Resulta curioso echar la vista atrás y hacer un repaso de todos los mejores amigos y amigas que hemos tenido, y cómo van cambiando en función de cómo lo hacen nuestros gustos, nuestras aficiones, nuestros lugares de estudios o residencia... Bueno, aquí va mi particular lista (en este caso, de mejores amigas):
Eli. Como ya dije una vez, esta chavala y yo éramos como la noche y el día, pero al ser vecinas puerta con puerta no nos quedaba otro remedio que ser amigas. La típica amiga de para ir a jugar a la calle, comprar chucherías y poco más. La perdí de vista cuando se mudó, y lo último que he oído de ella es que pensaba casarse (y apenas tiene un mes más que yo...).
Auxi (alias Sausi). La primera persona que conocí cuando entré en mi colegio... ¿Cómo describirla? Bueno, es la típica persona no muy inteligente, buenaza en general, pero que necesita llamar la atención de alguna forma. Y ella lo hacía mintiendo.
En los años que estuve con ella, tuvo unos tres o cuatro padres y madres adoptivos (mantenía que sus padres originales estaban muertos, lo cual por supuesto no era cierto), un chalet con piscina y un tigre blanco en una jaula de oro (¡!). Evidentemente, no duramos mucho...
Carmen (alias La Sopa). Otro especímen raro (Dios nos cría y nosotros...). Fue mi mejor amiga durante muchísimo tiempo, hasta que empezó a cambiar a peor. Recuerdo que las niñas tontas del colegio se metían siempre con ella porque decían que era lesbiana (gran motivo para criticar a alguien, sí señor...) y un día les dio por decir que había llamado a una de ellas para hacerle proposiciones indecentes. En fin, al final casi me pegan a mí por meterme y defender el honor de mi amiga, y no es que me preocupase que fuese o no fuese lesbiana, no... lo que me preocupaba era que la supuesta acosada era un esperpento (física y moralmente), y en una cosa estaba segura: mi amiga no podía tener tan mal gusto.
Al final le dio por ir de chica mala, le pegó a una compañera y ahí acabó nuestra amistad. Bueno, poco después la pillé haciendo cositas que no se hacen durante el viaje de estudios, y casi le hago chantaje como represalia... pero esa ya es otra historia.
Rocío (esta sin alias). Una cachonda nata (en el buen sentido), ponerse a su lado en clase era equivalente a que te regañaran por no parar de reír. Todavía guardo una carta suya digna de figurar en cualquier libro de humor. Le pasó como a la anterior: se volvió chula a más no poder.
Maite (alias ToMaite). La llamábamos Tomaite porque cada vez que veía aun tío que le gustaba (y le gustaba algo así como el 80% de la población masculina de Granada) se ponía roja como un pimiento. La amiga más enamoradiza que he tenido, era no obstante un cacho de pan con gafas, y una de las pocas a las que lamento haber perdido. Nos distanciamos cuando conocí a Nieves y Alfonso, y es que prácticamente me dio a elegir entre Nieves y ella... y claro, Níbs es mucha Níbs.
Nieves (alias Níbs o Su Majestad, según del humor en que nos pille). Si vuestra nueva compañera de pupitre llegara el primer día después de habernos cambiado y, sin conoceros de nada, os soltara un "Yo ser Venus, tú ser Júpiter, ¿amigas?" ¿qué pensaríais? Evidentemente, que está como una cabra. Eso pensé yo (y a veces lo sigo pensando), antes de descubrir que me encontraba ante un ser excepcional, una persona semi-pluscuamperfecta que llama la atención donde quiera que esté (Internet inclusive). Inteligentísima, guapa, simpática, mordaz, irónica y con un irritante punto borde. Ya he perdido la cuenta de los tíos que le han tirado los tejos, pero no miento si digo que la mayoría de los que la conocen lo acaban haciendo (para desgracia mía, que luego me toca ahuyentarlos...). Asimismo, provoca un raro fenómeno (bautizado como nievesdependencia) que consiste en que los hombres y mujeres que entran en su círculo de amigos acaban pendientes de ella, lo que le ha granjeado el apodo de Su Majestad. También tiene su lado bueno aunque muchos crean que no, yo puedo decir que le debo la vida (literalmente) y que haría cualquier cosa por ella, lo que no quita que me toque (bastante) las narices de vez en cuando.
Obviamente me he dejado en el tintero algunas personas que no merecen mayor atención, como amigas del instituto a las que no veo desde Selectividad y otras personas que no merecen mayor atención.
Estoy yo en plena lucha con un ejército de hormigas que quieren devorar mis sustanciosas carnes, cuando escucho de repente la voz de un señor que me canta que él sabe que soy lo suficientemente fuerte para matar a alguien (¿?). Después de unos segundos de preguntarme cuándo han instalado un hilo musical en la selva amazónica, abro un ojo, me incorporo en la cama y apago la radio. Tras esto me palpo el cuerpo para asegurarme de que ninguna hormiga asesina ha traspasado el umbral onírico y está ahora en mi cama. No debí ver CSI anoche.
Me levanto, no sin antes tropezarme con un bulto de pelo negro que todas las mañanas amanece a mis pies a pesar de que yo lo coloco todas las noches en su cestita acolchada. Ya ni me molesto.
Media hora después, a las 7:30, mientras me zampo con evidente desgana las dos insípidas rebanadas de pan integral tostado que constituyen mi desayuno, la cosa negra se materializa ante el sillón. Intento razonar con ella ("Taifa, si yo tuviera la suerte de ser un chucho casero como tú, ahora estaría en la cama, créeme...") y finalmente consigo que se vaya a dormir dándole un trozo de pan. No sé si eso era lo que quería, pero seguramente comprobó que no merecía la pena perder minutos de sueño por un soso pedazo de biscote.
Después de escuchar, atónita, que otra mujer ha muerto por ver La Pasión de Cristo, me levanto y me voy a la facultad.
A eso de las diez, después de una clase medianamente decente, me toca ir a entregarle unos trabajos a un profesor. Gracias a un amable becario (ya no está de moda poner en la puerta tu horario de tutorías) le localizo. El docente en sí es de esa clase de personas que sienten la irremediable necesidad de ser bordes con los alumnos jóvenes (sobre todo los de primero) así que después de escuchar algunas críticas (ninguna constructiva) concluyo en que (según su criterio) no sé hacer bien las llaves de los esquemas (caray, debo de ser la vergüenza de los historiadores). Arrastrando tamaño estigma, que constará en un lugar destacado de mi expediente académico y me lastrará durante toda la carrera, me dirijo a la parada del autobús. Por el camino, leo eMe (una de esas publicaciones universitarias que nos amenizan la espera diaria en la parada).
Ya en casa, compruebo que mi padre está tan enfrascado en jugar al dominó por Internet (magna tarea) que ni siquiera ha tenido tiempo de sacar a la perra. Y es que, cuanto menos cosas tienes que hacer, menos cosas quieres hacer. A las once y algo, después de que Taifa haya saludado a todos los perros del vecindario, me encierro en mi habitación a estudiar. A las 12:30 decido hacer un parón y me dedico a vaciar mis carpetas y tirar a la bolsa de reciclaje, con gran pena y sufrimiento, mis apuntes de Química, Ciencias de la Tierra, Educación Física y Geología de 2º de Bachillerato. Hala, volved al sitio de donde nunca debísteis de salir...
A las tres y media de la tarde, después de los Deportes de Antena3, llega uno de los momentos más duros del día... conseguir levantarse del sofá, con esa modorra que entra después de las comidas, para sentarse delante del escritorio a empollar es una labor titánica. Al menos consigo estudiar un par de temas antes de que me entre el cansancio a eso de las ocho, y es que me temo que me falta mucho para ser una empollona de pro, pero... algo es algo.
