Contemplar mujeres desnutridas sobre una pasarela atrae a una sociedad que se muere de sobrepeso. Someter y vejar a las mujeres obligándolas a taparse con velos y burkas goza cada vez de más adeptos.
Ahora dicen que la solución para muchos problemas de la pareja pasa por buscarse a un tercero y hacerse un trío.
La Iglesia no quiere a los homosexuales, ni a los divorciados, ni a los comunistas, ni a los pobres, ni a los enfermos de sida, ni a los drogadictos, ni a los ateos o agnósticos, ni a las mujeres. ¿A quién quiere la Iglesia?
La inmensa mayoría de los curas y monjas del mundo occidental desarrollado se habrán muerto de viejos en pocos años. ¿La resurrección se convertirá en un reciclaje?
La mayor parte del crecimiento económico de los últimos años en nuestro país se debe a la mano de obra de personas inmigrantes a las que nadie quiere. La Iglesia tampoco.
Los gobiernos quieren controlar a sus ciudadanos incluso antes de nacer, sobre todo si se estima que van a ser pobres y delincuentes. ¿Aborto selectivo mejor que educación? ¿Efecto colateral de haber inventado la guerra preventiva?
La educación no le importa a nadie y menos a los gobiernos.
Los bancos todos los años multiplican el porcentaje de beneficios por 50. ¿Sabrán que así no van a entrar en el reino de los cielos? ¿Se habrán hecho todos calvinistas?
Millones de vacas subvencionadas pastan por nuestro continente mientras millones de personas mueren de hambre en el resto del planeta. Esas mismas vacas están atiborradas de antibióticos para prevenir cualquier enfermedad antes de ponerlas en la sartén; miles de niños y personas mayores mueren en el otro mundo por falta de atención sanitaria y de antibióticos.
Los occidentales desarrollados gastamos más dinero en nuestras mascotas que todo el presupuesto de la ONU para paliar el hambre en el mundo.
Aquí solo contamos nosotros y nuestras mascotas, el resto se descarta.
¿Este es el modelo de civilización que queremos?
¿Cuánto esfuerzo se ven obligados a dedicar las autoridades para combatir los saqueos y la violencia ante una situación de desastre nacional como la que vive Estados Unidos en estos días?
¿Se imagina alguien que en nuestro país la policía o el ejército se viera obligada en una situación de emergencia parecida a vigilar con fusiles a la propia población afectada en vez de ayudar en las labores de evacuación, distribución de alimentos, salvamento, etc?
¿Es normal que en las calles de Luisiana la gente se dispare con pistolas para conseguir gasolina o para defenderse del ataque de unos saqueadores?
¿Qué tipo de sociedad es aquella en la que los ciudadanos, a la mínima ocasión, se lían a tiros unos con otros, se roban, se atacan, burlan las normas de convivencia más elementales y se comportan como salvajes?
¿Por qué en situaciones similares, en otros países la gente se ayuda en vez de atacarse?
¿Puede un país así sentirse moralmente como el sheriff del planeta e invocar su modelo social como modelo exportable a otros países?
¿Se puede permitir que las autoridades estadounidenses, ante tal desastre, casi se limiten a invocar el nombre de dios como único recurso de salvación?
¿Son ellos mismos culpables de tal situación?
¿Cuántos caminos has dejado atrás?
¿A cuántos te gustaría volver?
¿Qué caminos tuviste que abandonar?
¿Qué caminos no elegiste?
¿Cuál camino es tu camino?
Serán conscientes las chicas que aparecen estampadas en las revistas para adultos de cuántos sujetos habrán aliviado sus pulsiones sexuales ante su imagen, qué tipo de fantasías habrán protagonizado, qué oscuros deseos habrán satisfecho sin ni siquiera notarlo. Cuando pasean por la calle o sacan a sus perros al parque y les mira un extraño, ¿será porque ha reconocido en su imagen real aquella otra que contemplan de forma obsesiva a la luz mortecina de su dormitorio?
Cuando echen cuentas del número de amantes que han tenido, ¿inluirán a éstos, virtuales y lejanos, a los cientos de miles de adolescentes con granos en la cara que se iniciaron con ellas en el proceloso océano del sexo a distancia, a los universitarios que se tomaron un respiro durante la época de exámenes, a los mecánicos que colgaron sus cuerpos a doble página en la pared grasienta del taller, a los solitarios hijos únicos que con cuarenta años aún viven en casa de su madre?
Cuando se miren ahora, al cabo de los años, desnudas ante el espejo y se comparen con aquellas que fueron (o quizás nunca fueron sino por arte y magia de algún habilidoso retocador de imágenes) y noten cómo su pecho cada día es más esclavo de las leyes generales que rigen la naturaleza, que su vientre es como un valle desértico y agrietado por la falta de humedad, que sus labios ya no son carnosos ni afrutados y que su pelo muestra indiscretas canas por doquier... Cuando se contemplen así, sin más trampa, ¿qué sentirán?
¿Qué sentirán cuando ya nadie en el restaurante se vuelva para mirarlas al pasar, cuando ya nadie se acuerde de ellas, ni de sus cuerpos, yacentes en toneladas de papel amarillento por el paso de los años? ¿Guardarán sus revistas como recuerdo de sus viejas glorias de juventud o habrán procurado ocultar aquellas debilidades (necesidades) a los ojos de sus hijos, ahora adolescentes?
.... y en polvo nos convertiremos.
Hace algunos días, de visita por los blogs que suelo leer, al final de un post me encontré con una frase que me hizo reflexionar sobre la siguiente pregunta (siento no recordar ahora qué blog fue en el que lo leí, pido excusas):
¿Qué es más importante:
satisfacer mil deseos
o vencer uno solo?
¿Qué pasaría si, de pronto, decidiéramos hacer eso que siempre hemos soñado? ¿Qué pasaría si diéramos un abrazo a la persona que tenemos al lado y le dijéramos lo que la queremos, lo que representa para nosotros y nunca nos hemos atrevido a decirle con palabras?
¿Qué pasaría si todos decidiéramos no usar el dinero durante una semana solamente?
¿Qué pasaría si todos nos pusiésemos de acuerdo para intercambiar pequeños servicios personales de nuestra especialidad con los demás: yo arreglo tu ordenador, tú me haces una estantería, el otro te lava el coche, aquel arregla una tubería, este arregla el coche o pinta la pared de la habitación?
¿Qué pasaría si todos dejáramos de usar el coche durante un mes?
¿Qué pasaría si decidiéramos decir siempre la verdad?
¿Qué pasaría si, navegando a través de internet, llegáramos a la última pantalla?
¿Qué pasaría si....?