post" de hoy, ¿Arroz contra monotonía?, es sencilla. Está basado en una antigua leyenda hindú que nos explica el origen del arroz. La leyenda en sí no la recuerdo con exactitud, así que hay que tener en cuenta que en otro lugar os la podrán contar mejor (qué chorradas escribo).
Según cuenta la leyenda, una esposa murió de amargura al ver que no podía encontrar una comida que, siendo la misma cada día, fuera diferente. Los dioses (o puede que un Dios) hicieron que de su tumba brotara lo que hoy en día es conocido como el arroz, siempre lo mismo, pero con gran versatilidad en la cocina.
¿Que todo esto a qué viene? Pues no sé, una excusa como cualquier otra para contaros un cuento.
Si es que uno no lo puede evitar, es un pesao cuentista.

Monotonía
Cuando salió del trabajo ya era de noche. Se pasaba todo el día encerrada sin que la luz del sol calentara su piel, ver desde una ventana que es de día no significa “local iluminado”. Tan sólo dos veces al día salía de su prisión, al almuerzo y la comida, la merienda era un lujo no incluido en tan quebrado régimen de visitas. Caminaba por la ancha avenida dando esquinazo a las luces de las farolas, amparándose de vez en cuando en los llamativos escaparates navideños. Al bajar por la boca del metro, le pareció descender a los infiernos una vez más. Los infiernos de lo monótono, de lo banal. Como cada día, como cada tarde, como cada noche. No hacía falta pensar, el cuerpo sabía el camino, la mente podía imaginar en un mundo mejor que el visto. Pero no era así.
Antes de abrir la puerta de la finca, en su cabeza ya la había abierto. Antes de subir las escaleras, ya estaba cansada de haberlas subido. Antes de la acción le llegaba la reacción. Pero, como cada día, una vez más, llegó a su santuario.
Nada más entrar se quitó los zapatos y se puso ropa cómoda. Pensó en la cena, en qué iba a cocinar pero se dejó caer en el sofá.
Cuando llegó él, ella estaba sentada en el sofá con la vista perdida en el televisor. Un televisor todavía por encender.
Nadie dijo nada, era de noche, fuera hacía frío. Aún en verano, siempre era lo mismo.

Cuando salió del trabajo ya era de noche. Cerró los ojos y puso la mente en blanco. En el libro ponía eso, la mente en blanco, el corazón en calma, sin deseos… ¡qué difícil era! Las luces eran de un rojo intenso sobre el verde oscuro de los abetos artificiales. Intentó no dar esquinazo a las farolas y éstas le condujeron a un pequeño colmado que estaba a punto de cerrar. Entró. Compró verdura y algo de pan, en casa tenía queso y jamón. Bajó al metro y contó los escalones, el mismo número al entrar que al salir.
Cuando llegó a casa se quitó los zapatos y se puso ropa cómoda. Miró el sofá, encima estaba el paquete de la compra, ¡casi lo olvida!
Cuando llegó él la cocina parecía otra. El sol parecía brillar intensamente en ese lugar tan estrecho. Entró y dejó sobre el banco de mármol una botella de vino que se le había ocurrido comprar. Se dirigió al salón y puso una tenue música ambiental.
Y la cena les recordó muchas cosas, dulces como el azúcar y amargas como el café, picantes como el ajo y ácidas como el limón. Y entre todos esos recuerdos hubo algo, algo que todos sabemos y nadie quiere recordar. Y ese algo es que cada día es igual que el anterior… si no te preocupas de hacerlo diferente.

Escrito por Garuda a las Diciembre 23, 2003 09:53 AM
Comentarios

Muy cierto Garuda!
A mi el arroz me encanta, así que sus dejo un enlace arrocero.
Por otro lado, al leer tu post no puedo dejar de pensar en que a veces mi vida es como el arroz. Se puede volver monótona y extremadamente aburrida, pero depende de cada uno el darle esa pizca de condimentos para variar.
También depende de los ojos de quién lo observa. Rita por ejemplo lleva meses comiéndose la olla con la historia de que su vida tiene que tener sentido, y supongo que ese sentido vendrá desde el momento en que reconozca la(s) meta(s) que quiere alcanzar. Es más, creo que ya alcanzó las metas que se había planteado en su vida tiempo atrás, o que ahora que quizá las tiene cercanas empieza a verlas caducas.
Poco importa realmente las metas que uno se fije en la vida. La cuestión es avanzar como tú decías, y dejarse llevar por el viento ("El Dios de la Cocina").

Taluego!

Escrito por Gozer a las Diciembre 27, 2003 04:52 PM

Oh, persona, cierto es, tan cierto que si te dan con un taburete y funciona, copiate la técnica, que funcionará.

Como dijo Jodorovski a una anciana que agonizaba en su lecho de muerte...
-Anciana: Digame, por favor, ¿cual es el sentido de la vida?
-Jodorovski: ¿El sentido de la vida? La vida no tiene sentido, ¡hay que vivirla!
-Anciana: Ay, gracias, eso es lo que pensaba yo, ahora estoy segura de ello (y murió).

Pero ni yo soy Jodorovski, ni Rita una anciana (que si ve que lo insinuo me de da más palos que los monjes Shaolin esos)xDDDDDDD

Escrito por Garuda a las Diciembre 27, 2003 07:07 PM
Comentar lo incomentable









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