En fin. Ahora, supongo, media horita de leer cosas varias en Internet, sacar al chucho de nuevo y cenar viendo Memoria de España, al menos hasta que el cuerpo aguante. Sólo espero no soñar esta noche con Boabdil ni nada parecido...
Cuando con ocho años mi tía me preguntó que si me gustaría salir de penitente aquella Semana Santa en la antigua (más de tres siglos de historia antes de fusionarse las dos hermandades) cofradía en la estoy apuntada desde el día en que nací, no me lo pensé dos veces y le dije que sí. Poco me imaginaba yo que esa experiencia iba a cambiar mi vida, y poco se imaginaba mi familia que yo iba a hacer algo más que salir un par de años para cumplir con la tradición, posar para la foto y guardar los hábitos para siempre.
Recuerdo la primera vez como si fuera ayer. Yo, vestida de negro y blanco, apretando nerviosamente la vela que casi medía más que yo (miento; medía más que yo) sin apartarme del grupo de penitentes que eran amigos de mi familia y de los cuáles me habían ordenado no apartarme. Todo el mundo se fijaba en mí, todos me preguntaban que si estaba cansada, y mi madre apareció a mi lado unas tres o cuatro veces para preguntarme si quería salirme de la fila e irme a casa. Al llegar a la Iglesia de San Pedro (desde donde habíamos partido), recuerdo haber preguntado que si ya habíamos acabado, y también recuerdo las risas de los mayores cuando me dijeron que llevaba ya 8 horas de marcha por las calles del pueblo. Ocho horas que se me pasaron en un suspiro, sin sentir cansancio y sin enterarme, aprovechando las pausas que hacíamos a lo largo del recorrido para mirar embobada a la figura de madera a la que precedía.
Desde entonces, fielmente espero cada Semana Santa a que el tiempo acompañe (ya nos quedamos un año sin salir por la lluvia) y pueda acompañar a Jesús de la Humildad por las calles de Torredonjimeno. Y, en estos tiempos en los que cada vez me cuesta más mantener mi fe en la Iglesia (que no en Dios) para mí es mucho más que una simple tradición, mucho más que folclore, atracción turística y figuras bonitas precedidas de gente con gorro picudo. Es una forma de recordarme que una vez hubo un hombre que hizo y dijo muchas cosas buenas, y fundó una religión que ahora ciertos curas y obispos, precisamente los que deberían dar ejemplo, se empeñan en dejar a la altura del betún con sus escándalos sexuales y trapicheos varios. Claro que, como siempre, una minoría deja mal a una gran mayoría.
Por eso el momento más feliz del año, sin duda, es aquél en el que me enfundo la túnica blanca y la capa negra. La mayoría de la gente no me entiende cuando digo que me encanta desfilar bajo el caperuz al son de una buena marcha y que me emociono cuando se produce El Encuentro entre el Cristo y la Virgen de mi cofradía. Claro que para entenderlo hay que patearse las calles cada Semana Santa (y no sólo para irse de copas), estremecerse con una buena levantá o un paso sevillano bien llevado, y haber llorado cuando la lluvia no permite que tus titulares salgan a la calle. Simplemente, hay dos formas de entender la Semana Santa, y yo he elegido la que la convierte, sin lugar a dudas, en mi fiesta preferida del año.
¿Que por qué escribo esto? Bueno... pues porque este año no voy a poder salir. Mi prima Laura se bautiza en Melilla, y yo evidentemente tengo que estar allí. No sólo me pierdo mi procesión, sino la de mi amiga Nieves, que es una de las más grandes de Granada. Intento no pensar en eso, porque la larga espera del cofrade se me va a hacer doble este año, pero el Jueves Santo, sin duda, mi corazón estará en Torredonjimeno acompañándoles.
En la vida de toda mujer gorda llega el momento en el que tiene que decidir si vivir a dieta o ser una gordita feliz.
Ahora está de moda decir que el peso no importa, que el físico menos y que el interior de una persona es lo que cuenta. Pura hipocresía, y no porque el interior no sea realmente lo importante (que lo es), sino porque en esta sociedad superficial lo que prima es la primera impresión, el aspecto, la fachada, la figura esbelta, el rostro terso y el pelo Pantene.
Porque hay que vivirlo y sufrirlo en tus propias carnes para comprender lo que supone el estar gordo. Y al sufrir no me refiero a las burlas del colegio, pues al fin y al cabo los niños son crueles y se burlan de cualquier cosa. Me refiero a las miradas de desprecio en el instituto, a los comentarios mordaces de la familia, a la condescendencia y piadosa falsedad de los amigos que intentan hacerte sentir mejor (¡pero si tú eres muy buena persona!). Me refiero a la tortura que supone el simple hecho de ir a comprar ropa y ver que apenas tienen nada de tu talla, y comprobar que la totalidad de las prendas que venden están pensadas para cuerpos danone de vientre plano y cintura de avispa. A la vergüenza que se pasa en las clases de gimnasia Educación Física, cuando no eres capaz de correr tanto como los demás, ni de saltar el potro con la misma soltura. Parecen tonterías, sí, pero en realidad son situaciones que te hacen sentir humillado, y a la larga van creando lo que llamamos un complejo de gordo.
Mi caso es un poco injusto, pues teniendo en cuenta que no como dulces, ni chucherías (no por imposición ni por dieta, sino porque no me atraen) ni fritos, ni batidos, ni alcohol, ni demás guarrerías de las que mis amigos delgados abusan a placer, no se comprendía que hace dos años mi menda pesara 71 kg con 1'58 de estatura. Un verano decidí, de una vez, acabar con los kilos que me sobraban, me lo propuse y casi lo conseguí. En Septiembre pesaba 66 Kg, y hubiera seguido con la dieta si no hubiera empezado a desconfiar del homeópata que me trataba, un acupunturista que me colocaba agujas en la yema de los dedos para mejorar la energía de no se qué, y quería solucionar todos mis problemas (espalda, asma, alergia...) con unos pequeños gránulos que parecían caramelos.
Así que en Enero decidí empezar de nuevo. Partiendo de 67 Kg, me he puesto en 63. Cifra ansiada, que no veo en una báscula desde hace al menos cinco años. La dieta no me supone ningún esfuerzo porque, como ya he mencionado, nunca he abusado de los dulces ni de las grasas. Lo malo es que, por esa misma razón, cada gramo que pierdo me cuesta un esfuerzo tremendo. ¿Que si me compensa? Pues sí, y mucho. No os voy a mentir diciendo que lo hago porque es bueno para mi salud.Bueno, lo es (tengo la espalda hecha un desastre y cuanto menos peso le cargue, mejor), pero la salud no era precisamente en lo que estaba pensando cuando entré por primera vez en la clínica de mi dietista. Pensaba en dejar atrás la compasión (la propia y la de los demás), las críticas y la fama de zampabollos (porque si estás como estás será por algo, ¿no?), en poder correr más de diez minutos sin llevar la lengua fuera, y en usar una talla normal.
Por tanto, elegí ser una gordita a dieta. Ojo, que esto no quiere decir que todas las personas con sobrepeso sean infelices. Tengo amigos gordos y felices, claro que también tienen una autoestima considerable que les impide hacer caso omiso a las situaciones y actitudes desagradables. Pero mucho me temo que , de momento, mi precaria autoestima no me permite esa clase de lujos.
Ayer vi Kill Bill vol. 1 (ya era hora). Y voy a comentarla brevemente, aunque, la verdad, no sé muy bien cómo hacerlo.
Sinceramente, a mí me ha encantado. Claro que cuando uno es un fan de todo lo relacionado con Japón, hora y media de duelos a katana limpia, peleas larguísimas e increíbles (literalmente: in-creíbles) y escenas que beben de la más pura estética manga no es que molesten demasiado. Más bien al contrario.
El problema es cuando alguien no simpatiza con la causa japonófila, y mucho menos con las escenas de sangre fluyendo a chorros. Porque hay que puntualizar que Kill Bill consiste en eso: peleas, sangre, y peleas. El argumento es casi inexistente, y más vale que ni te fijes en él, porque hace aguas por todos lados a la mínima que intentes aplicarle un poco de lógica.
Mi consejo es que, de todas formas, la veáis. Como punto a su favor, la Thurman está magnífica en su papel de La Novia, y los demás actores también sobresalen. Como punto en contra, para los que gusten de argumentos enrevesados y profundos, que Kill Bill carece por completo de ello. Porque el argumento se reduce a la Thurman cargándose a todo el mundo, con breves pausas en las que explica por qué se los carga. Simplemente eso, y no intentes sacarle más chicha, porque no la hay.
Eso sí, si eres capaz de perdonar ese fallo, resulta una película bastante entretenida (y las escenas "en viñetas" están muy logradas). De las de aparcar tu mente en la puerta del cine y dejarla descansar durante un buen rato, lo cual muchas veces resulta de agradecer.
Hoy he donado sangre por segunda vez. Como la anterior creo que no me molesté en describir el proceso, voy a hacerlo ahora por si con ello puedo convencer a algún indeciso de que lo haga.
Todo comienza cuando en tu facultad/lugar de trabajo/etc. instalan un chiringuito ambulante de donación de sangre. En mi caso, el pasillo de Filosofía y Letras se presta especialmente a ello, y con cinco o seis biombos y otras tantas camillas se consigue crear un espacio de tamaño e intimidad suficientes.
Al lado normalmente hay un señor informándote, un banco donde se sientan los que ya han donado mientras se toman algo, y un médico al que tienes que entregar una hoja con todos tus datos (o el carnet de donante, si lo tienes), que te pregunta acerca de tus enfermedades y te mide la tensión (y, ojo, que los alérgicos que ya estén tomando antistamínicos no pueden donar).
Tras esto pasas a la zona de donar en sí, donde los enfermeros primero te hacen un pequeño pinchazo en el dedo con una lanceta para tomar una muestra de sangre (es como un picotazo) luego te hacen tumbarte en una camilla, te "desinfectan" la parte del brazo a pinchar y te inyectan la aguja.
Esta es la parte más complicada. Si eres de a los que se les encuentra rápidamente la vena, enhorabuena. Si eres de venas finas como yo, es posible que tengan que pinchar una segunda vez. A mí la anterior vez (tras dejarme el brazo derecho hecho un cristo) me dijeron que el bueno era el izquierdo. Hoy se lo he dicho, me han pinchado en el izquierdo primero, y tras hacerme un hematoma, se han pasado al derecho y han acertado a la primera (ni me he enterado del pinchazo). Ahora, lo que son las cosas, me duele el brazo izquierdo y no el derecho, que es del que he donado... Todo depende, en definitiva, de la mayor o menor pericia del médico o enfermero que te toque, pero normalmente a casi todo el mundo le encuentran bien la vena a la primera y sin hacer daño.
Después, un ratito abriendo y cerrando la mano, de cháchara con el vecino de al lado si quieres (yo les he estado informando a las mismas enfermeras de las características de mi reproductor mp3...), te sacan la aguja, estás un rato presionándote la zona afectada, y te mandan afuera donde un señor te retendrá hasta que no te tomes mínimo una botella de agua, zumo o refresco y te comas algún dulce.
En cuanto al mareo... lo cierto es que después de donar te sientes algo más débil, pero si no haces ningún esfuerzo físico no tiene por qué sucederte nada. La anterior vez que doné estuve como una rosa, y hoy sin embargo se me ha ocurrido salir a comprar y casi me caigo redonda en pleno supermercado (claro que yo estoy haciendo dieta y mis niveles de azúcar deben de estar bastante bajos). Lo recomendable es desayunar y comer bien antes de ir a donar, y después no hacer esfuerzos y beber mucha agua para que el cuerpo recupere con rapidez la sangre perdida.
Por cierto, que hoy he notado cierto cambio respecto a la otra vez que pusieron el chiringuito. En Diciembre ni siquiera tuve que esperar, y hoy a eso de las 11 ya había cola ante los biombos. Parece que los atentados del 11-M nos han concienciado de la importancia de poner nuestro pequeño granito de arena (o nuestros 450 ml de sangre), sobre todo de los que somos de un grupo raro. Además, creedme, después de hacerlo uno se siente muchísimo mejor pensando que esa sangre que mi cuerpo puede reponer con facilidad le puede salvar la vida a una persona en un momento dado.
Sharon (parece que) se ha cargado al líder de Hamas. A él le parecerá un derecho. A mí me parece que le ha hecho un flaco favor a su pueblo.
El que dijo que la violencia engendra violencia no podía ser más sabio. Hoy yo mato a tu padre, tú al mío, yo te mato a ti, tu hijo me mata a mí y así podemos seguir hasta que finalmente no quede nadie más a quien matar. La venganza puede ser gratificante al principio, pero con el paso del tiempo lo único que provoca es una espiral de violencia sin fin. Lo que, finalmente, se traduce en más víctimas civiles. Más inocentes. Los que realmente sufren, los que mueren, los que son mutilados y los que pierden a seres queridos.
Yo es que ni sé quiénes son los buenos y los malos del conflicto palestino-israelí, si es que se puede llevar a cabo semejante distinción. Sólo veo dos pueblos sufriendo y un dirigente violento que parece no comprender que la vía pacífica es la única solución posible si no quiere que palestinos e israelíes sigan contando muertos hasta que ya no quede nadie que los pueda contar.
Ahora sólo queda esperar (y temer) la respuesta del otro bando.
A las 16:00, llamo a la autoescuela para ver los resultados. Me responde un chico que me dice que ese número ya no es de de allí y que me sugiere que consulte la guía. Siguiendo su consejo, miro las Páginas Amarillas, las Páginas Blancas y hasta el QDQ, pero el nombre de mi autoescuela no aparece en ningún sitio.
Media hora después, se me ocurre consultar a Nieves, que sólo puede facilitarme el móvil del dueño. Lo llamo, y me responde un contestador.
Total, que decido plantarme allí. Voy a la parada del autobús, que estaba llena hasta los topes, y pasa uno de largo sin detenerse. A la media hora, bajan tres, y al rato sube uno y pasan dos de largo. Me subo junto con tropecientas personas más, y nos apretamos como sardinas. Entre mi nerviosismo y que los autobuses llevan una hora sin pasar y cada vez sube más gente, el tráfico granaíno se me está haciendo más insoportable que nunca.
Al final decido bajarme un poco antes e ir a pie. Llego y está el dueño hablando tranquilamente por teléfono. Espero un par de minutos mientras pienso que hoy es definitivamente mi día de mala suerte. Finalmente, cuelga y llama para saber los resultados. Elena, Apto. Guay.
La semana que viene empezaré a estrellarme contra los semáforos dar clases de coche. Ya os contaré...
Esta mañana me levanté con cierto cosquilleo en el estómago y un nerviosismo fuera de lo común. A las nueve de la mañana me enfrentaba a un examen que llevaba ya postergando desde junio: el teórico (prueba teórica del examen para obtener el permiso de conducción de clase B...). En un principio, el estar nerviosa en mí suele ser buena señal, pues eso significa que me sé el examen bastante bien.
A las ocho estaba en la puerta de la autoescuela, donde me reuní con dos compañeras en mi misma situación. A las y cuarto, pasaba a recogernos el dueño para llevarnos a la Jefatura de Tráfico en coche.
Una vez allí, salimos del coche y, para nuestra sorpresa, el hombre se queda dentro.
- Bueno, que yo luego no vengo, ¿eh? Hala, suerte.
Nos miramos las unas a las otras con cara de preocupación. Hay que aclarar que en Granada, el sitio donde se realizan los exámenes (Las Conejeras) está en un pueblo, bastante lejos, en el que yo personalmente jamás había estado. Para más inri, una de mis acompañantes es de Gerona, y otra de Jaén, así que no tenemos ni idea de cómo salir de allí.
En fin. Nos sentamos a esperar a que nos llamen, y, a las nueve y cuarto nos hacen pasar al interior de la clase. A las nueve y media (tras comprobar que la mayoría de los encargados de examinarnos se habían dejado ese día la simpatía y la amabilidad en el cajón de su mesilla de noche) nos entregan los exámenes, y me sorprendo de lo fáciles que son.
A las diez y pico estoy fuera. Ya que el encargado de mi autoescuela no va a ir, no puedo esperarme a que nos den los resultados. Empiezo a dar vueltas por el pueblo, y no veo ni una mísera parada de autobús. Al acercarme de nuevo a la Jefatura por si alguien me puede dar alguna indicación, me encuentro con una de mis compañeras (la de Gerona). Ya juntas, preguntamos a la gente del pueblo, pero ninguno sabe decirnos dónde está la parada del 9.
Al final, por pura inercia (o por puro aburrimiento) acabamos dando con un descampado, justo al lado de la señal de fin de poblado, medio rota, pero con un letrero aún legible: 9. En total, media hora dando vueltas por un pueblecito en busca de una parada tan escondida que ni los habitantes de allí saben indicarte e dónde está...
La gracia es que en el precio de la autoescuela está incluido el transporte a los exámenes. Hay que comprender que hace poco que se fue una de las profesoras, aún no han encontrado otra y el encargado tiene que encargarse de dar todas las clases prácticas, pero al menos nos podían haber preguntado si sabíamos cómo salir de allí.
Normalmente, cuando adaptan alguna de mis novelas favoritas a la gran pantalla me echo a temblar. Y no es para menos, después de ver cómo los de Disney cambiaban la genial historia de Jack London, Colmillo Blanco, hasta convertirla en un cuento para niños y cómo Madamme Doubtfire se convertía en la típica comedia.
El Jurado es uno de esos libros que me enganchó casi desde la primera página. En parte, lo reconozco, debido a mi ancestral odio contra la industria tabacalera, pero también por el interés que Grisham es capaz de dotar a un proceso en apariencia tan aburrido como es la selección de un jurado, y, sobre todo, por la misteriosa y gran personalidad de tres de los protagonistas de la historia: Nicholas Easter, Marlee y Rankin Fitch.
Nada más empezar la película me sorprendió que hubieran cambiado por completo el trasfondo. Jacob Wood ya no era un anciano muerto por cáncer de pulmón tras años de consumir productos de la tabacalera Pynex, sino un agente de bolsa muerto en un tiroteo en su propia oficina. Celeste Wood, por tanto, pasaba de ser una vieja viuda a una joven viuda con su correspondiente retoño. Por tanto, era una compañía armamentística, y no tabacalera, la demandada.
Pero ahí no acababan los cambios. En el libro, tanto Wendall Rohr como Durrwood Cable (abogados de la acusación y de la defensa, respectivamente) utilizaban el mismo juego sucio y tenían a su disposición una idéntica plantilla de selección de jurados. En la película, a Cable casi ni lo vemos, y Rohr se convierte en el típico abogado idealista, algo inocentón y convencido de que la verdad acabará ganando sin tener que recurrir a ninguna treta. Muy emotivo.
Idéntico cambio sufren Easter y Marlee. Si sus homólogos literarios eran personajes seguros de sí mismos, dueños de la situación y en apariencia implacables en su juego de coacción, en la gran pantalla se ha querido dotar a los protagonistas de cierto lado humano y alguna que otra inseguridad. Hasta cierto punto me gusta, pero desvirtúa a los personajes; el Nicholas Easter original jamás hubiera pensado en abandonar su empresa, y en libro Marlee le plantaba cara a Fitch en numerosas ocasiones y con una facilidad asombrosa. Esto hace que el final de la historia también cambie. Sin querer desvelar mucho, tras leer la última página la impresión que te quedaba era la de que Easter y Marlee habían ganado. En los créditos de la película, sin embargo, tienes la sensación de que es la verdad la ganadora. Un cambio muy a gusto del cine, supongo.
Gracias a Dios, Rankin Fitch sigue siendo Rankin Fitch, y, encima, magníficamente interpretado por Gene Hackman (aunque quizás con menos poder y autoridad del que goza en el libro original). Es de agradecer, además, que hayan respetado casi la totalidad de los nombres literarios, incluso de los jurados más insignificantes como el suplente Philip Savelle. Y la película, pese a los cambios que he mencionado (que, sin duda, eran necesarios para transformar un libro de semejante temática en algo más interesante para el público en general) sigue siendo tan interesante como el libro de Grisham. Un libro que, por cierto, aprovecho para recomendar a quien aún no lo conozca.
Hoy el Real Madrid y el Real Zaragoza disputan la Final de Copa del Rey en el Estadio Olímpico de Montjuïc. Un título muy esperado y ansiado por todos los madridistas, desde aquél famoso Centenariazo contra el Depor en el año 2002. O al menos lo era hasta hace una semana.
Un chaval iba hoy a Barcelona llevando una pancarta. En ella no aparecen ni Raúl ni Zidane ni Beckham; en ella aparece su hermano, fallecido ya sabemos cuándo. Él ha ocupado su puesto, ha cogido su entrada y le ofrecerá su particular homenaje desde las gradas.
Es triste, pero hoy, tanto en el estadio como en su casa o en el bar de abajo, habrá poca gente que piense única y exclusivamente en quién alzará el ansiado trofeo. En su lugar, pensaremos en quién no podrá ver a su equipo alzarlo.
Una pena. Pero como dicen hoy Alfredo Relaño y Florentino Pérez en AS, Fútbol como terapia. 90 minutos para evadirse del terror, o al menos para intentarlo. Una Copa que, si acaba en manos merengues, dará una alegría a miles de madrileños. Una alegría que ahora resulta ridícula, comparada con lo que acabamos de pasar, pero una alegría al fin y al cabo.
Por eso hoy espero que el equipo más importante de Madrid gane, no por prestigio ni por llenar otra estantería más. Espero que gane por su gente, por la gente de Madrid, aunque muchos sean del Atlético, del Barcelona o del Rayo. Como homenaje a todos que viven y a todos los que murieron en la capital de España hace casi una semana. Porque se lo merecen.
Ésta es la viñeta que el diario brasileño O Globo publicaba un día después de los atentados del 11-M, en portada
Representa a Bin Laden vestido de torero, tras haber matado un toro con el mapa del mundo en la piel, mostrando orgulloso la oreja, que corresponde al trozo de España.
Seguro que a todos nos molesta mucho mirarla. Y no es para menos. Nadie, y menos un periódico Príncipe de Asturias de Comunicación del año 86, tiene derecho a insultar públicamente a 200 muertos y 1500 heridos. Ahí estamos todos de acuerdo.
Ahora miremos en nuestro propio ombligo. ¿Cuántas veces nos hemos reído de los atentados del 11 de Septiembre en Nueva York? No directamente (bueno, algunos sí lo habrán hecho), sino indirectamente. ¿Cuántos chistes hemos oído sobre aquél trágico suceso? ¿A cuántos "Bin Laden" hemos encontrado en los Carnavales? Se me viene ahora a la cabeza el escándalo ocurrido hace 2 ó 3 años en el Salón del Manga de Granada, cuando en una entrega de premios se organizó un "espectáculo" que incluía actores porno disfrazados de talibanes ejerciendo su "oficio" con mujeres vestidas con burka, y una maqueta de las Torres Gemelas contra la cuál se lanzaron avioncitos que las hicieron explotar. ¿Cómo nos sentaría el que los americanos hicieran explotar trenecitos para divertirse a costa de las víctimas de Madrid?
Espero que todo esto al menos nos sirva para concienciarnos de la poca vergüenza y el poco respeto que mostramos a veces. Nos duele que se metan con nuestras 200 víctimas, pero no nos dolió en su momento meternos con las 3000 víctimas de otros, porque ellos, claro, son americanos, y se merecen lo que les pase.
Pues no, no somos nadie para decir quién merece la muerte y quién no. Y menos para reírnos de 200, o de 3000 familias destrozadas, o de dos países (Estados Unidos y España) conmocionados por un suceso que quedará marcado en su historia como la peor tragedia jamás vivida.
En mi (corta) vida como otaku he encontrado pocas series que hicieran que prácticamente al acabar un capítulo ya estuviese deseando ver el siguiente. Noir es, sin duda, una de ellas.
Mireille Bouquet es una de las mejores en la "industria" de los asesinos profesionales. En uno de sus encargos, un grupo de hombres misteriosos intenta matarla, pero, entonces, una chica que a todas luces parece una simple estudiante de secundaria aparece y la ayuda a desembarazarse de los hombres, con una maestría increíble. La misteriosa chica cuenta haberse despertado, sin recordar nada acerca de su pasado ni de su propia identidad, en una casa en mitad de un bosque donde encontró sus pocos efectos personales: una pistola, un carnet de estudiante que la identifica como Kirika Yuumura, y un reloj que Mireille recuerda que perteneció a su padre, asesinado años atrás junto con toda su familia, en su Córcega natal...
A partir de entonces, Mireille decide llevarse a Kirika a trabajar con ella, adoptando el alias conjunto de Noir, mientras averigua cuál es la relación que parece existir entre el pasado de las dos.
Noir empieza algo lento, pero pronto arranca, y te engancha. Capítulo a capítulo se descubren nuevas cosas, utilizándose mayoritariamente los recursos del flashback. Normalmente, el capítulo (autoconclusivo) se centra en un nuevo encargo de Mireille y Kirika, y una nueva situación de la que las dos chicas, haciendo gala en la mayoría de los casos de una imaginación, unos reflejos y una facilidad para matar impresionantes (sobre todo la amnésica), salen vivas, dispuestas para una nueva misión, y con algún dato nuevo referente a ese nombre que las une, y a esa organización de hombres, llamada Soldats, que las persigue sin motivo aparente.
Como añadidura al excelente argumento, la banda sonora es sencillamente sublime. Además, la relación entre las dos protagonistas es tratada de forma muy interesante, e incluso se percibe cierta tensión sexual entre ellas. Por supuesto, en Internet abunda el material shôjo-ai o explícitamente yuri, y es que dos chicas anime que duermen juntas dan para mal pensar mucho... aunque mantengan una relación tan fría como la de este par de dos.
Por último, destacar que esta serie no está disponible en ninguna cadena ni en nuestro idioma (al menos que yo sepa), lo cual no quiere decir que cierta mula no la pueda tener a nuestra disposición, fansubeada por Otaku No Power.
No he hablado de él, porque él es inevitable. Es perenne. Es el Fraga andaluz. Un presidente eterno, que lleva sentado a la presidencia más tiempo del que yo pueda recordar.
Poco se puede decir de él. Parte de nuestro atraso se lo debemos, y parte de nuestro adelanto también. Gracias a su gestión los sueldos son más bajos en según qué sectores. Pero, fijaos, ahí sigue, año tras año, legislación tras legislación. Ya ni nos imaginamos la vida sin su presencia, que está ligada a nuestra tierra, como los colores verdiblancos de nuestra bandera, nuestro acento o el Real Betis Balompié. Supongo que por eso lo votan.
Por eso ni siquiera le había mencionado, ni siquiera me había acordado de él, ni siquiera me había planteado la posibilidad de que ganara alguien más que no fuera él. Porque, evidentemente, ha vuelto a ganar. De calle. Por eso he decidido dedicarle un mensaje, a pesar de que, lógicamente, yo he votado a la ordinaria de Teófila.
Manolo, va por ti. Y a ver si esta es tu última legislatura, quillo, que te haces más pesao que los de Canal Sur con los carnavales.
No es por nada, pero los dos manueles van camino de sobrevivirnos a todos en el poder.
José Luis Rodríguez Zapatero, Zetapé para abreviar, ha hecho realidad sus sueños más húmedos y presumiblemente será el próximo presidente de España.
Enhorabuena a todos los izquierdistas, zapadictos o simplemente descontentos con el gobierno del PP. Habéis conseguido lo que parecía imposible hasta hace apenas dos semanas. En parte, con la ayuda de los propios populares.(en especial de cierto ministro mentiroso y cierto ex-presidente belicoso).
En parte, si os soy sincera, me alegro de que el PP no haya ganado. Cuatro años de oposición serán una buena oportunidad para terminar de pulir a nuestro candidato, o para elegir a uno nuevo si tercia la ocasión. Pero no sólo eso. Espero que en cuatro años los dirigentes del Partido Popular abran los ojos y valoren. Espero que se den cuenta de en qué se han equivocado, y analicen por qué han perdido.
El pueblo ha hablado. No voy a meterme en camisa de once varas, pero sí voy a decir qué es lo que comparto yo con ese pueblo que hoy ha hablado votando a Zetapé: no me gusta que se vaya a una guerra cuando yo no quiero, no me gusta que me mientan (¿eh, Acebes?) y no me gusta que se le quite importancia a una catástrofe medioambiental (Expediente Hilitos de Plastilina). Tres actitudes del PP que no me han gustado nada, y que espero que no se vuelvan a repetir, ni en el Partido Popular ni en ningún otro partido político, por el bien de todos.
Al nuevo presidente le deseo que le vayan las cosas muy bien, porque si no, le vamos a dar caña desde la oposición, y mucho (oh, sí). Lo que sí espero es que sepa avanzar en materia de lucha contra el terrorismo. A pesar de que estoy totalmente en contra del diálogo con los asesinos de ETA, comprendo que hay otras opiniones diferentes a la mía, y puede ser bueno tener un gobierno algo más conciliador (o eso espero...). Y en materia internacional, tengo la esperanza de que Zetapé, por el bien de España, tenga temple y acabe con nuestro servilismo a Mr. Bush.
Pues nada. A disfrutar, y dentro de cuatro años nos vemos las caras.
PD: Pero que quiten esas banderas republicanas, por favor...
12 de Marzo. Mi jornada reivindicativa empieza a las 6:50 en el Centro Comercial Neptuno, punto donde me reúno con Aarón. Nos encaminamos hacia la salida de la manifestación (Paseo del Salón) e, incluso antes de llegar, ya nos topamos con una gran marea de gente que nos dificulta llegar hasta el lugar donde hemos quedado con los demás.
Una vez reunidos, nos vamos colocando hasta ponernos hacia la mitad de la manifestación, buscando otros grupos de nuestra edad a los que acoplarnos. Empieza la larga marcha, y pronto queda claro que, en general, somos nosotros, los jóvenes, los que vamos a gritar hasta desgañitarnos. Los más mayores nos miran en silencio... quizá ellos ya se han cansado, tras toda una vida de gritar.
Recorremos lentamente algunas de las calles que conforman la columna vertebral de Granada. Salón, Carrera de la Virgen, Fuente de las Batallas, Reyes Católicos, Gran Vía... Cuando llegamos a la Subdelegación del Gobierno, lugar donde supuestamente acababa la manifestación, la cabeza hace ya tiempo que se ha disuelto. Ya sólo quedamos los más jóvenes, que seguimos un poco más hasta los Jardines del Triunfo, donde hacemos una sentada, y dos minutos de silencio. Impresiona, y mucho, sentarte en el asfalto de una de las calles con más tráfico de Granada, por donde a diario circulan miles de coches y casi todas las líneas de autobuses urbanos. Finalmente, a eso de las diez, nos disolvemos, cuando ya la policía empieza a restablecer la circulación.
Si mi experiencia en las manifestaciones contra la guerra de Iraq de hace un año me dejaron un regusto amargo, pude decir que ayer acabé extrañamente feliz. Feliz dentro de la infelicidad que supone el recuerdo de lo ocurrido el 11-M, se entiende, y por varias razones. Suelo decir que España es el único país en el que está mal visto decir que amas tu patria. Ayer mis queridos conciudadanos (sobre todo la juventud) me demostraron que ésa es una situación que empieza a cambiar. Había cientos, quizá miles, de banderas de España sin o con sus correspondientes crespones negros. Lanzamos varios vivas a nuestro país. Y nadie nos llamó fachas.
Se agradeció también que nadie intentara politizar la manifestación. Había algunos ciudadanos que llevaban sus pancartas, y algunas aludían a ETA, otras a Al Qaeda, algunas al Sr. Pérez Díez Carod-Rovira y otras a Ibarretxe. Pero eran casos aislados y la mayoría, sin embargo, se limitaban a un sólo lema: un no rotundo al terrorismo, sea de quien sea. Nosotros, ante la duda de quién había sido, y por temor a equivocarnos, acuñamos un lema: "ETA y Al Qaeda, cobardes de primera". Y todos contentos.
En cuanto a símbolos, como ya he dicho, abundaba la bandera española. También había una bandera republicana y otra gay (¿?). Especial mención a la bandera de México que ondeaban, lógicamente, unos ciudadanos oriundos de aquél país, a los que vitoreamos al grito de "¡Viva México!". Los españoles agradecemos apoyos sinceros como el de Vicente Fox y su gente, y no las lágrimas de cocodrilo de Bush (aunque siempre se agradecen las de la gente de Bush).
Finalmente, fuimos más de 250000 granadinos los que nos manifestamos por la paz, con el vívido recuerdo de Luis Portero en la memoria. Las consignas más gritadas: "Madrid, amigo, Granada está contigo", "España, unida, jamás será vencida" y, cómo no, "Íbamos todos, en ese tren".
Lo mejor fue, sin duda, cuando llegué a mi casa y vi las imágenes de otras manifestaciones en la televisión. Se me hizo un nudo en la garganta al ver los dos millones de personas que se manifestaron en Madrid, pero más al ver a la multitud barcelonesa que, haciendo gala de una solidaridad inmensa, declaraban a voz en grito que ése día todos eran madrileños. Todas las ciudades se llenaron, y todas con un mismo lema. Sin palabras.
¡¡ESPAÑA, UNIDA, JAMÁS SERÁ VENCIDA!!
Después de lo que ha pasado, todo el mundo habla de las soluciones al problema del terrorismo. Evidentemente, lo primero en lo que todos (o casi todos) pensamos al ver el atentado fue en la Ley del Talión (ojo por ojo...), la pena de muerte o (como decía mi padre en uno de sus momentos de furia) en ejecutar a cinco etarras presos por cada persona inocente que maten.
Bien, ya sé que para mí es muy fácil decir esto (en realidad no) pero ésa no es la solución. Por favor, recapacitemos. ¿De qué serviría responder de manera violenta a cada atentado que hagan? Lo único que eso haría sería provocar otra reacción, porque a ellos no les importa morir matando, y al final morirían muchísimos más inocentes. Entraríamos en una espiral de violencia, como la que tienen los israelíes y palestinos, y al final todos acabaríamos implicados, ninguna de las partes podría parar la violencia, y entonces sí que estaríamos acabados. La violencia nunca puede justificarse, nunca, ni siquiera contra este tipo de seres.
Otros apuestan por el diálogo (los más conciliadores o los que tienen más estómago). Ya he dicho abajo que no se puede dialogar con alguien que te está amenazando continuamente, que te tiene en el punto de mira con el dedo en el gatillo. Que los terroristas, sean quiénes sean, dejen las armas, y entonces se dialogará, a ver lo que realmente quiere la mayoría de ciudadanos de Euskadi (y no sólo lo que quieren los terroristas). ¿Que quieren independencia? Pues vale. ¿Que quieren más libertades? Siempre que no perjudiquen al resto de Comunidades Autónomas, por mí que les den lo que quieran. Me trae sin cuidado, eso a quiénes les debe de importar es a ellos.
De momento lo único que podemos hacer es esperar como agua de mayo las noticias de que la policía o la guardia civil ha desbaratado otro comando, detenido otro atentado a tiempo o atrapado otro etarra. Eso y ayudar a las víctimas del terrorismo, estar unidos y salir a la calle a manifestar nuestra indignación. TODO menos la violencia.
En fin, me voy. Buen fin de semana, y votad el domingo. Votad a Zetapé, a Marianín, a Llamazares o a quien os de la gana (total, si al final todos acabarán metiendo la pata más tarde o más temprano, es inevitable). Pero votad, que se
Por si no tuviéramos bastante con el horror de los atentados, ahora no sabemos ni siquiera quién los ha cometido. Genial.
Hay tres posibilidades:
1) Que sea ETA. Por lo que todos ya sabemos.
2) Que sea Al Qaeda. Por haber metido las narices en Iraq.
3) Que sea Al Qaeda con apoyo logístico de ETA. Porque Dios los cría, y ellos se juntan.
En el primer caso, ya lo dije ayer. Unos aprietan el gatillo, pero hay otros que les compran la pistola y otros que les dan razones para hacerlo. El caso más claro es el del del asesino de Otegui y sus chicos. No digo que Ibarrexte y Arzalluz quieran que ETA cometa masacres, pero podrían hacer más de lo que hacen por evitarlo. Tampoco digo que Maragall (pobre hombre) quisiera que ocurriese lo que ocurrió, pero debería haberse mostrado más contundente cuando se descubrió lo del Sr. Pérez Carod-Rovira (porque sí, soy de las que piensan que hubo pacto, y no, no me lo ha susurrado Aznar al oído, lo he pensado yo solita empleando la lógica). Lo que digo es que el nacionalismo exacerbado acaba desembocando en odio, y el odio produce masacres como la de ayer (o atentados o asesinatos por tiro en la nuca, en su defecto). Está muy bien preocuparse por la tierra de uno, pero sin insultar a los demás (esto incluye no quemar banderas de España, ni decir que en Andalucía, Murcia y Extremadura vivimos de Madrid y/o Barcelona, gracias) y sin difundir falacias históricas que hacen a tantos exaltados creerse superiores y diferentes a los demás. Porque la libertad de uno empieza donde termina las demás, y ninguna razón, ni siquiera la independencia de una nación (¿?) justifica la muerte de un sólo hombre. O al menos eso opino yo.
En el segundo caso... Bueno, el año pasado discutía con mis compañeros de clase acerca de la posible implicación de España en la guerra. Y coincidíamos en que eso traeria cola, y nos pondría en el punto de mira de Al Qaeda. Si se confirma que han sido los terroristas islámicos, ojalá que al menos sirva al futuro gobierno que se formará a partir del domingo de que implicarse en una guerra nunca es bueno, y menos si vas en contra de toda la población de tu país. No a la guerra, ahora y nunca, y ya es hora de exigir responsabilidades al señor Ansar.
En el tercer caso... bueno, la verdad es que prefiero ni pensarlo.
¿Repercusiones políticas? Creo que en el primer caso perjudicaría al PSOE, y en el segundo, claramente, al PP (aunque claro, siempre estará quien le eche siempre la culpa siempre al PSOE, o siempre al PP, pase lo que pase...).
No sé, no hay que olvidar que para el PP el grupo terrorista ETA no era tal (sino un grupo de reivindicación, o algo parecido) hace unos cuantos años, y tampoco hay que olvidar que el PSOE también nos metió en otra guerra injusta (y que había misiles apuntando a España). Aquí no hay ni malos ni buenos, todos cometen errores y meten la gamba.
Por eso he decidido olvidar el atentado a la hora de decidir a quién voy a votar. A pesar de que ayer recibí (y reenvié) varios correos electrónicos que pedían que actuásemos en consecuencia, esta mañana me he convencido de que no hay que politizar los atentados. Al contrario, en estos momentos deberíamos unirnos todos, sin importar la ideología, con un objetivo común: la paz. Que, al fin y al cabo, es lo que más nos importa a todos.
Sonaban los móviles de los muertos, diez minutos después del atentado. Sus familiares les llamaban esperando oír la confirmación de que estaban bien, de que estaban vivos... pero ellos ya no podían dársela.
Perdonadme semejante introducción, pero es la historia que más me ha impactado en lo que llevo de día. Hoy es día de reflexión y de movilización. Hoy es un día de crespones negros y banderas a media asta.
En la Facultad nos han recordado la labor del historiador: quien conoce sus orígenes comprende a los demás, quien conoce su historia no cree en falacias, y quien no acepta las mentiras no comete actos como el de ayer. Así de simple.
Muchos han comentado ya cierto paralelismo entre el 11-S y el 11-M. La sensación de incredulidad que me invadió mientras veía en la televisión las imágenes de los trenes reventados era la misma que la que tenía hace dos años observando el humo que escapaba por la parte superior de las Torres Gemelas. El horror también era idéntico, al igual que el dolor. A lo largo de ambas jornadas tuve el inconsciente pensamiento de estar viviendo un día que recordaría durante toda mi vida de cabo a rabo, que daría lugar a algunas de ésas preguntas típicas que de vez en cuándo nos hacemos: ¿Dónde estabas cuando cayeron las Torres Gemelas? ¿Qué hacías cuando te enteraste del atentado de Madrid?.
Pero, sobre todo, lo que predomina es la sensación de irrealidad. No parece real, esto no está pasando. Nadie es capaz de semejante atrocidad. Ojalá fuera un mal sueño, pero, lamentablemente, no lo es.
Hoy es el día de expresar todo lo que sentimos ayer. He hablado con mucha gente que no piensa ir a las manifestaciones porque dicen que no sirven para nada. Yo opino que sirven para algo muy importante: para ayudarnos a nosotros mismos. Yo, por lo menos, necesito estar con gente que esté tan indignada como yo, necesito llorar con los que lloran, necesito quedarme afónica para expresar lo que siento. El mundo entero estará pendiente de nosotros a las siete de la tarde: demostremos que estamos dispuestos a combatir el terrorismo de la única forma que podemos, es decir, manifestando nuestro dolor y nuestra rabia. La muerte de Miguel Ángel Blanco es una fecha clave en la historia del terrorismo español, un punto de inflexión. ¿Por qué? Porque la gente salió a la calle, miles de vascos sin miedo, y miles de no vascos que les apoyaron.
¿Quién sabe si hoy no podemos marcar nosotros otro punto de inflexión, otra fecha memorable?
Salgamos a la calle. Que hoy a las 19:00 toda España se concentre en las calles y plazas. Es lo menos que podemos hacer para honrar la memoria de todos los que, ayer, murieron sin saber por qué.
Pues eso. Cerrado hasta mañana, tras ése mensaje que no he podido evitar (y en el que ya no se puede comentar).
Respetemos el dolor de las víctimas, que somos todos.
EDITADO A LAS 16:30
186 muertos, 90 de ellos menores.
Llego a clase y lo primero que me encuentro son las imágenes del atentado de Madrid en la tele... ni siquiera me quedo a verlas, corro disparada al ordenador a ver si la gente de Madrid que conozco está bien.
En estos momentos sólo se te ocurre pensar en la gente que conoces... en que mis padres estuvieron en Madrid hace poco más de dos semanas...
¿Estará contento el señor Cabrón Rovira, perdón, José Luis Pérez Carod-Rovira? ¿Estarán contentos Arzalluz, Ibarretxe y compañía? ¿Brindarán hoy los presos de ETA con champán, o se conformarán con vino francés?
Ahora saldrán todos los independentistas/victimistas vascos, catalanes y demás, diciendo que no es su culpa y bla bla bla. Que se vayan TODOS a tomar por saco, que se metan sus hipócritas palabras por donde les quepa, que hagan referéndum si quieren (¿o quizá no lo hacen porque saben que la mayoría de vascos y catalanes NO quieren ser independientes?), que se aíslen todos en tres o cuatro aldeas perdidas por los Pirineos, se encierren con una muralla y conserven así intacta sus identidades patrias...
PERO A LOS DEMÁS QUE NOS DEJEN VIVIR EN PAZ.
PD: Tanta autodeterminación, tanto derecho a conservar la identidad, tanto lloriqueo victimista vasco-catalán, tanto "no nos van a imponer nada desde Madrid" y tanta leche... es un juego muy bonito votar a ERC o al PNV, porque así se cree uno más guay, creerse superior por tener RH negativo (por cierto, yo lo tengo y soy andaluza) o verse a sí mismo como heredero de los abigarrados pueblos vascones o Wifredo el Velloso... Tanto fomentar el desprecio al resto de españoles desde la Generalidad y el gobierno vasco... Y al final el juego independentista, al final medio centener de personas mueren porque otros quieren vivir mejor de lo que ya viven, ¡¡Y AL FINAL ÉSTE, Y NO OTRO, ES EL RESULTADO!!
PD2: Al principio del post iban 50, ahora ya van 100 más. ¿Irá Maragall a contar los cadáveres?
Se busca a este sujeto, vivo o muerto (a poder ser, vivo). Muy peligroso, necesita medicación o su estado degenerará hasta llegar a la locura irreversible. No salgan de sus casas a no ser que sea absolutamente necesario.
El sábado fue el sexto cumpleaños de una de mis primas. Teníala yo encima de mi regazo mientras fabricaba pulseritas con un juego que le habían regalado, cuando tuvo lugar la siguiente conversación.
- Bueno, ¿qué tal con tu novio? -pregunté yo, creyendo, ilusa de mí, que iba a conseguir sonrojarla.
- Hum... el otro día me dio un beso en la boca -respondió resueltamente, mientras seguía engarzando bolitas de plástico.
- Ah...
Entonces interrumpió su tarea y me miró, con una sonrisa bastante sospechosa en el rostro.
- ¿Y el tuyo te besa las tetas?
- ¡¿CÓMO?!
La verdad, resulta un poco fuerte que una chiquilla a la que hasta hace tres años sostenías en brazos mientras le dabas la papilla te suelte eso. No sé yo lo que les enseñarán a estos niños en el colegio.
El jueves por la mañana me levanté y decidí apagar mi ordenador para que descansara un rato. Craso error. Cuando volví tras las clases, mi padre me informó de que el puñetero módem USB de TISCALI no se podía conectar.
Admito que no me preocupé. Prácticamente desde que me apunté a Tiscali (y ya van casi dos años) tengo continuos problemas con la conexión. Desde el primer día, la conexión se corta cuando se descuelga o cuelga el teléfono (y todavía ningún técnico de la compañía ha venido a averiguar el por qué). La velocidad deja muchísimo que desear, porque no es que no alcance la de cualquier ADSL normal, es que hubo un mes en el que iba MÁS lento que una conexión normal a Internet. Además, de todos los mal llamados "extras" (llamar por teléfono desde el ordenador, por ejemplo) que nos ofrecieron a la hora de contratarnos, no funciona NINGUNO. Y estamos pagando más de 40€ al mes.
El problema vino cuando a lo largo del jueves seguía sin conectarse. Mi padre llamó unas tres o cuatro veces (pagando él la llamada, claro) y cada vez le daban una versión distinta. Finalmente, le echaron la culpa a Telefónica, prometiendo que en 72 horas laborables el problema estaría arreglado...
El culebrón acabó felizmente esta tarde. Vuelvo a tener Internet, sí (y a tiempo, porque el viernes tengo que entregar un trabajo sobre un yacimiento, y el profe nos ha dicho que busquemos la información en la Red), pero Tiscali tiene en mi casa los días contados. Estamos esperando para contratar una conexión experimental, más rápida que los ADSL y más barata (al menos, seguro que más barata que Tiscali) que no necesita conexión a la línea telefónica. No sé cómo funcionará el invento, pero, estoy segura, peor que ahora no nos puede ir.
Hoy me he enterado de una de esas sentencias judiciales de las que sólo puedes reírte por no llorar. Resulta que a una madre, cántabra y divorciada, le retiran la custodia de sus dos hijos por trasladarse a Lérida. Según el lumbreras del magistrado, el gran choque que produciría enfrentar las costumbres y culturas catalanas y cántabras (separadas por un enorme abismo, sin lugar a dudas) y, sobre todo, la gran barrera idiomática del catalán (que, todos lo sabemos, es un idioma absolutamente incomprensible e imposible de aprender si uno no es de allí...) podría provocar traumas a los niños. Qué gran labor de previsión la de este magistrado, ¿verdad?
La cosa podría quedar ahí, e incluso nos podríamos reír de la sentencia si no fuera porque hay dos niños menores implicados y perjudicados por ella. Pero no, no queda ahí, porque hay más, un pequeño detalle insignificante: la susodicha madre "comparte su vida con otra mujer" (lenguaje televisivo) lo que, traducido al castellano vulgar, quiere decir que es lesbiana y vive con su pareja.
No sé si la condición sexual de la madre habrá tenido algo que ver en la decisión del juez, pero una no puede evitar sospechar, sobre todo teniendo en cuenta que llevamos algo más de un mes siendo bombardeados por noticias acerca de la adopción de niños por parte de parejas homosexuales, bodas entre personas del mismo sexo, y, por supuesto, las opiniones que algunas asociaciones retrógradas y ciertos sectores de la Iglesia católica tienen al respecto. De hecho, hace tiempo que quería comentar el tema, y esta noticia me ha dado pie a ello.
"Para el desarrollo normal de un niño, éste necesita a un padre y a una madre, una figura masculina y otra femenina" decía el otro día un indignado señor en la tele. ¿Seguro?
No hace falta irse muy lejos para buscar un modelo de familia que no encaje en el prototipo "normal" (entiendiendo por normal aquello que es usual, común y mayoritario). ¿Quién no conoce a un hijo de padres divorciados que haya crecido exclusivamente con su padre o su madre? ¿Tienen que ser niños psicológicamente inestables por necesidad?
Y los hijos que sí tienen padre y madre, viven con ellos y tienen que ver cómo día a día el primero somete a maltratos y vejaciones a la segunda. ¿Van a tener un desarrollo normal, a pesar de entrar en lo que se denomina "modelo de familia"?
En cuanto al texto de la sentencia... ¿alguien me explica cuál es la diferencia sustancial entre cántabros y catalanes? ¿Podrían traumatizar a los niños los colores de la senyera? ¿Por qué si yo, que vivo en Granada, entiendo perfectamente a un catalán cuando habla, un niño no va a poder aprender el idioma viviendo allí? Los argumentos esgrimidos por el juez son tan ridículos que al final he acabado convenciéndome de que lo que ha pesado más en la sentencia ha sido la homosexualidad de la madre, y no el verdadero bienestar de los niños.
Lo cual me lleva a plantearme otra cosa: si el juez se preocupa tanto por el trauma que puedan sufrir los chavales al chocar con un idioma "extraño" al suyo... ¿por qué no está tan sensibilizado ante el trauma que supone para cualquier niño crecer sin su madre, o, en su defecto, lejos de la persona que lo ha cuidado desde que nació?
Más de uno dice, también, que la prohibición de que los homosexuales adopten niños se debe, sobre todo, "al trauma que supondría para el niño darse cuenta de que sus padres no son como los de sus amigos y bla bla bla". Pues vale. Me remito, nuevamente, a los hijos de los divorciados, ¿deberían quitarles sus hijos a los padres que se divorcian y entregárselos a una familia "normal"? Al fin y al cabo, el chiquillo podría traumatizarse al ver que su familia no es como la de sus amigos, ¿no? Y, de hecho, la mayoría se lo preguntan en algún momento de su vida, pero acaban comprendiendo que no por ello su familia es peor que las demás; simplemente, es diferente.
En mi (humilde, inexperta y ociosa) opinión, lo que deberíamos hacer es cambiar la mentalidad. Si para proteger a un chico prohibimos que dos lesbianas lo adopten, sólo lo estamos protegiendo de nuestros propios prejuicios. No sólo eso, sino que estamos coartando la libertad de una pareja, que ya debido a su propia naturaleza tiene difícil lo de tener descendencia.
La solución más satisfactoria, aunque no más fácil, pasa por eliminar ésos prejuicios. Lo que un niño necesita para crecer feliz es amor. Sólo eso. Si dos hombres, un hombre y una mujer, o una mujer sola son capaces de dárselo, tendrá un desarrollo psicológico estable. ¿Que en algún momento se sentirá diferente? Cierto, y tendrá que superarlo, como cada cuál supera sus propios traumas. Lo que no se puede hacer es llevar esa diferencia a juicio y presentarla como una barrera insalvable; en últimas instancias, el perjudicado será el propio niño, al que la tele le repetirá, machaconamente, que sus padres no son "normales".
Y es que hay jueces que parece que sólo quieren hacer más difíciles las circunstancias de quienes ya de por sí lo tienen muy difícil.
Yo (el burro por delante, pa' que no se espante...) y dos de las personas más importantes de mi vida, Aarón "Arcanan" y Nieves "Maligna" (antaño conocida como la Cazazorras más temida del antiguo canal #Rockets del Irc-Hispano...).
Creo que fue Alfonso quien dijo que: "cuando estoy de exámenes, se me ocurren 10000 cosas que podría estar haciendo en vez de estudiar, y, ahora que tengo tiempo libre, no me apetece hacer ninguna de ellas" Pues eso.
Bueno, la verdad es que esta semana he estado ocupada con mi nueva web (visitadla aunque sólo sea porque me suba una visita el contador... :-) ) y el proyecto de Bitácora histórica con Aarón sigue en pie, aunque tendrá que esperar un poco.
Además, estoy viendo series nuevas como Noir (ya la reseñaré, aunque estoy segura de que todo el mundo la conoce menos yo...) o Bible Black (ejem). Encima, y para mi alborozo, hoy por la tarde mi inspiración ha vuelto de vacaciones (se fue cuando empecé los exámenes, previa petición mía; es que, no sé cómo lo veis, pero estar estudiando Prehistoria mientras tu inspiración te machaca sobre la mejor manera de terminar un capítulo es una auténtica lata) y me he puesto de inmediato a escribir.
Finalizando, y siguiendo la tradición ya iniciada en año pasado en los DeadJournals, os dejo mis notas.
Cuatrimestrales:
Prehistoria: Notable
Historia Antigua de España: Sobresaliente
Anuales
Historia Antigua Universal: 8'25
Historia Medieval de España: Suspensa suspensísima (yo y 94 alumnos más de 100)
Historia Medieval Universal: todavía no están corregidos, y mucho me temo que vamos a tener que esperar unos días más...
Historia de América Prehispánica: tuve la GRAN suerte de ponerme mala un día antes del examen, y de que en éste cayera lo que mejor me sabía... corren los rumores de que habrá una especie de recuperación en Marzo, así que no pierdo la esperanza.
Como primera "toma de contacto" no las veo demasiado mal, pero, desde luego, tendré que mejorar muchísimo de cara a los finales si no quiero verme el día de mañana haciendo cola ante el INEM.
Por cierto, después de ver los resultados, apuntes y exámenes de mis amigos, doy gracias a Dios por haberme hecho bajar la nota tan radicalmente en 1º de Bachillerato e impedirme hacer Medicina en Granada... Además, después de las primeras pruebas, me doy cuenta de que realmente me gusta la carrera que estoy haciendo, y que hice bien eligiéndola en vez de Derecho.